EN
LA ESCUELA DE JESÚS SE APRENDE A SERVIR.
Objetivo:
Mostrar un camino de la formación humana de manera sencilla a todos los que
quieran tomar la vida en serio y trabajar en la “Civilización del Amor, para
que nos ayudemos a ser más personas y mejores seres humanos.
Iluminación:
“Venid a mí, todos
los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi
yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt
11, 28-29) El encuentro con Jesucristo
vivo lleva a los creyentes a una conversión del corazón que en la comunidad
cristiana se manifiesta en la virtud de la solidaridad con todos los hombres:
Esta solidaridad es expresión de la operante caridad (CEM, 2000 Carta
Pastoral .Del Encuentro con Jesucristo… 223. Pág 99)
1.
¿Qué enseña Jesús?
Jesús, es el Maestro que enseña con
sus palabras y con su vida el “Arte de vivir en Comunión.” Es decir, “El arte de amar, el arte de servir y el arte
de compartir”. La enseñanza de Jesús queda resumida en su Mandamiento: “Ámense
los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34).
Dios es Amor y creó al hombre por amor
y para amar, a imagen y semejanza suya, los creó (cfr Gn 1, 27). El Amor de
Dios es la fuerza de la Redención: “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquél que
cree en Él, no se pierda, más tenga vida eterna” (Jn 3, 16). No debe haber cosa más importante,
valiosa y digna para el hombre que aprender a amar, para que la experiencia de
la vida le haga gritar, aunque sólo sea una vez en la vida, con la fuerza de
sus pulmones: "Lo que importa es amar". Sólo los hombres que aman
aprenden el camino de la felicidad, recordando que la puerta de ésta, sólo se
abre hacia fuera, y sólo los que salen fuera logran conquistar una vida plena,
fértil y fecunda, son capaces de alcanzarla. Aprender amar de manera intensa y
apasionada, y no de cualquier otra manera para comprender que Dios a todos nos
ama inmensa e incondicionalmente.
El arte de amar no admite dilaciones,
es forjador de conciencias, de familias, de comunidades y de naciones. Es el
camino para aprender a vivir en "comunión" con el Otro, con lo otro,
con los otros y consigo mismo. Es el camino para cultivar y proteger la "Perla
preciosa" que todo ser humano lleva en su interior: su "dignidad
humana", sede de valores, derechos y deberes. El arte de amar es el
guardián del crecimiento integral, y a la vez, es el camino de la madurez
humana. El hombre sólo se realiza amando, entendiendo el amor como un darse y
entregarse en servicio, al estilo de Jesús, en favor de otros para que tengan
una vida más digna, y se hagan así más personas y mejores personas.
2.
El amor nos hace personas.
El amor es la esencia de la
responsabilidad y de la libertad, sin las cuales el hombre se queda convertido
en un simple hilacho humano, en un simple bosquejo de persona. Sólo a la luz
del amor, el hombre descubre el sentido de su existencia y puede darle a su
vida orientación y sentido, cultivando lo que realmente de humano lleva en su
interior: la bondad, la justicia, la verdad y la unicidad. Con cuánta razón el
evangelista san Juan nos dijo: "Todo el que ama ha nacido de Dios, conoce
a Dios y permanece en él" (1 Jn 4,7). El amor es la fuerza que todo lo
puede. Acorta distancias, reconcilia a los enemigos, une lo que está separado,
nos lleva a la verdad que nos hace libres, honestos, sinceros e íntegros, nos
pone de pie y nos hace caminar hacia nuestra realización plena, llevando una
vida donada y entregada, como regalo para los demás. (Jn 8, 32) Ese es el
sentido de la "fracción del pan", de la que Jesús hizo su
Mandamiento: "Hagan esto en memoria mía" (Lc 22, 19).
3.
El Amor y el Nuevo Nacimiento
El arte de amar, para quien quiera
aventurarse en el camino del amor tiene como exigencia primordial el
"Nuevo Nacimiento" (Jn 3, 1-5) No se trata de ponerle un parche a la
vida (Mc 2, 21), de nada serviría. Todas las cosas tienen que hacerse nuevas,
recordando las palabras del Señor Jesús: "Yo soy el que hace las cosas
nuevas" (Apoc 21, 5). El camino que él nos propone ha sido recorrido y
transitado por él, en primer lugar, y por muchísimos discípulos y discípulas
que a lo largo de los siglos han seguido sus huellas: "La Cruz" es el
camino que nos lleva a la "Resurrección". Cuando pasamos de la muerte
a la vida, aparecen las señales del amor: la paz y la alegría, la verdad y la
justicia, la solidaridad y el servicio. San Pablo, testigo de todas estas cosas
nos dijo: "Todo el que es de Cristo, está crucificado con él, muriendo al
pecado y viviendo para Dios" (Gál 5, 24). Verdades que encuentran su
fundamento en las palabras del Evangelio; "Si el grano de trigo no muere,
estéril se queda" (Jn 12, 24).
El Amor que sólo viene de Dios, se ha
manifestado en Cristo Jesús, nacido para nuestra salvación y nos ha manifestado
el rostro del Padre que es Amor: "Quien me ve a mí, ve al Padre (Jn 14, 7)
Cristo Jesús es el revelador del Padre y de todo hombre. Él es lo que nosotros
estamos llamados a ser. Ahora los que creemos en su Amor podemos corresponder
con amor a Aquél que nos amó primero; podemos salir afuera y amar a los demás y
a todo lo que Dios ama. Qué hermosas las palabras de san Pablo: “Dios ha
derramado su Amor en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha
dado" (Rom 5, 5). Nos hace partícipes de su esencia para que seamos amor
entregado de Cristo a los otros, a todos.
4.
Creer en el Amor de Dios.
Creer en el amor es aceptar que el
arte de amar es el mejor, y él único camino de humanización y personalización.
El hombre fue creado por amor, con amor y para amar. Realizarse como persona es
el camino de la felicidad orientado siempre a vivir de encuentros
interpersonales; encuentros liberadores y gozosos que van dejando el sabor de
la satisfacción, aún a pesar de las aparentes derrotas del camino. Las huellas
de tentaciones y crisis no superadas están ahí, invitando a sacudirse y
aprender de las experiencias de la vida. El hombre decide ponerse de pie y
retomar al camino que lo lleva a la Plenitud. Camino que se hace con otros, y
siempre a favor de otros, ya que nadie se realiza sólo (cfr Gn 2, 18). Creer en
el Amor es estar abiertos a la Palabra, a la acción del Espíritu, al servicio
como donación y entrega gratuita para seguir las huellas de Jesús que por amor
se donó y entrego por mí, por todos, por su Iglesia (Gál 2, 20; Ef 5, 2; Ef 5,
25).
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