DIOS CAMBIA NUESTROS POYECTOS Y
NUESTROS PLANES-
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y
daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi
amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos. Un juramento hice
a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: Consolidaré tu dinastía
para siempre y afianzaré tu trono eternamente'. El me podrá decir: 'Tú eres mi
padre, el Dios que me protege y que me salva'. Yo jamás le retiraré mi amor no
violaré el juramento que le hice". Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29
Jesús llamado Cristo es Dios, es Emmanuel, Dios con nosotros.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la
cual nació Jesús, llamado Cristo. Cristo vino al mundo de la siguiente manera:
Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos,
sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José,
su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó
dejarla en secreto.
Dios le cambió los planes a María de Nazaret.
María estaba desposada con un joven llamado José.
Ella con catorce años de edad y el de veintitrés o veinticuatro años. Ellos se
amaban y habían planeado tener una familia numerosa como era la cultura de su pueblo,
tener muchos hijos, pero, el Dios cambió sus planes, primero el de María y
después el de José-
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de
la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas
palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No
temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el
seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará
el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su
reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será
santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha
concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que
llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.» Dijo María: «He
aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola
se fue. (Lc 1.26- 39)-
Alégrate es un saludo mesiánico, María es la llena de Gracia, elegida
por amor desde la eternidad para ser la Madre del hijo de Dios, el Mesías de
Israel. Pero, no a fuerzas, Dios pregunta y María responde con su Fiat, y el
Verbo del Padre fue engendrado en el vientre de la aldeana de Nazaret, por la acción
del Espíritu Santo. Ella le pondrá el nombre de Jesús que será grande, será rey
y será llamado Hijo del Altísimo. El plan de María fue cambiado por la Voluntad
de Dios, y ella libre y conscientemente, la aceptó: Ser la Madre del Unigénito
de Dios, y desde ese momento vivir y cuidar sólo para su Hijo-.
Dios cambia los planes de José.
Después del viaje de María a la casa de Isabel y Zacarias,
algo más de tres meses, con un corazón lleno de alegría, de paz y de amor,
guardaba silencio con un recogimiento interior incomprensible. José y la gente notaban
sus cambios en su rostro, en su vientre y en sus piernas, la conclusión que
sacaban es que estaba embarazada. La gente le hacía bromas a José, pero el
guardaba silencio y sufría, porque amaba entrañablemente a María, pero el no
aceptaba ser el padre del niño que ella portaba en su seno. Y pensó dejarla en
secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños:
"José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa,
porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú
le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados". Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había
mandado el ángel del Señor. Mateo 1, 16. 18-21. 24
José era justo, piadoso, orante, un hombre de Dios.
Justo es el que hace el bien y guarda los Mandamientos de Dios; piadoso es
aquel que vive en comunión con Dios y en comunión con los hermanos de la
comunidad; orante porque oraba al Dios único, al Dios de Israel. Que le rebeló que lo que había en María no era
fruto de ningún hombre, es obra del Espíritu Santo, y tú le pondrás el nombre
de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Se trata del Mesías. No
tengas miedo recibirla en tu casa, y el hombre aceptó la voluntad de Dios sin
protestar, y sin, lamentarse.
José era un hombre muy humilde, se negó a sí mismo y
se abrió a la voluntad de Dios que le cambiaba sus planes, desde ahora se
dedicaría a cuidar al Niño y a su Madre.
Por su humildad, José era un hombre obediente, a la
Palabra de Dios y a la Ley de Moisés. Un servidor de Dios y de su pueblo.
José era
un hombre casto, castísimo, llenó del Espíritu de Dios que es Amor, Fortaleza y
Dominio propio (2 de Tim 1, 7)- José conocía las escrituras que dicen: Me volvió
después hacia el pórtico exterior del santuario, que miraba a oriente. Estaba
cerrado. Y Yahveh me dijo: Este pórtico permanecerá cerrado. No se le abrirá, y
nadie pasará por él, porque por él ha pasado Yahveh, el Dios de Israel. Quedará,
pues, cerrado. (Ez 44, 1- 2)- Esa Puerta es María que permanece Virgen: antes,
en el parto y después del parto.
José era un hombre de trabajo;
trabajaba con sus manos para mantener su familia, Jesús, María y José. No exigía,
una casa de lujo; ni cuentas bancarias, ni vehículos de lujo, él era un simple
jornalero, pobre pero, no miserable.
En la Familia de José había
silencio, dialogo, oración y trabajo. Vivían en comunión con otras familias que
cada viernes desde muy temprano se levantaban para hacer el trabajo del sábado.
Los hombres acarreaban leña, barrían y encendían los hornos; las mujeres
preparaban la masa para hacer el pan para el sábado y para el domingo; los niños
todos ayudaban según sus edades, y todos cantaban, alababan y oraban al Señor.
Todo lo hacían en Comunidad.
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