EL
AMOR ES LA MADRE DE LA PAZ Y LLENA LOS VACÍOS DE NUSTRO CORAZÓN.
Iluminación: Atribulados
en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no
abandonados; derribados, mas no aniquilados. (2 de Cor 4, 8- 9)
El
Amor de Dios, no es el amor humano.
Los amores humanos son
convencionales, utilitaristas, interesados, en cambio el amor de Dios es
incondicional, inabarcable, eterno e infinito. ¿Dónde se encuentra? En los que
tienen fe y esperanza. Sin el amor, la fe y la esperanza desaparecen, se
esconden y se van de la casa. Escuchemos la Palabra decirnos:
“El amor es comprensivo, el
amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es
mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de
la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin
límites, espera sin límites, aguanta sin límites”. (1Co 13, 4-7)
Donde hay envidia, mentira y
malicia, no hay amor.
Y de un corazón vacío de
amor, está también vacío de Dios que es amor. De un corazón vacío sale la
agresividad, el aislamiento, el aburrimiento, la frustración que nos traen las
guerras, las guerrillas, los fraudes, los abortos, los crímenes, etc. El amor
de Dios es eterno, no cambia: El amor no pasa nunca. El don de predicar se
acabará. El don de lenguas enmudecerá. El saber se acabará. Mi conocer es por
ahora inmaduro; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra:
quedan la fe, la esperanza, el amor: éstas tres. La más grande es el amor. (1Co
13, 8-9. 13)
Pasa la fama, el prestigio,
el poder, la riqueza, la belleza, y más: “Pues toda carne es como hierba y todo
su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor; pero la
Palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la Palabra: la Buena Nueva
anunciada a vosotros”. (1 de Pe 1,24- 25)
De la escucha de la Palabra
nace la fe, el amor, la paz y el gozo en el Señor. (Rm 10, 17; Rm 14, 17) “Por
encima de todo, procurad el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que
la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido
convocados, en un solo cuerpo”. (Col 3, 14-15) Donde hay amor hay Unidad y
armonía interior y exterior, con Dios y con los demás.
Pidamos al Señor que derrame
su Amor en nuestro corazón para que podamos vencer el mal, el amor es
poderosísimo. “A aquel que tiene sumo poder para hacer muchísimo más de lo que
pedimos o pensamos, con la energía que obra en nosotros, a él la gloria en la
Iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones por los siglos de los
siglos. Amén”. (Ef 3, 20-21)
La energía y el poder de
Dios es el amor que actúa en nosotros para que en todo hagamos siempre la
“Voluntad de Dios” a la que Juan la resumen diciendo: “Ámense los unos a los
otros”. Como Yo los he amado (Jn 13, 34) Pablo nos dice lo mismo, pero extiende
su mensaje:
Vuestra caridad sea sin
fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los
unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin
negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la
esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración;
compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. (Rm
12, 9- 13)
Para Pablo la caridad es la
vida de Dios derramada en nuestro corazón como amor, juntamente con el Espíritu
Santo que nos ha dado (Rm 5, 5) Y que es cordial, humilde, fervoroso,
servicial, orante, alegre, sufrido y hospitalario.
Los amores fingidos nos
llevan a la hipocresía, que nos hace ser pura fachada. Lo que significa vivir
en la mentira, Y por lo tanto vacíos de Dios y de Amor. ¿Qué podemos hacer?
Hacer un alto en la vida, dar media vuelta para orientar nuestra vida hacia
Aquel que no amó y se entregó por nosotros (Ef 5, 2) Que significa lo mismo que
dejarnos encontrar por él (Lc 15, 4)
Dejarse encontrar por el
Buen Pastor significa reconocer que estamos vacíos de Dios y de su Amor.
Significa también, reconocer que nos hemos equivocado, erramos en el blanco,
hemos pecado. Aceptar que estamos necesitados de ayuda. Y que esa ayuda es
Cristo, el Señor que nos espera con los brazos abiertos para darnos su Perdón y
su Paz.
A esto le llamamos Nacer de
Nuevo. (Jn 1, 11- 12)
La experiencia de sabernos
amados, perdonados y reconciliados por el Amor que se ha manifestado en
Jesucristo nuestro Señor. Experiencia que enciende el Amor de Dios en nuestro
corazón Para que amemos al Señor, nos amemos a nosotros mismos y amemos a los
demás.
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