PARA SER LIBRES NOS LIBERÓ CRISTO JESÚS.
Iluminación: Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Jn 8, 31- 32)
Frente a la libertad surgen dos preguntas: ¿Libres de qué? Y ¿Libres para qué?
Libres de todo lo que impide alcanzar la madurez humana: la Unicidad, la responsabilidad, la libertad y el amor. Libres del Totalitarismo y del Conformismo. El primero consiste en hacer lo que otros dicen y deciden por los demás. Son los amos y señores de la Realidad. Son unos pocos los que piensan y deciden por todos. Mientras que el otro, consiste en vivir como otros viven. Hablar como otros hablan y vestirse como otros se viste- El primero te convierte en títere y el segundo en copia de otros. Ninguno de los dos realiza, más bien despersonalizan y deshumanizan.
A la segunda pregunta: ¿Libres para qué? Libres para ser uno mismo, con tu manera de pensar y de actuar. Tú eres único y eres irrepetible, no pierdas tu identidad. Donde hay responsabilidad, ahí hay libertad, y donde hay libertad hay capacidad para hacer el bien, para amar como seres originales.
Existen muchas libertades, pero, muy pocos hombres libres. hablamos de la libertad interior, la del corazón que, pide una mente iluminada por la verdad, una voluntad firme y fuerte para hacer el bien y un corazón que trabaja en la unidad de la inteligencia y de la voluntad para que tenga la triple facultad de discernir entre el bien y el mal; fuerza para rechazar el mal y fuerza para hacer el bien. A la unidad de las tres se le llama “Conciencia Moral”- Esto pide educación, esfuerzos, renuncias y sacrificios. Lo anterior es para no ser títeres ni copias de nada ni de nadie, Para no vivir de rodillas frente al oro y frente el poder; frente a los ricos y frente a los poderosos.
La responsabilidad es el termómetro de la madurez humana, consiste en vivir de frente a uno mismo y de frente a los demás. Responsable de tus pensamientos, palabras, obras y cosas. El que es responsable no gasta más de lo que gana; no hace fiestas con dinero prestado; no derrocha en lujos superfluos, esto sería un fraude a los demás. La libertad convive con la responsabilidad, son una para la otra. El hombre libre no se alcoholiza, no se droga, no se arrastra, camina con los pies sobre la tierra, y puede compartir sus bienes con los demás, especialmente los de su casa. El hombre libre sabe administrar su vida y puede caminar con otros. Es libre para amar y para servir.
Yo pienso, luego existo, decía el filosofo Descartes- Yo pienso y yo decido, que otros no lo piensen ni decidan por mi. Eso es instrumentalizar, reducirme a cosa, a objeto a instrumento de trabajo o de placer, me valoran por el voto, y no por lo que soy y por lo que realmente valgo: soy persona valiosa, importante y digna, a pesar que no tenga dinero ni lujos. Rechazo vivir en la mentira que consiste en pensar que valgo por lo que tengo. Mentira que divide en clases de personas, de primera hasta de séptima. La verdad que te hace libre enseña que vales por lo que eres y no por lo que tienes.
Para ser libres nos libertó Cristo.
Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud. (Gál 5, 1) Habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes, al contrario, servíos por amor los unos a los otros. (Gál 5, 13) Si a la libertad y no al libertinaje. La libertad construye y edifica, el libertinaje deshumaniza y despersonaliza. La carne es una vida mundana, pagana y pecaminosa, esclaviza y no realiza, nos hacer llevar una vida arrastrada.
Caminar en la Verdad nos lleva hacernos personas íntegras, honestas, honradas, leales y fieles- Nos capacita para ser libres, con una libertad que es don y conquista; don y tarea, para eso hay que dejar toda clase de esclavitud, libres del pecado que esclaviza, divide, confunde, engaña, manipula y mata (Rm 6, 20- 23) “Despojaos del traje de tinieblas y revestíos del traje de la Luz” (Rm 13, 12- 14). El libertinaje nos lleva a la descomposición humana:
Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas. (Ef 4, 17- 19)
Escuchemos la Palabra de la verdad.
Pero no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido, si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad. Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual, con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. (Ef 4, 20- 25) La mentira es la fuerza del pecado.
Vivamos como hombres nuevos.
“Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo. El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle en necesidad. No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo”. (Ef 4, 26- 32)-
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