LA
ESCUELA DE JESÚS ESTÁ SERVICIO DEL AMOR Y DE LA VIDA.
Objetivo: Formar en el respeto de la dignidad de cada persona y
en los valores de la verdad, del amor y de la justicia que nos lleva a la paz,
para erradicar la injusticia y la opresión de nuestras vidas, familias y
comunidades.
Iluminación: Promover la pastoral de la infancia, de la adolescencia y
de los jóvenes. Enseñándoles a amar la verdad, a discernir entre lo bueno y lo
malo, conocer lo justo, lo noble, lo virtuoso; a reconocerse como personas con
una dignidad inalienable; ayudándoles a desarrollar su creatividad y a cultivar
los valores y las virtudes del Reino de Dios que les permitan superar las
tentaciones de la droga, del alcoholismo, y de todas las formas de violencia.
(Qué en Cristo nuestra Paz, México tenga vida digna. CEM, págs. 73- 76).
1.
Humanizar nuestra existencia.
Potenciar el
papel de la familia en la construcción de la paz. “La familia es vehículo
privilegiado para la trasmisión de aquellos valores religiosos y culturales que
ayudan a la persona a adquirir su propia identidad” (G. S. no. 47). Los grandes
promotores de la paz y justicia se forjan en la familia.
Las primeras lecciones de la vida se
reciben en la Familia, los padres son los primeros educadores. Recordemos el
principio filosófico: "Nadie da lo que no tiene". Cuando el hombre o
la familia están vacíos de amor, lo único que se puede esperar es el maltrato
violento y agresivo, la falta de educación en los valores, la desintegración
familiar y civil.
Hoy, todo hombre que piense en serio y
quiera ser protagonista de su propia historia, ha de aceptar el desafío de
trabajar con todo en la
"humanización de la educación, de la economía, de la política y de la
religión". Humanizar significa trabajar en la "Civilización del
Amor" y en la "Construcción de un universo ordenado" en el que
todo hombre sea visto como un fin en sí mismo, y no como un medio al servicio
del sistema o de intereses egoístas.
Existen en la escuela de la vida
algunas lecciones fundamentales, que serían lo primero que se tiene que enseñar
desde los primeros años de la existencia. Sería como el poner los cimientos de
la estructura en cada ser humano. "La Civilización del Amor ha de
cimentarse en tres columnas que dan consistencia al "Edificio
Espiritual": La Verdad, el Amor y la Vida. El objetivo que nos involucra a
todos es hacer de la Humanidad, una gran Familia; una Comunidad en la que todos
seamos hijos del Dios Amor, Hermanos y Servidores unos de los otros según el
Mandamiento Regio de Jesús (Jn 13, 34- 35).
a) La
primera lección. Tú no eres un algo, eres un alguien, valioso, importante y
digno. Tener conciencia de
la propia dignidad, valor intrínseco que ayuda a dar respuesta a cinco
preguntas fundamentales de la existencia humana: ¿Cómo te piensas? ¿Cómo te
miras? ¿Cómo te aceptas? ¿Cómo te valoras? y ¿Cómo te amas? Cada respuesta será
válida y constructiva si se da a la luz del Amor. Qué hermoso es hacer nuestras
las palabras de Isaías: "Eres de gran valor y Yo te amo" (Is 43, 4).
b) La
segunda lección. Aprende a distinguir entre lo bueno y lo malo. Lo bueno es todo lo que ayuda a
realizarse como ser humano, persona. Lo malo es todo aquello que impide tu
realización como lo que eres, un ser único e irrepetible. Es el momento para
empezar a aprender hacer juicios prácticos y a llamar a las cosas por su nombre
y encontrarles el sentido. La persona es más importante que las cosas, y éstas
han de estar al servicio de la persona. Este es el momento para iniciarse en el
mundo de los valores, como el compartir.
c) La
tercera lección. Rechaza el mal y haz el bien. Es un momento precioso para poner en
práctica el libre albedrío, escoger entre el bien y el mal, entre lo malo y lo
bueno. Muchos son los que, a lo bueno, le llaman malo y a lo malo bueno.
