ES JUSTO DELANTE DE DIOS OBEDECERLOS A USTEDES ANTES QUE A DIOS.
Por consiguiente, les mandaron que salieran del sanedrín, y ellos
comenzaron a deliberar entre sí: “¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Han
hecho un milagro evidente, que todo Jerusalén conoce y que no podemos negar;
pero a fin de que todo esto no se divulgue más entre el pueblo, hay que
prohibirles con amenazas hablar en nombre de Jesús”. Entonces mandaron llamar a
Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún motivo hablaran ni enseñaran en
nombre de Jesús. Ellos replicaron: “Digan ustedes mismos si es justo delante de
Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de
contar lo que hemos visto y oído”. (Hch 4, 13sss)-
Para Pedro y los Apóstoles Jesús, es Dios, y hay que obedecerlo a él
antes que a los hombres. Así lo entiende san Pablo: “Pues
desearía ser yo mismo anatema, separado de Cristo, por mis hermanos, los de mi
raza según la carne, los israelitas -, de los cuales es la adopción filial, la
gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas, y los patriarcas;
de los cuales también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de
todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.” (Rm 9, 3- 5)-
Jesús es
Dios que se hizo hombres para salvarnos (Jn 1, 14)- Jesús es Emmanuel, Dios con
nosotros (Mt 1, 23)- El cual, siendo de
condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. (Flp 2, 6)- Ya
os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy,
moriréis en vuestros pecados.» (Jn 8, 24)- Yo soy el pan vivo, bajado
del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy
a dar, es mi carne por la vida del mundo.» (Jn 6, 51)- El pan es comida,
la comida es alimento y el alimento es Vida, Vida eterna-
El relato del Evangelio.
Habiendo
resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció primero a
María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella fue a llevar la
noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando, agobiados por la
tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que lo había visto, no
le creyeron.
Después de
esto, se apareció en otra forma a dos discípulos, que iban de camino hacia una
aldea. También ellos fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les
creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando
estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón,
porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús les
dijo entonces: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda
creatura”. (Marcos 16, 9-15)-
Los Apóstoles, en un principio, no creían en la Resurrección de Jesús,
su mente estaba embotada y su corazón endurecido por la falseada que tenían del
Mesías; porque buscaban los primeros lugares; porque hablaban mucho del poder
carismático del poder de Jesús. No sé cual sería la razón, pero no creyeron en
las promesas de Jesús ni en testimonio de María Magdalena ni en el de los testigos
de Emaús. Por último. Se les apareció Jesús y les echa en cara su incredulidad
y la dureza de su corazón. Pero Jesús resucitado les abrió la mente y les
explicó las Escrituras (Lc 24, 45)-
Y les dijo: «Id por todo el
mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea
bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. (Mc 16, 15- 16)- Creer y
bautizarse es la respuesta a la Palabra de Dios, a la Buena Nueva.
La Buena Nueva tiene tres
palabras que son esenciales para la fe cristiana: Muerte, Resurrección y Ascensión
de Jesús. Jesús ha muerto ha resucitado y ha sido glorificado. Por su Muerte
nuestros pecados son perdonados, por su resurrección recibimos el don del
Espíritu Santo y por su Ascensión nos revestimos de Cristo.
Así lo dijo
el profeta Isaías.
Como descienden la lluvia y
la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la
fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para
comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de
vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la
envié. (Is 55, 10-11)-
Así habló
san Juan: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por
nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros
debemos amarnos unos a otros.” (1 de Juan 4, 10- 11)-
San Pablo lo
dice con toda claridad. Y aún
más, somos hallados falsos testigos de Dios porque hemos testificado de Dios
que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó si en verdad los muertos no
resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco
Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en
vuestros pecados. (1 de Cor 15, 15- 17)-
Por la fe en Jesucristo nos apropiamos de los frutos de la
Redención de Jesús: El Perdón, la Paz, la Resurrección, el don del Espíritu
Santo y la Comunidad de Jesús. “No los dejaré huérfanos, nos lo dijo Jesús” (Jn
14, 18)- El Espíritu Santo es el otro Paráclito que viene a actualizar en
nuestra vida la Obra redentora de Cristo Jesús, su Obra, es hacer que el mundo
crea en Jesús para que creyendo se salve. Todo el que es conducido por el
Espíritu Santo se hace hijo de Dios (cfr Rm 8, 14)-
Toda la vida de Jesús fue una vida resucitada, según lo dice
san Pedro: cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el
Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos
los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; (Hch 10, 38)-
Hizo de la Voluntad de Dios el alimento de su Vida (Jn 4, 34)- Su vida fue un
servicio por amor a Dios y a los hombres, especialmente a los menos
favorecidos.
Si nosotros queremos vivir como Jesús vivió, tenemos que ser
conducidos siempre y en todas partes por el Espíritu de Dios para ser
discípulos, amigos y servidores de Cristo, para amarlo y servirlo. Ya que esta
es la Voluntad de Dios: Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo,
Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó. Quien guarda
sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que
permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio. (1 de Jn 3, 23- 24)-
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