EL SACRIFICIO DE CAÍN NO FUE GRATO A DIOS PORQUE SUS OBRAS ERAN MALAS.
Iluminación: En aquel tiempo, Adán se unió con Eva, su mujer; ella concibió y dio a luz a Caín, pues decía: "Con el favor de Dios he engendrado un hijo". Después de algún tiempo dio a luz al hermano de Caín, Abel. Abel fue pastor de ovejas, y Caín labrador.
Uno era agricultor y el otro era pastor.
Dos de los primeros oficios de la humanidad. El agricultor es el fundador de las ciudades, de los pueblos y aldeas; el pastor viaja por los campos buscando pastos y agua para sus rebaños. La Biblia reconoce a los pastores como gente sencilla y buena, pero a la gente que vive en las ciudades la ve como gente mala y perversa. Para la época de Jesús los pastores eran vistos como gente de poco valor por que no conocían la Ley de Moisés.
Los dos ofrecen a Dios sus ofrendas y sacrificios.
Sucedió en una ocasión, que Caín presentó como ofrenda al Señor los productos de la tierra. También Abel le hizo una ofrenda: sacrificó las primeras crías de sus ovejas y quemó su grasa. Al Señor le agradaron las ofrendas de Abel, pero no le agradaron las de Caín; por lo cual, Caín se enfureció y andaba resentido. El Señor le dijo entonces a Caín: "¿Por qué te enfureces tanto y andas resentido? Si hicieras el bien, te sentirías feliz; pero si haces el mal, el pecado estará a tu puerta, acechándote como fiera; pero tú debes dominarlo". Un día Caín le dijo a su hermano Abel: "Vamos al campo". Y cuando estaban en el campo, Caín se lanzó contra su hermano y lo mató.
El humo del sacrificio de Caín no subió hasta el cielo, se desparramo por el suelo, mientras que el humo del sacrificio de Abel subió hasta el cielo, es decir, fue agradable a Dios mientras que el de Caín, no fue grato a Dios, por que sus obras eran malas. Mientras que las obras de Abel eran buenas, estaban llenas de justicia, obediencia y amor.
Apareció la envidia y los celos en Caín.
La envidia es lo contrario al amor, y encuentra su fuerza en la mentira para llevarla a la hipocresía, a fingir, a ser fachada. Se convierte en odio y este lo lleva al homicidio. Lo mismo que le paso Abel con Caín, le pasó a Jesús con los escribas, fariseos y sacerdotes, por envidia, se llenan de odio y lo mataron por medio de gente malvada. (Hech 2, 22)
Misericordia quiero y no sacrificios. Dice Oseas 6, 6.
«¿Con qué me presentaré yo a Yahveh, me inclinaré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré con holocaustos, con becerros añales? ¿Aceptará Yahveh miles de carneros, miríadas de torrentes de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?» «Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.» (Mi 6, 6-8)
¿Cuáles son los sacrificios que le agradan a Dios?
Dios no hace acepción de personas, para él todos somos iguales en dignidad- A Dios le agrada que vivamos en comunión con él y con los demás. Y que lo sigamos, lo amamos y le sirvamos. Pero la Biblia nos presenta algunos espirituales que son agradables a Dios:
a) El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias. ¡Favorece a Sión en tu benevolencia, reconstruye las murallas de Jerusalén! (Slm 51, 19- 20)
b) Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer sacrificios de comunión. (Eclo 35. 1) Guardar los mandamientos de la Ley de Dios es guardar su Palabra. Los mandamientos son palabras santas y divinas que salieron dela boca de Dios.
c) Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es ofrecer sacrificios de alabanza. (Eclo 35. 2) Es la práctica de la caridad; es hacer justicia los pobres y obediencia a Dios.
d) Apartarse del mal es complacer al Señor, sacrificio de expiación apartarse de la injusticia. (Eclo 25, 3) Este sacrificio es romper con el pecado, es huir, es morir al pecado ( 1 de Jn 1, 8- 10; 2 de Tim 2, 22; 2 de Pe 1, 4; Gál 5, 24)
“No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el mandamiento. La ofrenda del justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo. El sacrificio del justo es aceptado, su memorial no se olvidará.” (Eclo 35. 4- 6)
El sacrifico que se ofrece a Dios en pecado no es agradable a Dios:
“Vuestros novilunios y solemnidades aborrecen mi alma: me han resultado un gravamen que me cuesta llevar. Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mí vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda.” (Is 1, 14- 17)
Ha de haber, juntamente con la ofrenda: Obediencia, Justicia y Caridad. Por eso lo primero es limpiar el corazón: Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 18- 19). El Señor perdona nuestros pecados y nos santifica.
El sacrificio que a Dios le agrada a de venir de un corazón limpio, ha de hacerse con amor. Así lo tice Pablo: “El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera.” (1 de Tm 1, 5) Si falta uno de estos tres elementos nuestro sacrificio no es agradable a Dios, así lo explicó Jesús: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23).
Creer y convertirse es lo que agrada a Dios. (Mt 4, 17)
Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. (Rm 12, 1) Es víctima viva por que el corazón está limpio; es santa, porque está en comunión con Cristo, y es agradable a Dios porque viene de una fe sincera. “Sin fe nada es agradable a Dios” (Heb 11, 6) Sin fe no hay amor, no hay obediencia y no hay justicia. Para limpiar el corazón, el Señor Jesús, le entregó a la Iglesia el Sacramento de la Confesión o Penitencia. Y la señal que hemos pasado d ela muerte a la vida es la Caridad (1 de Jn 3, 14). La Fe unida a la Caidad nos lleva a la Espernaza de la vida eterna.
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