APRENDAN DE MI QUE SOY MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN.
Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la
enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: "Lávense y purifíquense; aparten
de mi vista sus malas acciones. Dejen de
hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen
la justicia, auxilien al oprimido, defiendan
los derechos del huérfano y la causa de
la viuda. Vengan, pues, y discutamos,
dice el Señor. Aunque sus pecados sean
rojos como la sangre, quedarán blancos
como la nieve. Si son ustedes dóciles y obedecen, comerán los frutos de la tierra. Pero si se obstinan
en la rebeldía, la espada los
devorará". (Isaίas 1,
10. 16-20) Un culto a Dios sin obediencia y sin justicia no es agradable al
Señor.
El
fariseo es hijo del hombre viejo, su madre es la mentira y sus hijos son la
frustración y la parálisis. Vive en una fachada y su especialidad es la apariencia,
hacer caras, por eso Jesús les llama hipócritas. Su origen era bueno, “defender
la ley de Moisés”, pero por el camino se echó a perder, haciéndose legalista,
rigorista y perfeccionista, amante de la fama, del prestigio y del dinero: un
hombre necesitado del amor y de la amistad de Dios, pero su mente embotada y el
corazón endurecido, el vacío de moral y el desenfreno de sus pasiones son
barreras que impiden experimentar el amor y el perdón de Dios. (Ef 4, 17- 20)-
Jesús
lo busca hasta encontrarlo para decirle: “Andas equivocado, vuelve al camino
que te lleva a la Casa de mi Padre (cfr Lc 15, 4)- Es lo que hizo con Saulo de
Tarso, que, por el Encuentro con Jesús, pasó de fariseo a misionero de Cristo.
El camino es “Nacer de Dios”, escuchando su Palabra, reconociendo sus pecados,
arrepintiéndose, romper con la maldad para recibir el perdón y la paz, la
resurrección y el don del Espíritu Santo. Para luego seguir las huellas de
Jesús, y hacerse humilde y manso de corazón para que conozca el Descanso de
Dios. (Mt 11, 19)-
El fariseo se sabe, se tiene y se piensa mejor,
superior y más santo que los demás: El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios!
Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos,
adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el
diezmo de todas mis ganancias." (Lc 18, 11- 12)- En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a
alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh
Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" (Lc 18, 13)- Uno estaba
lleno de soberbia y el otro de humildad. Uno fue justificado y el otro se quedó
vacío.
La enseñanza de Jesús es la misma ayer, hoy y
siempre.
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a
sus discípulos:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan,
pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y
hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre
las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo
lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del
manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos
de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la
gente los llame 'maestros'.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen 'maestros', porque no tienen más
que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo
llamen 'padre', porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se
dejen llamar 'guías', porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el
mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado
y el que se humilla será enaltecido". (Mateo 23, 1-12)-
Los fariseos estaban sentados en la Catedra de Moisés,
eran los amos y señores de la religión. Eran los guías y conductores del pueblo
de Dios. Cambiaban la Palabra de Dios en tradiciones y proyectos de hombres.
Por eso Jesús advierte a los discípulos y la gente que no los imiten, que no
hagan lo que ellos hacen. Ponían cargas sobre los hombros de los demás, pero no
las tocaban ni con un dedo. Todo lo hacían para quedar bien, para que les fuera
bien. Les gustaban recibir buenas pagas o donativos. Que toda la gente los
reverenciara y los saludara, y les gustaba que les llamará maestros. Jesús nos
dice: sólo hay un Maestro, es él, enseña con su Palabra, con su testimonio y
con su vida. Enseña el arte de amar, el arte de servir y el arte de compartir: “Ámense
los unos a los otros como yo los he amado” “No he venido a ser servido sino a
servir” “Lávense los pies unos a los otros como yo se los he lavado”. (cfr Jn
13, 34; Mt 20, 25- 28; Jn 13, 13)-
Los fariseos eran amigos del dinero y se burlaban
de Jesús; eran enemigos de Dios (cfr Mt 6, 24; Lc 16, 14) No creyeron en la
Persona de Jesús, ni en su Mensaje, ni en su Obra y le dieron muerte. Se les
hizo poca cosa y chocaron contra su Mensaje.
Los fariseos de hoy siguen los
mismos pasos de los de aquel tiempo: Niegan la divinidad de Jesucristo; niegan
su Palabra y la cambian, negando la Verdad de Dios- Y hacen de la fe el mejor
de los negocios, les gusta el dinero, los lujos, los bienes materiales, y caen
así en la idolatra. Niegan el sentido de la cruz, del dolor y del sufrimiento
por Cristo (1 de Cor 11, 14)- Predican vida y amor sin Cruz, sin esfuerzos, sin
renuncias y sin sacrificios. Bajan a la gente de la cruz para caminar en el
iluminismo y en el sentimentalismo. Lo contrario a lo que dice san Pablo: Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado
la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu,
obremos también según el Espíritu. (Gál 5, 24- 25)- Somos de Cristo si nuestra
fe es sincera y se poseemos un corazón limpio, entonces somos hombres nuevos al
igual que Cristo, le pertenecemos, confiamos en él, lo amamos, le servimos y lo
seguimos. Este es el camino para bajarnos del caballo o del árbol de la
grandeza, el monopolio del dinero para ser de Cristo como Pablo y como Zaqueo.
En los cristianos hay un pequeño fariseo que hay
que darle muerte, negándose a sí mismo y abrirse la Voluntad de Dios para darle
muerte al hombre viejo y darle vida al hombre nuevo: el camino es hacerse pobre
como Jesús (1 de Cor 8, 9)- y hacerse manso y humilde de corazón (Mt 11, 29)= Donde
hay humildad hay desprendimiento del traje de tinieblas para hacerse servidores
de Reino y caminar tras las huellas de Jesús.
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