Realidad que ha llevado a muchos al "vacío existencial" y a la
"inversión de valores", fuente de guerras, guerrillas, divorcios,
destrucción familiar, divisiones, tanto entre los individuos como entre las
naciones. El hombre no es visto como un fin en sí mismo, como un alguien, sino
como un objeto que se le valora por lo que tiene o por lo que produce. Se le
instrumentaliza, se le manipula, para luego desecharlo o eliminarlo.
d) La
cuarta lección. Todos somos iguales en dignidad, hombres y mujeres, pobres y ricos,
niños y ancianos, poseemos una misma dignidad. Nadie vale por lo que tiene o
por lo que hace; valemos por lo que somos, seres humanos, personas que
participamos de una misma naturaleza, somos iguales, pero distintos. Cada ser
humano es único e irrepetible, a la vez que tenemos una originalidad y una
diversidad que nos hace comprender que no existe "equidad de género".
Somos distintos y somos complemento de unos para otros, de manera que decimos:
El hombre es el complemento de la mujer y la mujer es el complemento para el
hombre (Gn. 1, 27).
e) La
quinta lección: El hombre un ser para los demás.
Para aprender a vivir, se hade enseñar la hermosa realidad que somos una
bendición: somos regalo para los demás, y los otros son regalo para nosotros.
El hombre se realiza compartiendo los valores que posea con los demás. Nadie se realiza sólo.
f) La
sexta lección. Aprender a vivir de encuentros interpersonales. El hombre es un ser en relación. Urge
educar al hombre en la dinámica del amor, para que se inicie en el camino que
lleva a la realización humana con otros a quienes debe reconocer como personas
valiosas en sí mismas; las acepte por lo
que son, y las respete incondicionalmente, y así pueda vivir de encuentros
interpersonales, compartiendo lo que sabe, lo que tiene y lo que es, un ser que
se humaniza viviendo de encuentros con otros a quienes acoge como seres iguales
en dignidad y a quienes se entrega para ayudar a crecer como personas. Tengamos
como norma: "Nadie se realiza solo, necesitamos de los demás y los demás
necesitan de nosotros" (cf Gn 2, 18). Tanto, para crecer en las virtudes
como en los vicios, necesitamos con quien hacerlo: otros seres humanos.
2. Trabajemos en construir nuestra familias a la luz de la moral familiar.
Aprendamos el arte de trabajar con
otros en favor de otros para que podamos realizar la Misión que nos encomendó
el Señor. No es tarea fácil, pero no podemos evitarla, si queremos tener
familias unidas y bonitas, hemos de trabajar en la humanización de nuestras
actitudes y de nuestras conductas, para que, como seres en proyección ir
adquiriendo un rostro cada vez más personal y más humano. En esta tarea no
estamos solos, y no podemos realizarnos solos, necesitamos a los demás y ellos
nos necesitan a nosotros.
Que nuestra
acción pastoral esté orientada a formar patrones de conducta en las relaciones
familiares que estén fundamentadas en el respeto, la paz y en la justicia.
Fuera toda violencia, toda agresividad, toda injusticia.
Además, promover en
las familias y en los discípulos de Jesús el trato digno y respetuoso hacia
todo ser humano, pero especialmente, hacia las mujeres. Acompañándolas y
promoviéndolas para que sean promotoras de nuevas familias y de una nueva
nación.
Que nuestro
compromiso sea trabajar, tutelar, promover y defender la dignidad y derechos
inalienables de los niños y de las niñas, de nuestros adolescentes, jóvenes y
ancianos. "De acuerdo a las palabras de san Pablo: educar para la fe y para el amor.
“Hijos,
obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. Honra a tu padre
y a tu madre, tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: Para
que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra. Padres, no exasperéis a
vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción y la corrección
según el Señor". (Ef 6, 1- 4)
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