CRISTO MURIÓ Y FUE SEPULTADO PARA
LUEGO RESUCITAR-
Murió para que nuestros pecados fueran
sepultados y resucitó para darnos vida eterna. - (Rm 4, 25)-
¿Porqué se
entregó Jesús a su muerte?
Por Amor a
Dios y a los hombres. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de
nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y
poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»(Jn
10, 17- 18)-
En efecto, yo por la ley he
muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no
vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en
la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo
por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera
la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano. (Gál 2, 19- 21)- Sed,
pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo
os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma. (Ef 5,
1-2)-
Por envidia
y por odio de los hombres a Jesús. Pilato les contestó: «¿Queréis que
os suelte al Rey de los judíos?» Pues se daba cuenta de que los sumos
sacerdotes le habían entregado por envidia. (Mr 15, 9- 10)- Si le dejamos que
siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar
Santo y nuestra nación.» Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote
de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os
conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.» (Jn 11,
48, 50)-
Entonces los fariseos se
fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra.
le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro,
sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no
te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos,
pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» (Mt 22, 15- 17)-
Los judíos, sacerdotes, saduceos,
escribas, fariseos y herodianos, tenían envidia de Jesús: de su personalidad,
de su enseñanza, de sus obras, pero no trataban de ser como él, todo lo
contrario, se llenaban de envidia, odiaron y lo mataron. Y buscaban como hacerlo
caer para poder acusarlo.
Para los
judíos Jesús era un blasfemo: El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por
Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.» Dícele Jesús:
«Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del
hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.» Entonces
el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad
tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. (Mt 26, 63- 65)-
Había una oportunidad de
liberar a Jesús en vez de a Barrabás.
Barrabás es el que no tiene
padre: Jesús es el que si tiene Padre. ¿ A quién prefieren a Jesús o a Barrabás? La chusma manipulada y seducida por los
sacerdotes y fariseos gritaban: ¡¡¡Queremos a Barrabás!!!! ¿Qué hacemos con Jesús? ¡¡¡ Crucifícale!!! ¡¡¡Crucifícale!!!
“Conmigo o contra Mí, el que no junta desparrama” (Mt 12, 30)- O ¿Cristo o el
Diablo? ( 2 de Cor 6, 15)-
Jesús es el Siervo de Dios.
El Hijo de Dios ha venido a servir y a dar su vida por muchos.
El cual,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que
se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los
hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le
otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. (Flp 2, 6- 8)-
Haciéndose
hombre verdadero, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte de
Cruz, para redimirnos y para salvarnos: “Y a vosotros, que estabais muertos en
vuestros delitos y en vuestra carne incircuncisa, os vivificó juntamente con él
y nos perdonó todos nuestros delitos. Canceló la nota de cargo que había contra
nosotros, la de las prescripciones con sus cláusulas desfavorables, y la
suprimió clavándola en la cruz. Y, una vez despojados los Principados y las Potestades,
los exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal.” (Col 2, 13-
15)-
En el
cortejo triunfal hay vencedores y vencidos: Unos despiden el buen olor de
Cristo y otros despiden la pestilencia de la carne.
Después de
su muerte fue sepultado, bajó al lugar de los muertos para anunciar su Palabra
a todos los justos de Israel: que ha había muerto por ellos y que esperaban su
Resurrección.
Dios ha
resucitado a su Hijo; La resurrección de Jesús es la Obra poderosísima que Dios ha realizado
en el cadáver de Jesús para transformarlo en un Ser viviente, vivificado y
vivificador. Jesús no resucitó solo, con
él, hemos resucitado los que creemos y confiamos en él; Los que obedecemos, amamos y servimos a Jesús.
¿O es que
ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su
muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de
que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la
gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si hemos
hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo
seremos por una resurrección semejante, sabiendo que nuestro hombre viejo fue
crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y
cesáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que está muerto, queda librado
del pecado. (Rm 6, 3-7)-
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