LA ORACIÓN EN LAS COSAS BUENAS Y
EN EL ESPÍRITU SANTO.
En aquellos días, la reina Ester, ante el mortal peligro que amenazaba a su pueblo, buscó refugio en el Señor y se postró en tierra con sus esclavas, desde la mañana hasta el atardecer. Entonces suplicó al Señor, diciendo: "Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, ¡bendito seas! Protégeme, porque estoy sola y no tengo más defensor que tú, Señor, y voy a jugarme la vida. Señor, yo sé, por los libros que nos dejaron nuestros padres, que tú siempre salvas a los que te son fieles. Ayúdame ahora a mí, porque no tengo a nadie más que a ti, Señor y Dios mío.
Ayúdame, Señor, pues estoy desamparada. Pon en mis labios palabras acertadas
cuando esté en presencia del león y haz que yo le agrade, para que su corazón
se vuelva en contra de nuestro enemigo, para ruina de éste y de sus cómplices. Con
tu poder, Señor, líbranos de nuestros enemigos. Convierte nuestro llanto en
alegría y haz que nuestros sufrimientos nos obtengan la vida". (Ester 4,
17ss)-
La oración de Ester es modelo para nosotros: Se
postra en tierra con sus esclavas; Invoca al Dios de sus Padres, los
consentidos de Dios; su oración es humilde, se presenta desarmada y sin méritos;
pide protección contra sus enemigos que son poderosos; pone su confianza en la
Palabra que presenta la fidelidad de Dios. Y ora en nombre de todo su Pueblo.
Pide convertir la tristeza en alegría y que los sufrimientos se conviertan en
vida.
La oración
en la enseñanza de Jesús.
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Pidan y se les dará; busquen y
encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que
busca, encuentra; y al que toca, se le abre. ¿Hay acaso entre ustedes alguno
que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le
dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a
sus hijos, con cuánta mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas
buenas a quienes se las pidan. Traten a los demás como quieren que ellos los
traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas". Mateo 7,
7-12
¿Qué buscamos en la oración?
Nosotros no sabemos orar como conviene, necesitamos de un ayudante
que es el Espíritu Santo que ora en nosotros según Dios (cfr Rm 8, 26) ¿Pedimos
cosas malas o buenas? Las malas no nos ayudan para nuestra realización como
seres humanos, las buenas si nos ayudan en nuestra realización.
Jesús invita a todos a orar, a buenos y malos, pero, nosotros
suponemos que no es lo mismo rezar en pecado mortal a rezar en gracia de Dios,
en comunión con Él. Lo primero para que nuestra oración sea grata a Dios es la
oración del publicano: Con un corazón abatido y arrepentido pedir perdón por
nuestros pecados: “En cambio el
publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión
de mí, que soy pecador!" Lc 18, 13)- Y sus pecados fueron perdonados
y recibió a Gracia de Dios.
Después
de la oración humilde la oración ha de ser agradecida. Dar gracias a Dios por
el perdón, la paz y la alegría; dar gracia por todos los dones recibidos: la
familia, la vida, la salud, el trabajo, la Iglesia, los Sacramentos, etc.
Después
sigue una oración intercesora: orar por los demás, los enfermos, los ancianos,
los pobres, los que sufren, los enemigos, tal como lo dice Jesús (Lc 6, 27-
28)- Somos una Familia, y como familia hemos de interceder por los hermanos,
por todos. El Padre nuestro es nuestro modelo de oración.
El
contenido de la Oración: cosas buenas.
“Si
ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuánta
mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se
las pidan.” Podemos pedir por nuestra conversión; por la
liberación, la reconciliación, por nuestra salvación y santificación; por el amor
la paz, el gozo (Rm 14, 17)- Por cosas materiales que son necesarias para
nuestra existencia como el “Pan nuestro de cada día” Por nuestra salud y por el
bienestar de todos.
El
evangelio de san Lucas no habla de cosas buenas, habla del Espíritu Santo.
“! Si, pues,
vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más
el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” (Lc 11, 13)-
¡Ven Espíritu Santo y actualiza en mí la Obra redentora de Cristo! ¡Guíame, perdóname,
sálvame y santifícame! ¡Conviérteme y me convertiré! Haz en mí lo que hiciste
en Jeremías: Si te vuelves porque yo te haga volver, estarás en mi presencia;
y si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Que ellos se vuelvan a
ti, y no tú a ellos. Yo te pondré para este pueblo por muralla de bronce
inexpugnable. Y pelearán contigo, pero no te podrán, pues contigo estoy yo para
librarte y salvarte (Jer 15, 19- 20)-
La regla de
oro de Jesús.
Traten a
los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. (Mt 7, 12)- ¿Sabes que
eres una persona valiosa importante y digna? ¿Te reconoces persona? ¿Te aceptas
como eres? ¿Te respetas como lo que eres? ¿Te amas y te perdonas? ¿Te abres a
la Verdad de Dios? ¿Tienes los mismos sentimientos y pensamientos de Cristo? Entonces
trata a los demás como te tratas a ti mismo, en la Verdad.
No hagas
cosas malas, tal como lo dice la Ley de Moisés.
Esta es la
regla de plata: No mates, no robes, no cometas adulterio, no calumnies, no
mientas, no tengas envidia de la mujer y de los bienes del otro. Son los
derechos humanos dichos de manera negativa que la Biblia nos presenta como los
Mandamientos de la Ley de Dios. Son palabras santas y divinas que salieron de la
boca de Dios para defender a los hombres, su sentido es el amor y el servicio a
todos. Obedecerlos y ponerlos en práctica es hacer la Voluntad de Dios. “En
esto se resumen la ley y los profetas" En el Amor. (Mt 7, 12)-
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