¿QUE ME TRAJO EL AÑO VIEJO…?
Me ha traído más “Experiencia”
humana y cristiana; un crecimiento como persona y un crecimiento en la fe que me
ha dejado más Luz, más Poder y más Amor.
La Fe me ha dejado la experiencia
de la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en mi vida- La vida es
luz que ilumina el Camino. (Jn 1, 4) Ahora sé de dónde vengo, para que estoy aquí
y para dónde voy. Luz para conocer que soy humano, y por lo mismo, soy
responsable, libre, capaz de amar y de servir a los demás. No soy perfecto, tan
sólo soy perfectible, puedo cambiar y ser mejor persona y más persona. Con la
luz de la fe puedo discernir lo que me ayuda a crecer y lo que no me ayuda, lo
que es bueno y lo que es malo, lo que sirve y lo que no sirve.
Con la Fe que me ha traído tengo
más poder. Con poder para vencer el mal y para hacer el bien. Para levantarme
cuando he caído y recibir la luz de Cristo (Ef 5, 15) y caminar en la Verdad hacia
la Libertad para desprenderme de todo lo que es contrario a mi realización: con
el poder de la fe puedo fortalecerme y rechazar el mal y hacer el bien. (cfr Ef
6, 10- 12)
Con el amor que me ha dejado la
fe puedo amar a Dios, a los demás, y a mí mismo. Puedo guardar los Mandamientos
de Dios y guardar su Palabra (cfr Jn 14, 21. 23) Con el amor puedo ser capaz de
servir como Jesús servía (Mt 20 25; Jn 13, 13) Puedo extender la mano para
compartir los dones que Dios me ha dado para los demás (Mc 3, 5) Puedo amar aún
a mis enemigos: Pero yo os digo a
los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien,
bendecid a los que os maldigan, rogad por los
que os difamen. (Lc 6, 27- 28)
Con la unidad de las tres: La Luz,
el Poder y e Amor, soy hombre Nuevo, lo viejo va pasando (Ef 4, 24) Estoy
naciendo de Dios, en Cristo y por Cristo soy hijo de Dios y hermanos de los
demás. Porque estoy pasando por la Puerta estrecha que es Cristo crucificado
que me amó y se entregó a la muerte por mi (Mt 7, 13- 14; Gál 2, 19- 20) Por la
Unidad de las tres, ahora le pertenezco a Jesús y por mi fe, estoy Crucificado
con Cristo, muriendo al pecado y viviendo para Dios (Gál 5, 24)
Y, ¿ahora que
debo hacer?
Permanecer en el amor de Cristo (Jn 15, 7-10) Caminando en la Verdad (cfr
Jn 8, 31. 32) Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías,
envidias y toda clase de maledicencias- Como niños recién nacidos, desead la
leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si
es que habéis gustado que el Señor es bueno. (1 de Pe 2, 1- 3) Para poder vivir
como Pueblo de Dios: “Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real,
nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha
llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros que en un tiempo no erais
pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo
compasión, pero ahora son compadecidos.” (1 de Pe 2, 9- 10)
Tres cosas
para hacer al finalizar el año viejo.
Dar gracias a Dios por todas
sus bendiciones; por el don de la vida, de la familia, de la fe y por todas las
experiencias vividas con Él. El agradecimiento ha de ir acompañado con las
obras de la fe: el amor, a paz y el gozo, la justicia (Gál 5, 22- 23).
Pedir perdón a Dios y a los
que hayamos ofendido, buscando la reconciliación con Dios y con los demás, Todos
somos pecadores y pecamos (Rm 3, 23) Pero Dios es rico en misericordia y perdona
nuestros pecados en virtud de la sangre de Cristo Jesús (Ef 1, 7; Heb 9, 14) En
el camino del arrepentimiento aparece la hija predilecta de la fe que es la humildad
que nos ayuda a reconocer que somos pecadores necesitados de la Gracia de Dios.
En tercer lugar, dar perdón a
quienes nos hayan faltado- la medida del perdón que recibimos es la medida del
perdona que damos a los demás. Así lo dice el Padre nuestro: y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
hemos perdonado a nuestros deudores (Mt 6, 12) Donde hay amor hay perdón,
perdonar hasta setenta veces siete lo ha dicho el Señor. (Mt 18, 22) Perdonar
para volver a ser hermanos, esposos, padres, amigos… El perdón es un medio para sanar nuestros
corazones de las cargas que oprimen nuestros corazones.
Empecemos
el año nuevo siendo portadores de la fe, la esperanza y de la caridad. Siendo
portadores de una triple disponibilidad:
Con la
disponibilidad de hacer la voluntad de Dios en cualquier lugar, en cualquier
circunstancia y en cualquier situación. La voluntad de Dios que seamos
compasivos, misericordiosos y generosos con todos. (Lc 6, 36)
Con la
disponibilidad de escuchar la Palabra, ponernos de pie y salir fuera para encontrarnos
con una persona concreta para ayudar y servir, dándole la luz del Evangelio. Esto
es responder a la vocación del servicio que es para todo cristiano. “Levántate
toma tu camilla y vete a casa” (Mc 2, 11).
Con la
disponibilidad de dar la vida por hacer la voluntad de Dios y por salir fuera
para ir a servir. Es lo que Jesús pidió a sus Discípulos: Decía a
todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien
pierda su vida por mí, ése la salvará. (Lc 9, 23. 24)
Mi deseo para todos: QUÉ
CRISTO HABITE POR LA FE EN SUS CORAZONES PARA QUE PUEDAN EXPERIEMENTAR SU AMOR.
(Ef 3, 17)
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