PASAR POR LA PUERTA SANTA PARA GANAR LA INDULGENCIA PLENARIA.
La Puerta santa es Cristo y Cristo es también la Puerta estrecha, es decir, es Cristo Crucificado que ha entrado en un juicio para expulsar a satanás de nuestro corazón y perdonar todos nuestros pecados. (Jn 10, 7; Mt 7, 13- 14; Jn 16, 8- 9; Mt 11, 28- 29)
Lo primero es hacer una peregrinación.
Peregrinación, pero no a Roma, ni a Santiago de Compostela ni a México, sino, desde el Exilio hasta la Tierra prometida. Del Pacado a la Gracia; de las tinieblas a la Luz de Cristo, de la esclavitud a la Libertad. Del pecado a Cristo. Jesús invita: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. (Mt 11, 28- 29)
Pasar por la Puerta santa pide el sacrificio de llevar un corazón contrito y arrepentido (Sml 51, 19) Para pedir perdón al Señor por todos los pecados y hacer un buena Confesión. Esto implica romper con el pecado; (1 de Jn 1, 8, 10) Huir de las pasiones de la juventud (2 de Tm 2, 22) Huir de la fornicación y del adulterio (1 de Cor 6, 18) Huir del pecado para participar de la naturaleza divina (2 de Pe 1, 4b) Lo que equivale a despojarse del traje de tinieblas para revestirse de luz (Rm 13, 13-14) Entregarle la carga a Cristo (Mt 11, 28- 29).
Hay que llevar la firme determinación de hacer la voluntad de Dios que consiste en guardar sus Mandamientos, todos, loque hacen referencia a Dios y los que hacen la referencia a la Comunidad. Con la disponibilidad de amar a Dios y al prójimo. Pasar la puerta santa sin esta disposición es engañarnos a nosotros mismos y ser mentirosos (cfr 1 de Jn 2, 3- 4).
La indulgencia puede hacerse y ganarse todos los días del Año. Hace referencia a la Purificación de nuestros pecados y a la Santidad de Dios. Esa es su voluntad que seamos santos como el Él es santo (1 de Pe 1, 15) Y que nos revistemos de Cristo, el Hombre Nuevo, en Justicia y en Santidad (Ef 4, 24) en Bondad, en Verdad y en Justicia (Ef 5, 9) En Humildad, Mansedumbre y Misericordia (Col 3, 12) En Piedad, Amor fraterno y en Caridad (2 de Pe 1, 7).
Ahora con un corazón limpio y santo podemos orar o rezar todo lo que queramos porque somos agradables a Dios Rm 12, 1) Porque si seguimos en pecado, se cierra los ojos para no vernos y los oídos para no escucharnos (cfr Is 1, 15. 16) Con palabras de Jesús escuchamos: “No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.” (Mt 7, 21).
El sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, brota y nace del Amor- Del amor que nace de una fe sincera, de un corazón limpio y de una conciencia recta (2 de Tim 1, 5) Sin esto, aunque pasemos muchas veces por la puerta santa, todo es inútil, nuestra fe está vacía y sigue muerta en nuestros pecados. (Snt 2, 14)
La fe verdadera esta acompañada por la humildad, la esperanza y la caridad, todo a la luz del Espíritu Santo que las acompaña (Rm 5, 5) Sin el Espíritu Santo no existen las virtudes en nuestros corazones. Él nos guía a la verdad plena, Cristo Crucificado que por amor se entregó y murió por nuestros pecados. Nos perdonó, nos reconcilió, nos resucitó, nos salvó y nos santificó para que pudiéramos llamarnos hijos de Dios y serlo en verdad (1 de Jn 3, 1ss) Ahora somos hombres nuevos, portadores del Amor, la Verdad y de la Vida (cfr Jn 14, 6).
Pasar por la Puerta Santa es la invitación a la conversión cristiana para llenarnos y revestirnos de Cristo, con su Túnica puesta y con las lámparas encendidas. (Lc 12, 35) Esto es para caminar en la verdad que nos hace libres en Cristo (cfr Jn 8, 32)
Conversión que exige Guardar los Mandamientos de Dios y la práctica de las Virtudes cristianas. La conversión es un peregrinar de los terrenos del hombre viejo a los terrenos del Hombre Nuevo, Jesucristo. El precio por las indulgencias fue pagadas por Jesús, a precio de sangre.
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