BELEN ES LA
CASA DEL PAN DE LA PALABRA Y DEL PAN DE LA EUCARISTÍA.
Iluminación: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”». (Mt 2, 1-
12)
La Iglesia será formada con gente que viene de todas las naciones.
¡LEVÁNTATE y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, y su gloria se verá sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen hacia ti; llegan tus hijos desde lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, y estarás radiante; tu corazón se asombrará, se ensanchará, porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti, y a ti llegan las riquezas de los pueblos. Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso, y proclaman las alabanzas del Señor. (Is 60, 1- 6)
Cristo Luz de Mundo resplandece sobre la Humanidad. Viene como Luz a traernos Vida en abundancia (Jn
1, 4; Jn 10. 10) “Yo Soy la Luz del Mundo” (Jn 8, 12) La Luz es Amor, es
Verdad, es Vida, es Santidad (Jn 14, 6) Cristo enciende su Luz en los corazones
que creen y se convierten a Él (Mc 1, 15; Mt 4, 17) Luego envía a los suyos, a
iluminar a todas as naciones para formar su Iglesia con gente venida de todos
los países (cfr Mt 28, 19- 20) Según la voluntad de Dios que quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad (1 de Tm 2, 4)
Todo
bautizado es llamado a evangelizar: ser estrella de Belén.
Pues todo lo
que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y
levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo. Así pues, mirad
atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes, sino como prudentes; aprovechando
bien el tiempo presente, porque los días son malos. (Ef 5, 14. 16)
El Pan de la
Palabra y el Pan de la Eucaristía nos convierte en hijos de Dios, en amigos,
discípulos y apóstoles de Jesús. El pan es comida, la comida es alimento y el
alimento es vida. “Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice:
Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará
Cristo. Así pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes,
sino como prudentes; aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son
malos.” (Ef 5, 14- 16)
Vayan pues y den de comer y de beber
a los hambrientos, vistan a los desnudos, acojan y hospeden a los forasteros,
dándoles mi Palabra y mi Carne que son comida y bebida. Jesús es Palabra de
Dios hecha carne y es Pan bajado del cielo-(Mt 25, 35- 36; Jn 6, 51- 58)
Vayan y llev la Luz de Cristo hasta los rincones de la tierra. Lleven mi Palabra que es Luz y es Vida. Al estilo de Jesús, sin obligar ni forzar a nadie. La Palabra nos conduce la verdad plena (cfr Jn 16, 13) Caminemos en la Verdad de Jesús para habitar en su Plenitud. (cfr Col 2, 9)
El Camino para evangelizar y ser Luz de las naciones (Mt 5, |3)
En el evangelio
de Mateo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y
yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi
yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30) Es el llamado a la
conversión para entrar en su Descanso.
En el
evangelio de Marcos: Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía
la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder
acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: “Levántate ahí en medio.” Y
les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida
en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira,
apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la
extendió y quedó restablecida su mano. (Mc 3, 1- 5) Jesús viene a restaurar nuestros
miembros paralizados. Nos levanta y nos pone a caminar.
En el
evangelio de Lucas: «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha
parecido bien daros a vosotros el Reino. «Vended vuestros bienes y dad limosna.
Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde
no llega el ladrón, ni la polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón. (Lc 12, 32- 34) Un Reino de amor, de paz y
de gozo en el Espíritu. (Rm 14, 17)
En el evangelio
de Juan: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros.
Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En
esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los
otros.» (Jn 13, 34- 35) Nos enseña el arte de amar para vivir en Comunidad
fraterna, solidaria y servicial.
Pablo habla
de una nueva creación: Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva
creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos
reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque
en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las
transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la
reconciliación. (2 de Cor 5, 17- 19)
En la carta a los romanos: La caridad no hace mal al prójimo. La caridad
es, por tanto, la ley en su plenitud. Y esto, teniendo en cuenta el momento en que
vivimos. Porque es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más
cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se
avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de
las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de
comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y
envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la
carne para satisfacer sus concupiscencias. (Rm 13. 10- 14)
En la carta
a los efesios nos habla del Hombre Nuevo: Pero no es éste el Cristo
que vosotros habéis aprendido, si es que habéis oído hablar de él y en él
habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús a despojaros, en cuanto a
vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción
de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra mente, y a revestiros
del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad.
(Ef 4, 20- 24)
En la primera carta de Juan que nadie viva engañado: En esto
sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le
conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en
él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado
a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en
él, debe vivir como vivió él. (1 de Jn 2, 3- 6)
En la
segunda carta de Pedro nos habla de los frutos de la fe: Por medio
de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para
que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la
corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. Por esta misma razón,
poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el
conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la
tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad.
Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en abundancia, no os dejarán inactivos
ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesucristo. Quien
no las tenga es ciego y corto de vista; ha echado al olvido la purificación de
sus pecados pasados. (2 de Pe. 1. 4-9)
En la carta
a Santiago nos recuerda que la fe debe de tener frutos para que sea sincera: ¿De qué
sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso
podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del
sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y
hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así
también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. (Snt 2, 13- 17)
La Palabra nos
lleva a la salvación y a la perfección: Tú, en cambio, persevera en lo que
aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y
que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que
lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es
inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para
educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado
para toda obra buena. (2 de Tm 3, 14- 17)
“Estén
ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que
esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame,
al instante le abran”. (Lc 12, 35- 36)
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