EL FARISEISMO SIGUE SIENDO ACTUAL
EN LA IGLESIA.
“Porque os
digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no
entraréis en el Reino de los Cielos.” (Mt 5, 29)-
La justicia
de los fariseos es su piedad, su religión, su manera de vivir la Ley de Moisés.
La piedad es la manera de vivir en comunión con Dios y con los demás. Sin
comunión con los otros no hay piedad. No somos piadosos, sino impíos. Nuestra
fe es vana y vacía (Snt 2, 14)-
Los fariseos
guardaban los Mandamientos, oraban siete veces al día, ayunaban dos veces a la
semana, estudiaban la Biblia, ayudaban a los pobres con sus limosnas, pero lo hacían
sin misericordia, sin amor, eran artistas (hipócritas).
Jesús los
describe al decirnos:
Entonces Jesús se dirigió a
la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado
los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero
no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las
echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas
sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las
filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los
banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las
plazas y que la gente les llame "Rabbí". (Mt 23. 1- 7)-
Se burlaban
de la enseñanza de Jesús.
«Ningún criado puede servir a dos señores,
porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y
despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.» Estaban oyendo todas
estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él. Y
les dijo: «Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres,
pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los
hombres, es abominable ante Dios. Luc 16. 13- 15)-
Sus intenciones hacia Jesús eran falsas y
torcidas: “Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la
forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con
los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el
camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la
condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo
al César o no?» Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué
me tentáis? (Mt 22, 15- 18)-
Sus palabras acerca de Jesús eran veraces,
pero sus intenciones eran torcidas, llenas de envidia, sabían que era bueno,
pero no creyeron en él y menos, lo imitaron en su generosidad y en su
misericordia. Se unen con sus enemigos, los herodianos y matan a Jesús.
En nosotros, ¿de dónde viene el fariseísmo?
Pensemos en la infancia espiritual, después
que hemos tenido un encuentro con Jesús; encuentro liberador y gozoso. Hay una
luna de miel. Empezamos a leer la Biblia y nos fascina, la aprendemos de
memoria; empezamos a orar en voz alta; y con las manos levantadas hacemos
hermosas alabanzas. Empezamos a servir o a predicar. Ese es el momento en el
que aparece el fariseito, a sentirse mejor que los demás, mas santo que los
demás. Se compara con los que no saben y no hacen lo que él hace, juzga y hasta
condena a los que no son de su grupo. Si no hay quien lo cure o sane, seguirá creciendo
hasta llegar a ser un líder o un manda más, que da lo que tiene. Ha aparecido la mentira que tiene por padre al
diablo. La mentira es la fuerza del fariseísmo que se siente más santo y más
superior a los demás, hasta decir: “Maldito el que no conoce la Ley.” (Jn 7,
49)-
Un segundo momento para crecer en el fariseísmo
es la educación, desde luego, torcida. Nadie puede dar lo que no tiene: amor,
verdad, santidad, misericordia, Jesús dice a la gente: “hagan lo que ellos
dicen, pero, no hagan lo que ellos hacen”- El fariseo tiene su tesoro en la
cabeza, sus conocimientos teológicos o bíblicos, es su gran valor, pero no los
baja al corazón donde habita Cristo (Ef 3, 17)- Para que se conviertan en fe,
humildad, amor, verdad y vida (cfr Jn 14, 6)-
Se siente el amo y señor del altar, del ambón
y de la comunidad; es el que sabe, el que tiene y el que puede. Los demás valen
por lo que tienen, por lo que aportan o por lo que hacen.
En la Iglesia todos somos iguales en dignidad,
participamos de un mismo bautismo y de una misma fe, somos hijos de Dios y
todos somos hermanos. Nuestro valor está en lo que somos, y no en lo que
hacemos ni en lo que sabemos.
Para combatir el fariseísmo hay que cultivar la
Verdad que nos hace libres (Jn 8, 32)- La Verdad echa fuera la mentira como el
amor echa fuera el odio y la envidia; la vida echa fuera la muerte. La Palabra
de la verdad nos despierta del sueño para descubrir la presencia del sembrador
de la cizaña para que sea arrancada y echada al fuego. El cultivo de la Verdad
nos hace mansos y humildes de corazón (Mt 11, 29)- Nos hace misericordiosos y
compasivos (Lc 6, 36)- Nos hace verdaderos discípulos de Cristo (Lc 9, 23)- Nos
hace limpios de corazón y nos llena de Amor para ser sus amigos y servidores
del Señor.
Para entender
la enseñanza de Jesús que primero es el hombre antes que la Ley.
Lo que Jesús
pide es una fe sincera, un corazón limpio y una conciencia recta (1 de Tm 1, 6)-
La fe sincera equivale a la confianza en Jesús así lo entiende Jeremías al
decirnos: “Bendito el hombre que confía en e Señor (Jer 17, 5)- El corazón
limpio es el que se ha lavado en la sangre de Cristo y sus pecados han sido
perdonados, por eso puede estar abierto siempre a la Voluntad de Dios manifestada
en el Mandamiento regio: Ámense los unos a los otros como yo os he amado (Jn
13, 34)-
No basta con
no pecar, hay que hacer el bien.
«Habéis oído que se dijo a
los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues
yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el
tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el
Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de
fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de
que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del
altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas
tu ofrenda. (Mt 5, 1- 24)-
El radicalismo
de Jesús está en el Amor.
«No todo el que me diga:
"Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la
voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os
conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)-
El Amor brota de un corazón
limpio, en virtud de la sangre de Cristo: ¡cuánto
más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin
tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir
culto a Dios vivo! (Heb 9, 14)-
El culto al Dios vivo y verdadero pide romper los ídolos del fariseísmo: el
poder, el tener y el placer, para servir a Dios con amor y humildad: Ellos mismos
cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os
convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo
y verdadero, y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a
quien resucitó de entre los muertos y que nos salva de la Cólera venidera. (1
de Tes 1, 9- 10)-
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