PRINCIPIOS PARA LA FORMACIÓN HUMANA
El objetivo:
Enseñar que Evangelizar es llevar a los hombres de situaciones menos humanas a
más humanas. Situaciones de miseria y de pobreza, de desgracia y de no
salvación que no son queridas por Dios, porque no llevan a una superación
personal ni a una vida digna.
Iluminación:
La verdadera Evangelización nos lleva al convencimiento que Dios nos ama
incondicionalmente. Nos da la luz para conocernos a nosotros mismos y nos
invita aponernos de pie para orientar nuestra vida hacia la Casa del Padre,
buscando nuestra realización humana (cf Jn 16 8-13).
La vida es un don y una tarea.
Trabaja y protege, es el primer
Mandamiento de la Biblia para el hombre (Gn 2, 15) Trabaja y protege tu Paraíso,
tu persona, tu familia, tu comunidad, tu sociedad. San Pablo nos dirá: “El que
no trabaje que no coma”. El que no trabaje en su propia realización, liberación
y salvación, se queda al margen del camino, sin realizarse. (2 de Tes 3, 10)
El hombre no está hecho, sino
haciéndose. Lo que se debe de aprender:
1. Tú
eres un alguien,
no eres un algo. Tú eres un sujeto, no eres un objeto. Tú eres una persona, no
eres una cosa. Dios ama a la persona por lo que es, y a las cosas porque están
al servicio de la persona. La persona es un fin en sí misma, las cosas son
medios o instrumentos al servicio de la persona. La Palabra de Dios nos dice:
“No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre y eres mío” “Eres de gran valor, eres precioso a mis ojos
y yo te amo”(Is 43, 1- 4).
2. Aprender
a discernir
entre lo que humaniza y lo que deshumaniza. Saber distinguir entre lo bueno y
lo malo; lo que sirve y lo que impide para el desarrollo de una personalidad
sólida. La Biblia nos dice: Lávense purifíquense, aparten de mi vista sus malas
acciones. Dejen de hacer el mal y aprendan hacer el bien (Is 1, 16- 17).
3. Aprender
hacer el bien y a rechazar el mal. Lo que ayuda a realizarse es lo bueno y lo malo es lo que impide
madurar y crecer como personas. Este principio es presentado por san Pablo y
por los profetas: “Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien” (Rm 12,
9).
4.
La igualdad esencial de los seres
humanos. Igualdad que nos
lleva a decir: “No vales por lo que tienes, vales por lo que eres”. “No vale
más el hombre que la mujer, ni vale ésta menos que el hombre”. “No vale más el
rico que el pobre, ni vale menos el pobre que el rico”. Tampoco vales por lo
que haces o por lo que sabes, esto es accidental, lo esencial lo que eres:
persona: digna, valiosa e importante. Escuchemos a Dios confirmarnos lo
anterior: “Para Él no hay griego o judío; circuncisión o incircuncisión; bárbaro,
escita, esclavo o libre, pues Cristo es todo y está en todos” (Col 3, 11).
5. Camina,
no te arrastres.
Lo que exige ponerse de pie, con los dos pies firmes sobre la tierra, caminar
con dignidad hacia la madurez humana, hacia la realización personal. No te
arrastres ni ante el poder ni ante el oro; ni ante los poderosos ni ante los
ricos. La Palabra de Dios nos dice: “Sé, pues fuerte y valeroso, no te desvíes
ni a izquierda ni a derecha, no temas ni te acobardes porque el Señor tu Dios
estará contigo a donde quiera que vayas (Jos. 1, 7.9) “Te tengo grabado en la
palma de mi mano” (Is 43, 16).
6. Tu
eres un ser de decisiones.
Tú decides tu futuro. Tú decides hacer el bien o hacer el mal, caminar o
arrastrarte. El ambiente en el que te mueves puede influir en tu vida, pero
nunca totalmente, tú tienes la última palabra. Tú decides ser tú mismo y no lo
que otros quieran que tú seas. Todo don perfecto viene de Dios, si quieres lo
aceptas o si no, lo rechazas. La fe no se impone: si tú quieres” Jesús nos
dice: “El que quiera ser mi discípulo… que me siga” (Lc 9, 23) Tú decides amar
o tú decides odiar. “Frente a ti esta la vida y la muerte, el agua y el fuego,
la felicidad o la desdicha, elige, a ti se te dado el poder de elegir” (Dt 30,
15s; Eclo 15, 11- 20).
7. Eres
un don para la Humanidad.
Un regalo para los otros con quienes haz de compartir lo que sabes, lo que
tienes y lo que eres. Necesitas de los demás y ellos necesitan de ti (cf Gn 2,
18). Esto exige una vida dedicada a buscar a Dios. Para llevar una vida en
sinodalidad.
¿Dónde podemos encontrarlo?
Lo
podemos encontrar en el Encuentro con Dios y con los demás: encuentros
interpersonales, liberadores y gozosos. La señal que hemos encontrado a Dios es
en el Amor y en el Servicio libre y con alegría. Si encuentras a Dios en los
demás, en el otro, reconoce que te perteneces y que le perteneces; son de una
misma familia, de una misma raza, la humana; somo hermanos. Luego acepta que el
otro es un don de Dios para ti y tú eres un don de Dios para el otro. Ahora
carga con sus debilidades, con sus defectos, haz tuyas sus necesidades para que
puedas vivir en comunión con Dios y con los demás.
Si queremos ser felices hay que
aprender a vivir una vida dialogada, es decir viviendo de encuentros
interpersonales con los otros. La vida es un diálogo con la “Realidad”, Dios,
los demás, uno mismo y la naturaleza. Hay que intercambiar ideas, palabras,
experiencias, vida: Hay que dar y recibir, ayudar y dejarse ayudar (Gn 2, 18).
El hombre nuevo vive en relación con los
otros, camina y trabaja con ellos, (2 Cor 5, 17) sale de manos de Cristo como
regalo de Dios para los demás para compartir con ellos el amor y el servicio. (Jn
13, 13.34- 35).
Los peores enemigos de nuestra realización
es el individualismo, el totalitarismo y el conformismo que nos convierten en
estatuas, en títeres y en copias. Nunca olvides que eres una Persona única e
irrepetible, valiosa, importante y digna.
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