LA UNNIDAD DE LAS TRES ES LA
FUERZA DE DIOS EN NUESTROS CORAZONES.
Tenemos presente ante nuestro
Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la
tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. (1 de Tes 1,
3)-
La fe, la esperanza
y la caridad vienen de lo que se escucha y de lo que se obedece: La Palabra de
Dios. (Rm 10, 17; Mt 7, 24)-
De ahí que también por nuestra
parte no cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios
que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en
verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.
(1 de Tes 2, 13)-
Creced,
pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. (2 de Pe 3, 18)-
Yo planté,
Apolo regó; más fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que planta
es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer. Y el que planta y el que
riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio
trabajo, (1 de Cor 3, 6- 8)-
Los medios
para el crecimiento de la fe, la esperanza y la caridad son la
Palabra de Dios, la Oración, la Liturgia y la práctica de la Caridad. Son los
medios para cultivar el barbecho del corazón (cfr Jer 3, 4)- El crecimiento es
un don de Dios y es una respuesta a la Palabra. El que siembra en el Espíritu
Santo cosecha para la vida eterna, mientras el que siembra en la carne cosecha
la corrupción. (cfr Gál 6, 7- 8)-
En cuanto a vosotros, que el Señor os haga
progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con
todos, como es nuestro amor para con vosotros, para que se consoliden vuestros
corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de
nuestro Señor Jesucristo, =con todos sus santos= (1 de Tes 3, 12- 13)-
El fruto por excelencia es la
santidad que nace y crece por las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la
caridad.
Sabéis, en efecto, las instrucciones que os
dimos de parte del Señor Jesús. Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra
santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno de vosotros sepa
poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como
hacen=los gentiles que no conocen a Dios.= Que nadie falte a su hermano ni se
aproveche de él en este punto, pues el Señor=se vengará=de todo esto, como os
lo dijimos ya y lo atestiguamos, pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a
la santidad. 1 de Tes 4, 2- 7)-
Pues todos vosotros sois hijos de la luz e
hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas. Así pues, no
durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen,
de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Nosotros, por
el contrario, que somos del día, seamos sobrios; =revistamos la coraza= de la
fe y de la caridad, =con el yelmo=de la esperanza= de salvación (1 de Tes 5, 5-
8)-
Buscando el bien de todos para
vivir en amor, paz y gozo.
Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal,
antes bien, procurad siempre el bien mutuo y el de todos. Estad siempre
alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en
Cristo Jesús, quiere de vosotros. No extingáis el Espíritu; no despreciéis las
profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de
mal. (1 de Tes 5, 15- 22)-
Porque ahora ya no sois
de las tinieblas, sino de la luz.
Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; más ahora sois luz en el
Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda
bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor. (Ef 5, 8-9)-
Lo bueno, lo justo y lo perfecto. (cfr Rm 12, 2)- A Dios le agrada la fe
llegada a su madurez por el amor (Gál 5, 6)- Sin fe no hay amor, y sin amor no
hay fe. (cfr 1 de Tim 1, 6)- Y sin fe nada le agrada a Dios (Heb 11,6)- Y el
amor es la señal que hay fe sincera (1 de Jn 3, 17)-
El himno al amor no tiene límites, ni religiones.
Aunque hablara las lenguas de
los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o
címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los
misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar
montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y
entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La
caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no
toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
(1 de Cor 13, 1- 6)-
Ahora
subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas
ellas es la caridad. (1 de Cor 13, 13)- La más grande es la caridad,
pero la más importante es la esperanza y el origen es la fe, las tres
inseparables. Son dones de Dios a los que se les deben responder, así lo dice
el Apóstol Pablo:
Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y
de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por
vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de
revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón
para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál
la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos. (Ef 1, 15-
18)-
La herencia es Dios mismo que es Amor ( 1 de Jn 4, 7-8)-
El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que
somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y
coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él
glorificados. Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son
comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. (Rm 8, 16- 18)-
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