AYUNAR PARA ESTAR CON EL ESPOSO.

 

AYUNAR PARA ESTAR CON EL ESPOSO.



Iluminación: «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mt 6, 16- 18)

 

El relato evangélico.

En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?”

Jesús les contestó: “¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el esposo está con ellos? Mientras está con ellos el esposo, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el esposo les será quitado y entonces sí ayunarán.

Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”. (Marcos 2,18-22)

El evangelio de hoy nos presenta tres enseñanzas sobre el ayuno, la intención el corazón y el vino nuevo.

El sentido del ayuno.

“¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?” ¿Qué clase de Maestro eres Tú? ¿Qué clase de profeta eres? Que no enseñas a tus discípulos las tradiciones d en nuestros padres. Que ayunaban dos veces a la semana. La respuesta de Jesús es veraz: ¿Cómo pueden ayunar los invitados a una boda mientras el esposo esté con ellos? Cuando se los quiten, entonces si ayunaran, El sentido del ayuno es estar con Jesús, el Esposo de la iglesia.

Todo el que está con Jesús es un hombre nuevo (Ef 4, 24) Es una Nueva Creación (2 de Cor 5, 17) Es un hombre Nuevo, pero no está hecho, sino que está haciéndose, ahora debe ayunar para negarle al hombre viejo que lleva dentro, el alimento, debe matarlo de hambre (Col 3, 5) Con el ayuno mortifica a sus instintos y sus impulsos para fortalecer su espíritu y hacerse fuerte en la fe. Refrena los impulsos de la carne para enraizar las raíces de la fe que son la humildad, la mansedumbre y la pureza de corazón.

El ayuno que Dios nos propone es negarle el alimento al hombre viejo, alimento que llega por los sentidos.  “Niégale a tu ojo… el placer de complacerte. Niégale a tu mano… niégale a tu oído … a tu lengua… a tu pie…  a tu tacto… el placer de complacerte… (Mt 5, 28ss)

Quien alimenta al hombre viejo no tiene hambre de Dios. El alimento que nutre y fortalece es hacer la voluntad de Dios (Jn 4, 34; Mt 6, 12).

No se puede poner un parche nuevo a un vestido viejo.

Jesús no quiere ser un perche de nada ni de nadie, como tampoco quiere que hagamos de su Iglesia y de sus Sacramentos nuestro Parche: Jesús quiere ser el todo. ¿Porqué quiero ser sacerdote, servidor o ministro de Jesús? ¿Por qué  quiero una Misa o un Sacramento? ¿Para dar gloria y gracias a Dios opara hacer una fiesta?

Jesús nos ha dicho: “El que busaca su propia gloria en ese hay maldad” (Jn Juan 7, 18) Jesús quiere la recta intención de nuestro corazón; intención que está  unida a una fe sincera y a un corazón limpio (1 de Tim 1, 5) De ahí nace y brota el amor. Sin esto nada es grato ni agradable a Dios (cfr Heb 11, 6).

El vino nuevo se echa en odres nuevos.

El ayuno y la recta intención están unidas al amor que supera todo conocimiento ( Ef 3, 19) Escuchemos lo que dice el Apóstol: “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.” (1 de Cor 13, 1- 3)

El amor entra en nuestro corazón juntamente con la fe, la humildad y la esperanza (cfr Rm 5, 1- 5) Por la fe nuestros corazones quedan redimidos, perdonados y recibimos el don del Espíritu Santo. El amor solo está en los corazones limpios de soberbia, de mentira y de todo pecado. El amor es la señal que estamos en Cristo y que él habita en nuestro corazón. (cfr 1 de Jn 4, 7-8)

Jesús con estas tres enseñanzas nos quiere conducir a guardar sus Mandamientos y a guardar su Palabra (cfr Jn 14, 21- 23) Y sobre todo a guardar su Mandamiento Regio: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado (Jn 13, 34). El que ama conoce a Dios y le pertenece a Dios.

 

 

 

 

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