EL QUE HACE LA VOLUTAD DE MI PADRE ES MI MADRE, MI HERMANA Y MI HERMANO

 EL QUE HACE LA VOLUTAD DE MI PADRE ES MI MADRE, MI HERMANA Y MI HERMANO



Iluminación: Por eso, al entrar al mundo, Cristo dijo, conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad”.


Comienza por decir: No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado – siendo así que eso es lo que pedía la ley–; y luego añade: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad”.

Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez por todas. Palabra de Dios. De la carta a los hebreos 10, 1-10

¿Cuál es la Voluntad de Dios?

Para Pablo la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 de Tim 2, 4) ¿Cómo pueden llegar los hombres al conocimiento de la verdad? ¿Cómo puede llegar la salvación a los hombres? La respuesta nos la entrega san Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. (Jn 3, 16) La salvación llega a nosotros por la fe y la conversión (Mt 4, 17: Mc 1, 15) La fe viene de lo que se escucha, a Palabra de Dios (Rm 10, 17) El conocimiento de la Palabra nos lleva al conocimiento de la Verdad que nos lleva al Amor y a la Vida (cfr Jn 14, 6) Y la salvación llega a nosotros por los Sacramentos.

La Voluntad de Dios lo dice san Juan: Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio. (1 de Jn 3, 23- 24)


“Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad”.


Cristo hizo de la Voluntad de su Padre la “delicia de su Vida (Jn 4, 34) Fue Ungido con el Espíritu Santo para que ofreciera su vida como u sacrificio perfecto, y así nos sacara de la muerte y nos levara a la vida: nos sacara del pecado y nos llevara a la Gracia. (Rm 6, 23; Ef 2, 4- 6) Para que por la fe en Jesucristo recibiéramos la Justificación: el perdón de nuestros pecados y recibiéramos el don del Espíritu Santo (cfr Rm 5 1) Y por la fe fuéramos hijos de Dios (Gal 3, 26-27)

La Voluntad de Dios es que seamos salvados por la Fe y la conversión (Mc 1, 15) Hablamos de la fe sincera, unida a un corazón que se ha lavado en la sangre de Cristo y unida a una intención recta (cfr 1 de Tm 1, 5) Por La Fe sincera todo lo de Cristo es nuestro, si nosotros somos de Cristo.  (1 de Cor 3, 21) Por la Fe sincera estamos en comunión con Cristo: le pertenecemos, lo amamos y lo servimos. Sólo así podemos entender que todo el que le pertenece a Cristo está crucificado con él, está muriendo al pecado y viviendo para Dios (cfr Rm 6, 11; Gál 5 24)

La Voluntad de Dios es que no pequemos (1 de Jn 2, 1). Que nuestro amor no sea fingido, que aborrezcamos el mal y que amemos apasionadamente el bien (cfr Rm 12, 9) El amor brota y nace de un corazón limpio para que todo lo que hagamos sea grato y agradable a Dios (cfr Mt 7, 21) Y así podamos ofrecer a Dios un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, como nuestro culto espiritual, esa es la voluntad de Dios (cfr Rm 12, 1)

La enseñanza de Jesús sobre el Reino de Dios.

En aquel tiempo, llegaron a donde estaba Jesús, su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: "Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan" Él les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre". (Marcos 3, 31-35)

Al Reino de Dios no entramos por los lazos familiares: “Nada de lo que es carne y sangre entra en el Reino de Dios, (1 de Cor 15, 50) Para Jesús al Reino de Dios entran solo los que creen en él y se convierten a él (Mt 4, 17; Mc 1, 15) Creer y convertirse equivale a escuchar su Palabra y obedecerla para construir la casa sobre la Roca, lo firme, lo estable, lo seguro y lo real (cfr Mt 7, 24) El que cree y obedece la Palabra camina en la Verdad que, nos lleva al Amor y a la Libertad, a la Justicia y a la Santidad (cfn 14, 6). Esa es nuestra vocación, la Voluntad de Dios: Nuestra santificación (1 de Tes 3. 4). 

Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".

Jesús nos quiere mostrar el camino para pertenecer a la Familia de Dios: Hacer su Voluntad para ser madre, hermanos y hermanas. En esta Familia María es la primera en creer, en ser discípula de Jesús, al decirnos: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1, 38) El Fiat de María es la respuesta a la Voluntad de Dios. Y El Verbo se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros- (Jn 1, 14) María es madre doblemente: Madre por que dio a luz a su Hijo, y madre por que escuchó la Palabra y la puso en práctica.





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