ES NECESARIO QUE ÉL CREZCA Y QUE YO DISMINUYA.

 

ES NECESARIO QUE ÉL CREZCA Y QUE YO DISMINUYA.



Iluminación: Nosotros permanecemos fieles al único verdadero, porque permanecemos en su Hijo Jesucristo. Él es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos míos, no adoren a los ídolos. (1 de Jn 5, 20- 21)

Ídolo es todo aquello que ponemos en el corazón en ligar de Dios, en lugar de Cristo. Nada de lo que ha sido creado por Dios puede ser adorado, es creatura. La idolatría es llamada también “Inversión de valores” que viene de una ceguera espiritual. Llamarle a lo bueno malo y a lo malo bueno. Convertir los medios es fines. Valorarse por o que tiene y por lo que eres. Ídolos como son el poder, el tener o el placer hacen del hombre una cosa, un objeto, un instrumento de placer o de trabajo- Valoran las cosas o los lujos más que a las personas. Se cae en el pecado religioso que consiste en hacer “acepción de personas” que hace arrastrarse frente al oro o ante el poder, ante los ricos y ante los poderosos.

No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Puesto que todo lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas - no viene del Padre, sino del mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 de Jn 2 15- 17)

Juan habla del mundo como un sistema de doctrinas o de ideologías que rechazan a Jesús, su Palabra y su Obra. El mundo ofrece las concupiscencias de la carne: el poder, el tener y el placer que son medios para nuestra realización, pero los convertimos en fines, en ídolos. La “Inversión de valores,” la moderna idolatría confunde a Dios con sus obras y hacer de los medios que Dios nos ha dado para nuestra realización, hacerlos de ellos nuestros dioses, así lo dice el profeta Jeremías: Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen. (Jer 2, 13) Los ídolos nos oprimen, nos esclavizan, nos manipulan, nos engañan nos oprimen y no matan. Dos ídolos quieren gobernar nuestras vidas: El conformismo y el totalitarismo. El primero quiere que hagamos lo que otros hacen y nos convierten en copias. El otro quiere que hagamos loque otros dicen, y nos convierten en ´títeres; los dos son hijos de la mentira que nos dice: “Cuánto tienes, cuánto vales”. La verdad nos enseña que valemos por lo que somos, personas, valiosas importantes y dignas, capaces de pensar, discernir y hacer.

El pecado es el origen de la idolatría.

Para san Pablo: Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios -  y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, (Rm 3, 23- 24) Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres respecto de la justicia. ¿Qué frutos cosechasteis entonces de aquellas cosas que al presente os avergüenzan? Pues su fin es la muerte. Pero al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna. Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Rm 6, 20- 23)

Para san Juan: Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros. (1 de n 1, 8- 10)

Si alguno ve que su hermano comete un pecado de los que no llevan a la muerte, que pida por él y le obtendrá la vida. Esto vale para los que cometen pecados que no llevan a la muerte, porque hay un pecado que sí lleva a la muerte (por ése no digo que se pida). Toda mala acción es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte. (1 de Jn 5)

Existen pecados veniales y hay pecados mortales. estos levan a la muerte; los veniales nos debilitan, pero, perseveramos en la gracia de Dios, pues no nos matan. ¿Qué podemos hacer frente al pecado mortal de los otros? Jesús nos dice: “No juzguen, no condenen y no maldigan (Mt 7, ) Jesús nos invita amar y a orar por nuestros enemigos (cfr Lc 6, 27-28)Tal como él lo hizo desde la cruz: “Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).

 

 

En una boda, el que tiene a la novia es el novio; en cambio, el amigo del novio, que lo acompaña y lo oye hablar, se alegra mucho de oír su voz. Así también yo me lleno ahora de alegría. Es necesario que él crezca y que yo venga a menos”. (Jn 3, 29- 30)

Jesús es el esposo, la Iglesia es la esposa y Juan es el amigo que se alegra con la presencia del esposo y con su Obra, por eso reconoce con gran humildad que debe de desaparecer: “Es necesario que él crezca y que yo venga a menos”. (Jn 3, 30) Él se ofrece como víctima que se inmola por a Verdad que es Jesús: disminuir hasta desaparecer. Y de esta manera nos muestra el camino a seguir para que Jesús crezca en nuestros corazones. “Disminuir hasta desaparecer”.

Es el camino que el mismo Jesús nos propone: El Nuevo Nacimiento.

Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. (Lc 9, 23) Negarse es morir al pecado pasando por la cruz de Jesús y seguirlo. Es decir para amarlo. Creer en Jesús es aceptarlo como Aquel que nos amó y se entregó por nosotros, murió para el perdón de nuestros pecados. Es aceptarlo como nuestro Salvador. En virtud de su muerte nuestros pecados son perdonados recibimos el don del Espíritu Santo, nacemos de Dios y para Dios. Ahora con una fe sincera y con un corazón limpio podemos amarlo por lo que él es y no por lo que él tiene. (1 de Tim 1, 5) Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros, entre nosotros y a favor de nosotros (cf Mt 1 23) Es nuestro Salvador, Maestro y Señor.

Jesús nos ha dado un Espíritu de Amor, Fortaleza y Dominio propio (2 de Tm 1, 7) Para que aborrezcamos el mal y amemos apasionadamente el bien, y con el bien vencer al mal (Rm 12, 9. 21) Con la confianza de que él nos ama, nos perdona, nos salva y escucha nuestras oraciones. Tan solo nos pide dos cosas: Ámame y Sígueme como discípulos que somos de él.

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