DICHOSOS LOS QUE
ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS Y LA PRACTICAN.
Frente a la Ley de
Talión que es la Ley de la venganza, Jesús propuso el don del perdón.
Tres veces dice la Biblia sobre
la ley del Talión: El que hiera mortalmente a cualquier otro hombre, morirá. El que
hiera de muerte a un animal indemnizará por él: vida por vida. Si alguno causa
una lesión a su prójimo, como él hizo así se le hará: fractura por fractura,
ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado
a otro. (Lv 24, 17- 20)-
Pero si resultare daño, darás vida por vida, ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida,
cardenal por cardenal. Si un hombre hiere a su siervo o a su sierva en el ojo y
le deja tuerto, le dará libertad en compensación del ojo. Éxodo 21, 23- 25)-
No tendrá piedad tu ojo. Vida por vida, ojo por
ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. (Dt 19, 21)-
La Ley del Talión tenía como finalidad evitar
la venganza desmedida. Como si alguien corta un dedo
a una persona, viene la venganza y le cortan toda la mano; o si le cortan un pie
le cortan las dos piernas, o si matan a una persona vienen y le matan a toda la
familia. Jesús elimina de su enseñanza la ley del Talión y propone, la ley del Perdón
o del Amor:
«Oyeron
que fue dicho: “Ojo por ojo, y diente por diente”. Pues bien, yo les digo: No
resistan al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte pleito y quitarte la
túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga
por una milla, ve con él dos» (Mt 5,38-41).
«Habéis oído que se
dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a
vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de
vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover
sobre justos e injustos. (Mt 6, 43- 45)-
El amor a los
enemigos es enseñanza fundamental de Jesús.
«Pero yo os digo a
los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid
a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una
mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues
la túnica. (Lc 6, 27- 29)-
Si alguno
dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama
a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido
de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano. (1 de Jn 4,
20- 21)-
Para la Biblia perdonar es
amar, como dice Mateo: Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas
veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete
veces?» Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete.» (Mt 18, 21- 22)-
Somos humanos y podemos
enojarnos: “Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis
airados, ni deis ocasión al Diablo.” (Ef 4, 26- 27)- No dejar lugar al resentimiento,
a la venganza y al odio, a la crítica o las murmuraciones. La Palabra más
radical es “Reconciliaos.”
La enseñanza de
Jesús pasa a sus discípulos.
Pedro nos dice: No devolváis mal
por mal, ni insulto por insulto; por el contrario, bendecid, pues habéis sido
llamados a heredar la bendición. Pues quien quiera amar la vida y ver días
felices, guarde su lengua del mal, y sus labios de palabras engañosas, apártese
del mal y haga el bien, busque la paz y corra tras ella. Pues los ojos del
Señor miran a los justos y sus oídos escuchan su oración, pero el rostro del
Señor contra los que obran el mal. (1 de Pedro 3, 9- 12)-
Pablo nos dice: Vuestra
caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; No
te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien. (Rm
12, 9. 21)- Nosotros, los fuertes, debemos
sobrellevar las flaquezas de los débiles y no buscar nuestro propio agrado
(Rm 15, 1)- Con el vigor de la fe podemos perdonar y disculpar a quien nos ha
hecho algún mal.
Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos
de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque
nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados,
contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra
los Espíritus del Mal que están en las alturas. (Ef 6. 10- 12)-
Tengamos presente la Palabra de Dios.
“Velad y orad, para que no caigáis en
tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.” (Mt 26, 41)-
«Sed
compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados,
no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os
dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de
vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.» (Lc 6,
36- 38)-
«Vosotros,
pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro
pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, más
líbranos del mal. «Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os
perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a
los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas. (Mt 6, 9- 15)-
La medida
del perdón que recibimos es la medida del perdón que damos. Tengamos todos la
disponibilidad de hacer la Voluntad de Dios; la disponibilidad de salir fuera
para ir a servir a una persona concreta; tengamos la disponibilidad de dar la
vida por hacer los otros dos objetivos.
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