LA PALABRA DE DIOS ES VIVA Y EFICAZ PARA LLEVARNOS A LA SALVACIÓN Y A LA PERFECCIÓN CRISTIANA.

 LA PALABRA DE DIOS ES VIVA Y EFICAZ PARA LLEVARNOS A LA SALVACIÓN Y A LA PERFECCIÓN CRISTIANA. 

Iluminación: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. (Mt 5, 13- 15)

El relato del evangelio.

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga”. Siguió hablándoles y les dijo: “Pongan atención a lo que están oyendo. La misma medida que utilicen para tratar a los demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará”. Marcos 4, 21-25

Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo (Mt 5, 13- 14)

A todos los que escuchan y obedecen la Palabra de Dios, Jesús les llama “Luz del Mundo”. Estos son sus discípulos o discípulas son portadores de la Palabra que es Luz tal como lo dice el Salmista: Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero. (Slm 119, 105) Jesús ha venido como luz: En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” ( Jn 1. 4) “Jesús les habló de nuevo diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida.” (Jn 8, 12) Para luego decirnos: Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Jn 8, 31- 32).

La Luz de Cristo es para ver las maravillas de Dios y para discernir lo que es bueno y lo que es malo. La Luz es el Amor, la Verdad y la Vida. Su Palabra es Luz que ilumina las tinieblas de nuestro corazón, nos lleva al Juicio y nos conduce por los caminos de la Rectitud. (cfr Jn 16. 8ss) Para recibir la Luz de Cristo hay que pasar por la Puerta Santa, la Puerta estrecha que es Cristo Crucificado ofreciéndose a Padre que nuestros pecados sean perdonados, reconciliados y salvados y entremos al reino de Dios con la “Lámpara encendida, y ser llamados Luz del Mundo” (Mt 5 14).

Del Encuentro con Jesús Crucificado- Resucitado, salimos con la luz de la fe encendida en nuestros corazones. Salimos de las manos de Cristo como un Regalo para la Iglesia, para la familia y para todos los demás. Todos los dones de Dios son para nuestra propia realización y para la realización de los demás. No se enciende una lámpara para esconderla debajo de la cama o debajo del tapete, es para ponerse en un lugar alto para que todos los que lo vean y sean iluminados con la Palabra y con el Testimonio. Somos regalo de Cristo para servir a los demás, a todos: hombres y mujeres, judíos y gentiles, pobres y ricos, sabios o analfabetas, todos somos uno en Cristo (cfr Col 3, 11). Jesús vino por todos y murió por todos. El que crea y se bautice se salvará (Mc 16, 16).

La Iglesia existe para evangelizar.

Evangelizar es anunciar el Nombre de Cristo, encender los  corazones con la Luz de la Palabra. Para todo aquel que la escuche y la acepte sea discípulo o discípula de Cristo. Todo discípulo es pertenencia de Cristo, lo ama y lo sirve. Juan nos dice que todo el que pertenece a Cristo: El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.» (Jn 8, 47) 

Todo el que no es de Cristo está apagado, camina en tinieblas, es ciego y no sabe a donde va (Ef 5, 7-8; Mt 15, 14; Lc 6, 39- 40) Pablo nos dice que todo el que es de Cristo está crucificado con él, muriendo al pecado y viviendo para Dios (Gál 5, 24) La obediencia de la Palabra y la Cruz de Jesús son inseparables. Lacruz es centro de Luz de la que brota la caridad, la humildad y la obediencia. “Mi vida no me la quitan, yo la entrego y no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos. (cfr Jn 10, 18; 15, 13) Pablo nos habla acerca de la humildad y de la obediencia desde la Cruz: Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. (Flp 2, 7- 8). De la Cruz de Cristo brota la Luz que es amor, verdad y vida, humildad, mansedumbre, castidad y pureza de vida (Jn 14, 6: Mt 11, 29; 1 de Cor 6, 18). 

La evangelización nos lleva al conocimiento de la Verdad (1 de Tm 2, 4)

Al Ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo, el Veraz, el que=tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir. Conozco tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado mi Palabra y no has renegado de mi nombre. (Apoc 3, 7- 8)

Es la puerta de la evangelización que Cristo dejó a su Iglesia: Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» (Mt 28, 19- 20)

La Palabra de Dios es brújula que nos conduce a la Vida eterna. 

Nos lleva a la salvación y a la perfección cristiana, es Palabra viva y eficaz: “Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena”. (2 de Tim 3, 14- 17)