LA ENVIDIA VIENE DEL VACÍO DE AMOR PARA LOS OTROS.

 

LA ENVIDIA VIENE DEL VACÍO DE AMOR PARA LOS OTROS.



En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”. Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una saliente del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí. (Lucas 4, 24-30)-

La Verdad es que Dios ama a todos, a judíos y a gentiles, a pobres y a ricos, a mujeres y a hombres, Él no hace acepción de personas. Pablo nos lo recuerda al decirnos: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”. (1 de Tim 2, 4)-

Cuando Jesús les recuerda a sus paisanos a la vida de Sarepta y Naamán de Siria, dos paganos a los que Dios los amaba y los había elegido para ser candidatos de su predilección, sobre el pueblo de Israel, la gente se lleno de furia, sacaron a Jesús de la Sinagoga y quería desbarrancarlo. ¿Por qué tanto odio?  

Dice la gente: la Verdad no peca, pero incomoda.

Nazaret era una aldea pequeña, todos se conocían, eran familiares, amigos y muy conocidos. Conocía a Jesús desde niño, había crecido entre ellos; habían asistido a la escuela de la sinagoga para aprender los salmos, cantos y orar juntos. Jugaba con los niños, eran amigos desde la infancia; después trabajaba y les hacía muchos favores a su comunidad; Compartía las Escrituras en la sinagoga y compartía faenas en la Comunidad.

Pero, después de un tiempo. cundo Jesús llegó a Nazaret y lo escucharon hablar con inteligencia y con sabiduría, surge la pregunta: ¿De dónde le viene a éste tanta sabiduría? Sabían de él que había hecho milagros y exorcismos, era famoso, en toda la región se[um1]  hablaba de él, y se llenaron de envidia.

La envidia lleva al odio y el odio lleva al homicidio, de palabra o de hecho. Se cumple el destino de los profetas de Dios, ser rechazados, perseguidos y asesinados, pero, para Jesús, no había legado su hora y se pasa entre ellos y se escapa de la muerte.

Mas tarde, los fariseos, los escribas y los sacerdotes se unen y arremeten contra Jesús para matarlo. Lo matan por envidia; y por envidia lo odian y lo crucifican por medio de gente malvada, los romanos, (Hech 2, 21. 22)-

 

La envidia es tan fea, que, para no verse tan fea, se pone mascarillas. Una es la hipocresía, hablan bien de Jesús, pero con malas intenciones: “Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas”. (Mt 22, 16)- Otras mascarillas son:  la crítica, el chisme, la calumnia, el mal testimonio, la fuerza de la envidia es la mentira. La Palabras sucias que dividen, engañan, manipulan, sofocan y matan.

San Pablo nos recomienda las lenguas del Hombre Nuevo:

“Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual, con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo. El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle en necesidad. No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo.” (Ef 4, 25- 32)-

Piensa que los dones de Dios por los que te juzgan o critican son para ti y para los demás, piensa y reflexiona lo que escucha o dicen de ti, si hay algo de cierto, corrígete, y lo demás entrégaselo al Señor y ofrécete como hostia viva. (cfr 1 de Pe 5, 7: Lc 6, 27- 28; Rm 12, 1)-

La envidia se vence con la Caridad, como la mentira se vence con la Verdad y la muerte con la Vida.

 


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