LA GENTE DE ESTE TIEMPO ES UNA GENTE PERVERSA.

 LA GENTE DE ESTE TIEMPO ES UNA GENTE PERVERSA.



En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y comenzó a decirles: "La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues, así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo. (Lucas 11, 29-32)

¿Qué busca Jesús? 

Jesús no es un político ni un empresario ni un líder social. Jesús no busca aplausos, ni fama ni prestigio ni dinero. ¿Qué busca Jesús? Lo que Jesús busca es la salvación de los hombres y que lleguen al conocimiento de la Verdad; busca hacer la Voluntad de su Padre (cfr 1 de Tm 2, 4)- Busca llevarnos a a salvación por la fe y a la perfección cristiana (2 de Tm 3, 14-- 17)- Por eso abrazó la cruz para dar su vida por todos y por eso resucitó para vencer al último de sus enemigos y dar vida eterna a todos los que crean en él. (cfr Rm 4, 25; Jn 6, 40)- Esa es la Misión de Jesús, salvar por amor a los hombres.

¿Por qué creo en Jesús)

La fe es un don de Dios y es una respuesta a la iniciativa de Dios. La Palabra me dice: “Dios te ama a ti a sí como eres, pero por la vida que llevas no puedes experimentar su amor”. 

Yo acepto esa Palabra en mí, y empieza la vida espiritual: Dios me ama, aún siendo yo un pecador, aparece entonces el aliado más fiel de la fe: la humildad de la cual nace la esperanza que se despliega hacia el amor. La fe, la humildad, la esperanza y la caridad vienen de la escucha y de la obediencia a la Palabra de Dios. (cfr Rm 5, 1- 5)- Creo en Jesús porque él me eligió, me amó, me perdonó, me reconcilió y me salvó, y todo, como don gratuito de Dios. Yo tan solo me dejé encontrar por él, que me levantó y me llevó a una Comunidad de creyentes. La fe crece y madura mediante la obediencia a la Palabra de Dios. Esto nos lleva a vivir de encuentros con Jesús, el Cristo.

Creer en Jesús es abrirse a la Voluntad de Dios. 

Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. (Jn 6, 25- 26)- 

Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm. Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» Jn 6, 55- 60- 

Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» (Jn 6, 66- 67)- Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» (Jn 6, 68- 69)-

Cuando yo leí el capítulo sexto de Juan, me pregunté, y yo, ¿por qué creo y sigo a Jesús? Yo ni siquiera le pide nada. Dios intervino en mi auto diálogo, y me recordó que le había pedido una esposa. ¿Si no te doy lo que me pides, también tú me vas a dejar? Mi respuesta fue: “Señor sólo Tú tienes palabras de vida eterna y yo he probado lo bueno que eres”. Dios me dirige su Palabra y me hizo recordar que el sacerdote de la Parroquia había pedido a la gente que oraran por mí para ver si regresara al Seminario que había abandonado veinte años atrás. A esa petición yo le respondí diciendo: que la lengua se la haga chicharrón, yo quería casarme, tener una familia, mi casa y mis bienes. Pero, si eres Tú, Señor el que me llama, “Hágase en mí tu Voluntad” Esa fue la primera vez que yo rezaba de esa manera, experimenté una paz y gozo hermoso, Dios me estaba llamando al Sacerdocio. La lectura a la Palabra se convirtió en un hermoso diálogo entre Dios y su servidor.

Siete años después, ya en el Seminario, leyendo el mismo evangelio de Juan, me pregunté: Y yo, ¿Porqué quiero ser sacerdote? Vino a mi mente el prestigio, la fama, el dinero, y otras cosas para elegir, pero, m respuesta fue sincera, quiero ser sacerdote para amar y servir a Cristo y a su Iglesia. 

En mi vida como sacerdote ha habido luchas, pruebas y tentaciones, caídas y levantadas. Ahora la pregunta es ¿Por qué sigo siendo sacerdote? ¿Por qué he perdido el amor de antes? ¿Me he acostumbrado a la vida consagrada? ¿Le estoy perdiendo el sentido al sacerdocio?  El Señor lo sabe todo, y me repite sus palabras: “Yo sé porque me sigues”. Y me hace recordar todos los acontecimientos de mi historia, dicen que recordar es vivir. Son llanadas a no perder el camino, la elección y el llamado para renovar y el llamado a la fidelidad a la Persona de Jesús, a su Palabra y a su Obra. 

Frente a mí está la vida y la muerte, la felicidad y la desdicha, puedo elegir una cosa u otra (Dt 30.15, 16)- Yo decido seguir a Cristo por eso renuevo mi “Opción Fundamental por Jesús, el Hijo de Dios” “Mi Salvador, mi Maestro y mi Señor” Para amarlo y seguirlo. Tomo la firme determinación de obedecer su Palabra y darla a conocer, y decido dar la espalda al Mundo y a sus ofertas de poder, de placer y de tener (1 de Jn 2, 15)-  En medio de mis muchas debilidades escucho la voz que me dice: “Mi Gracia te basta, mi Amor es todo lo que necesitas (1 de Cor 12, 9ss)- “Yo estaré contigo hasta e último día (Mt 28, 20)- “Déjame conducir tu vida” (Rm 8, 14)- “Y hacer en ti mi Obra”- (cfr Jn 4, 34)- 





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