JESÚS MURIÓ
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS Y RESUCITÓ PARA DARNOS VIDA ETERNA.
Pero uno de
ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no
saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y
no que toda la nación perezca”. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino
que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la
nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los
hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la
decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente
entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región
contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos. (Juan 11,
45-56)-
La profecía de Caifás dice que Jesús morirá para
reunir a los hombres con Dios y con ellos.
El cual,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que
se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los
hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. (Flp 2, 6. 8)-
Le dieron
muerte de ladrón, de un asesino, no le dieron muere de blasfemo, a piedras,
sino que no entregaron en manos de los romanos pata que le dieran muerte. El cual,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que
se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los
hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. (Flp 2, 6. 8)-
Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Hch 2, 21)-
«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre
acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios
hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue
entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros
le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; (Hch 2, 22- 23)-
Jesús murió para
el perdón de los pecados, y resucitó para darnos vida eterna. (Rm 4, 25)- ¿Quién
mató a Jesús? - Jesús murió por nuestros pecados, y por los pecados de todos
los hombres todos matamos a Jesús; los judíos, los romanos y nosotros, también estábamos
allí. Aquella multitud no estaba en Jerusalén, el viernes santo, pero aceptan
por gracia de Dios que ellos le habían dado a muerte a Jesús: «Sepa, pues, con
certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este
Jesús a quien vosotros habéis crucificado.» Al oír esto, dijeron con el corazón
compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?» Pedro
les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el
nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don
del Espíritu Santo; (Hech 2, 36- 38)-
Por el Bautismo
somos incorporados a la muere, a la sepultura y a la resurrección de
Jesucristo: ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús,
fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo
en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los
muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida
nueva. Porque si hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a
la suya, también lo seremos por una resurrección semejante; (Rm 6, 3- 5)-
Por la fe
somos justificados para recibir el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo
(Rm 5, 1)- Y por la fe somos hijos de Dios (Gál 3, 26)- Y por la fe somos coherederos
con Cristo de la herencia de Dios ( Rm 8, 17)-
Creer en
Jesús es abrirse a la Voluntad de Dios: a la persona de Jesús, a su Palabra a
su Oración y al Espíritu Santo. La fe pide pasar por la Puerta estrecha que es
Cristo crucificado que ha sometido a un juicio para expulsar a Satanás y para
perdonar nuestros pecados y los de todos los hombres. (Jn 16, 8ss; 1 de Jn 2,
1- 2)-
La
reconciliación con Dios y con los hombres no es obligada; no es a fuerzas, todo
es si tú quieres. Eres libre para creer o para no creer. ¡Conmigo o contra mí,
el que no junta desparrama! (Mt 12, 30)- Nosotros elegimos comer del árbol de
la Vida o del árbol de a ciencia del bien y del mal (Gn 2, 17)- Nosotros
elegimos sentarnos a la Mesa del Señor o de la mesa de los demonios (1 e Cor
10, 21). Todo el que esta en Cristo es una Nueva Creación y elige comer del
Árbol de la Vida que está en el Paraíso de Dios (2 de Cor 5, 1/; Apoc 2, 7)-
La clave
está en la parábola del grano trigo: En verdad, en verdad os digo: si el grano
de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho
fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la
guardará para una vida eterna. (Jn 12, 24- 25)-
Para vivir hay que morir; es
la muerte al pecado para vivir para Dios (Gál 5, 24)- Jesús nos dejo bien claro:
Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá;
pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. (Lc 9, 23- 24)-
El que está crucificado con
Cristo rechaza el mal y hace el bien. (Rm 12, 9)- Guarda los Mandamientos y
guarda la Palabra de Dios (1 de n 2, 3- 5)- Camina en la Verdad de Cristo que
nos hace libres para amarlo y para seguirlo. (Jn 8, 32)-
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