CRISTO HA RESUCITADO
ALELUYA
Objetivo. Mostrar a los creyentes la
importancia de la Resurrección y descubrir los regalos del Resucitado a la
Iglesia para creamos que la experiencia de la resurrección nos transforma en
testigos y en regalos de Cristo a la Iglesia.
Iluminación. Al atardecer de aquel día, el
primero de la semana, los discípulos tenían cerradas las puertas del lugar
donde se encontraban, pues tenían miedo a los judíos. Entonces se presentó
Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les
mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también
yo os envío.» Dicho esto, sopló y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 19-23)
El Primer anuncio
Apostólico.
“Israelitas, escuchad estas palabras: Jesús, el Nazoreo,
hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y signos que
Dios realizó entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis, fue
entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios. Vosotros
lo matasteis clavándole en la cruz por mano de unos impíos. Pero Dios lo
resucitó librándolo de los lazos del Hades, pues no era posible que lo
retuviera bajo su dominio”(Hch 2, 21- 24)
Jesús de Nazaret, un hombre verdadero, hijo de un pueblo, de
oficio carpintero y después profeta, con palabra poderosa y lleno de prodigios
poderosos porque Dios estaba con Él. Llevados por la envidia de los jefes de su
Pueblo, decidieron manipular al Pueblo y obligar a Pilatos para entregaron a
los romanos para matarlo por medio de la cruz.
El Espíritu Santo hace decir a Pedro: “Ustedes lo mataron por
medio de gente malvada. Pero Dios lo resucitó”. Ahora El Espíritu Santo dice
Pablo: “Jesús murió para que nuestros pecados fueran perdonados y resucitó para
darnos vida eterna, para darnos Espíritu Santo” (Rom 4, 25)-
El Crucificado ha sido constituido Mesías y Señor (Hech 2,
36) Ahora Dios ha
glorificado en su Hijo y en su Iglesia. “«Padre, ha llegado la hora; glorifica
a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que, según el poder que le
has dado sobre toda carne, conceda también vida eterna a todos los que tú le
has dado” (Jn 17, 1-2). La resurrección es el “SI” que Dios Padre corona a
sobre todo lo que Jesús el Señor sobre su “Obra redentora”. “El cual, siendo de
condición divina, no reivindicó su derecho a ser tratado igual a Dios, sino que
se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana
y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el
Nombre, que está sobre todo nombre. Para
que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en
los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el SEÑOR para gloria de
Dios Padre” (Flp 2, 6- 11)
Los Dones de Cristo
Resucitado a su Iglesia.
“Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú
me has dado, porque son tuyos; todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y mi
gloria se ha manifestado en ellos” (Jn 17, 9-10) Cristo Resucitado es el Don de
Dios a la Humanidad, a la Iglesia y a los suyos. Y todos los que creen en
Jesús, lo aman y lo obedecen se han apropiado de los frutos de la redención,
han sido Justificados, y por lo tanto son “regalo de Cristo a los demás. Son un
don, una bendición para los suyos. El verdadero creyente es un Vencedor de la
muerte, del pecado y del Maligno, ha entrado al Reino de Cristo y puede “comer
del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios (Apoc 2, 7)-
«La paz con vosotros.» (v. 19) «La paz con vosotros.» (v. 21) «La paz con vosotros.»( Jn 20, 26)
por su Muerte y Resurrección el Señor ha perdonado los pecados de la humanidad,
ha reconciliado a los hombres y ha vencido al Mundo, al Maligno y al Pecado. La
Salvación es ahora una un don gratuito e inmerecido. Todo aquel que se apropie
de los frutos de la redención sus pecados son perdonados y ha resucitado el don
de la vida eterna. A nadie es obligado, ni es comprado todo es libre para creer
o no creer, para aceptar la salvación o rechazarla.
Jesús no es un fantasma por eso se identifica y les muestra
en sus manos y en sus pies las señales de sus clavos. Los discípulos se alegraron de ver
al Señor. Se trata del “gozo del Señor”, fruto de la Paz de Cristo. La Paz es
armonía interna y externa, es Comunión con Dios y con los hombres. Es la
alegría de la reconciliación que Dios en Cristo ha realizado con los hombres y
entre ellos.
“Como el Padre me envió, también yo os envío”. La Misión del Padre a su Hijo, es
ahora la Misión de Cristo a su Iglesia. Toda la Iglesia es Misionera, es
evangelizadora y es servidora. Ahora la Iglesia, “sacerdocio regio” (1Pe 2, 9)
puede hablar y actuar en nombre de Cristo, su Cabeza y su Fundador.
“Dicho esto, sopló y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo”. El Espíritu Santo alma de la
Iglesia. Es e Poder que hace de la Iglesia la “servidora” del reino. Todo poder
se manifiesta como servicio para llevarla a una vida digna del Señor, a dar
fruto y a crecer en el conocimiento de Dios para la Gloria del Padre y en bien
de la Iglesia. El Espíritu Santo es el don de Cristo a la Iglesia para
conducirla a la Plenitud de Dios: (Col 2, 9) Sin el Espíritu Santo la Iglesia
es un cadáver, vacía y sin vida.
A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos. La Iglesia por voluntad de Dios ha recibido de Cristo
Resucitado el “Ministerio de la Reconciliación”. “Lo digo porque él que está en
Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de
Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la
reconciliación. En efecto, Dios estaba reconciliando al mundo consigo por medio
de Cristo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, al tiempo
que nos confiaba la palabra de la reconciliación” (2 Cor 17- 19). Para Mateo,
lo que Juan es perdonar o no perdonar, para él, es atar o desatar, “Yo os
aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo
que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mt 18, 18)-
La experiencia de la Resurrección. “Tomás, uno de los Doce, llamado el
Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le
dijeron: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos
la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y mi mano
en su costado, no creeré.» Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos
dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas
cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» Luego se dirigió a Tomás: «Acerca aquí
tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» Replicó Jesús:
«Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”
(Jn 21, 24- 27)
La experiencia de la Resurrección de Tomás, lo invadió con un
espíritu de humildad y de sencillez, para luego, por la acción del Espíritu
Santo hizo la confesión más hermosa de toda la Biblia sobre el Cristo Mesías:
“Señor mío y Dios mío”. Muchos cristianos hemos tenido grandes experiencias y
nos sentimos superiores a otros o mejores que los demás. Jesús nos dice:
«Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído” La
fe no es cosa de ver o de sentir, sino de saber que Cristo nos ama y perdona
sin tener experiencias sensibles o experimentables.
La edificación de la Iglesia. Los regalos de Cristo resucitado a
la Iglesia: La Paz, el Gozo, la Misión, el don del Espíritu Santo, el
Ministerio de la Reconciliación y la experiencia de la Resurrección, nos
capacita para servir al estilo del Señor: “Después de lavarles los pies, tomó
sus vestidos, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con
vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque
lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo, para que
también vosotros hagáis lo que acabo de hacer con vosotros. «En verdad, en
verdad os digo que no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que
lo envía” (Jn 13, 12- 16).
La Iglesia existe como su Señor: y el que quiera ser el primero entre
vosotros, que sea vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre,
que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por
muchos (Mt 20, 27-28). La Iglesia existe para evangelizar, y cuando no
evangeliza es débil, y los otros son fuertes. La Iglesia existe para servir, y
cuando no sirve no corresponde a la Iglesia del Señor.
María eres Bendita,
Madre y Creyente, por eso eres Servidora, Humilde esclava del Señor.
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