LA VOZ DE LOS PROFETAS ES ESCUCHADA EN LA CUARESMA-

 

LA VOZ DE LOS PROFETAS ES ESCUCHADA EN LA CUARESMA-



Convertíos y apartaos de todos vuestros crímenes; no haya para vosotros más ocasión de culpa. Descargaos de todos los crímenes que habéis cometido contra mí, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere, oráculo del Señor Yahveh. Convertíos y vivid. (Ez 18, 30- 32)-

La conversión según san Pablo consiste en despojarse del traje de tinieblas y revestirse con el traje de la Luz, revestirse de Jesucristo, el hombre nuevo (Rm 13, 13; Ef 4, 24)- Es el camino para recibir el perdón de nuestros pecados y recibir el don del Espíritu Santo que nos regala un corazón nuevo y de un espíritu nuevo en el que habita Cristo Jesús ( Ef 3, 17)-  

«Mas ahora todavía - oráculo de Yahveh - volved a mí de todo corazón, con ayuno, con llantos, con lamentos.» Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahveh vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se ablanda ante la desgracia. (Joel 2, 12- 13)-

La conversión es de mente, voluntad, cuerpo y espíritu, llamado también corazón. No es una conversión a medias, ha de ser total e integral para no ser tibios y se expulsados (cfr Apoc 3, 15- 16)- El cambio de la manera de pensar nos lleva a la manera de sentir, y esta nos lleva a la acción, si la acción es buena se le llama Virtud, pero, si es mala se le llama Vicio. La conversión pide la Unidad de mente, voluntad y corazón, porque si están divididos hay una grieta por donde se escapan los buenos olores y entran olores de corrupción. San Pablo nos recomienda Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Rm 12, 2)- Cambiar la manera de pensar mundana y pagana para llegar a tener la mente de Cristo (Flp 2, 5)-

.¡Tocad el cuerno en Sión, promulgad un ayuno, llamad a concejo, congregad al pueblo, convocad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a los pequeños y a los niños de pecho! Deje el recién casado su alcoba y la recién casada su tálamo. Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros de Yahveh, y digan: «¡Perdona, Yahveh, a tu pueblo, y no entregues tu heredad al oprobio a la irrisión de las naciones! (Joel 2, 15- 17)-

La conversión es personal y es comunitaria, es para todos, los grandes y los chicos, los buenos y los malos, los hombres y las mujeres, los judíos y los Gentiles. Para recibir el perdón de los pecados hay que recibir la Luz de la Palabra para reconocer los pecados, arrepentirse, proponerse no volver a pecar y buscar en Cristo el perdón de los pecados y lavarse de toda culpa (cfr Ef 1, 7; Heb 9, 14)- El que se convierte nace de Dios al recibir el Espíritu Santo.

La conversión es obra de Dios y del pecador que responde al Señor.

Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. Y sucederá aquel día - oráculo de Yahveh - que ella me llamará: «Marido mío», y no me llamará más: «Baal mío.» Yo quitaré de su boca los nombres de los Baales, y no se mentarán más por su nombre. (Os 2, 16- 19)-

El desierto es el lugar de la victoria de Dios y es el lugar donde habitan los demonios. En el desierto Dios nos seduce y nos habla al corazón. ¿Qué nos dice? “Yo te amo y tengo reservada Gracia para ti” (Jer 31, 3) “Pero por la vida que llevas no puedes experimentar mi amor”. Dios ama al hombre pecador, el pecado es el obstáculo que impide que se experimentemos el amor y el perdón de Dios. El hombre tiene frente a él, el amor de Dios y el pecado, la vida y la muerte, puede elegir a uno de los dos. Si acepta que Dios lo ama y reconoce sus pecados, ahora lo que sigue se llama conversión al Señor.

Convertirse es hacer Alianza con el Señor.

Yo quitaré de su boca los nombres de los Baales, y no se mentarán más por su nombre. Haré en su favor un pacto el día aquel con la bestia del campo, con el ave del cielo, con el reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra, y haré que ellos reposen en seguro. Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh. (Os 2, 19- 22)-

Jesús es el Novio, la Iglesia es la esposa, los dotes del Novio para su elegida es la santidad. el perdón y la fidelidad. La Palabra es la semilla de la santidad.

 

Así lo pide Jesús, el profeta de Nazaret-

«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30)-

Ir a Jesús es creer en él,  para descargar en él nuestra carga de miseria, de vicios, de ídolos, para recibir su yugo que es la misericordia, de amor, de perdón, de Espíritu Santo. Ir a Jesús crucificado para entregarle nuestra pecaminosidad, equivale a pasar por la Puerta estrecha y santa que es Cristo Crucificado muriendo por nuestros pecados, para redimirnos y sacarnos de las tinieblas y llevarnos a la luz para dar frutos de vida eterna (Ef 5, 7- 9)-

El Descanso de Dios es Cristo, no es el cementerio.

Y para entrar en ese Descanso hay que romper con el pecado: Pues su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que nos ha llamado por su propia gloria y virtud, por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. ( 2 de Pe 1, 3- 4)- Y poder comer, sentados a la Mesa del Señor, (1 de Cor 10, 21) del Árbol de la Vida que está en el Paraíso de Dios (Apoc 2, 7)-

La conversión no es obligada, a fuerzas ni los zapatos entran, todo es un si tu quieres. Es entonces un abrirse a la voluntad de Dios manifestada en Cristo, en su Palabra y en sus Mandamientos. (cfr Jn 14, 21. 23)- La huella de que nuestra conversión es sincera es el Amor, a la persona de Cristo Jesús, a su Palabra y a su Obra. Amar a todo, aún a los enemigos (Lc 6, 27- 28) El que ama conoce y le pertenece  a Dios, t Dios está con él (cfr 1 de Jn 4, 7-8)-

 

 

 

 

 

 

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