¿QUÉ
ES EL ADVIENTO?
Es
un tiempo fuerte de gracia que tiene como sentido prepararnos para la venida
del Señor. Es la llamada a vivir despiertos cuidando de una oración más íntima
y de una escucha de la Palabra más atenta que nos lleven a la reconciliación
con Dios, a Iglesia, la familia. Los personajes del adviento son el profeta
Isaías, Juan Bautista y María la Madre del Salvador que nos dan un mensaje de
“Esperanza” a levantar la cabeza por que se acerca nuestra liberación.
“Vigilad
y orad” (Mt 26, 41) Es la invitación del Señor Jesús para estar siempre en “la
espera de su llegada”. Despiertos y conscientes de nuestras debilidades.
Animándonos mutuamente a vivir la espera llenos de confianza, sabiendo que el
tiempo de vivir sin opresiones ni tentados por el desaliento y la depresión.
Preparase es cuidar de que no se nos embote la mente ni el corazón se nos haga
duro o se pierda la moral para no caer el desenfreno de las pasiones (Ef 4,
17-18). Es tiempo de orientar nuestro pensamiento y nuestro corazón hacia la
“Venida del Señor” para no llenar nuestra vida de bienestar y dinero, de
espaldas al Padre del cielo y a sus hijos que sufren en la tierra.
“Vigilad
y orad”. Significa vivir pidiendo la fuerza de lo Alto sostenidos por la Gracia
de Dios para poder mantenernos en pie y estar siempre despiertos, con una fe
viva, auténtica, iluminada por la caridad. Anhelando escuchar la Palabra de
Dios en lo más íntimo de nuestro ser, buscando conocer su Voluntad para ponerla
en práctica, siguiendo las huellas de Jesús que se hizo pobre para
enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8, 9).
“Vivir
despiertos” con los ojos del corazón bien abiertos, los oídos atentos y con la
esperanza viva de que el Señor vendrá pronto. Qué el deseo ardiente de nuestro
corazón sea cambiar nuestra manera de pensar, de sentir y de vivir para que
podamos vivir la vida como la vivió Jesús. Vivir buscando con sincero corazón
la venida del reino de Dios a nuestros corazones para que tengamos una vida más
digna y feliz para todos.
“Vigilad
y orad” significa “Vivir despiertos” con esperanza, cuidando de no caer en la
incredulidad y la indiferencia ante la marcha del mundo. No dejar que nuestro
corazón se endurezca, quedándonos sólo en quejas, críticas y condenas a los
demás, al sistema, a la religión. Hagamos nuestra parte: despertemos
activamente nuestra esperanza. Sólo entonces podremos vivir una vida más
lúcida, sin dejarnos invadir por la insensatez que puede llevar nuestras vidas
al vacío, al caos y a pérdida del sentido de la vida.
“Vigilas
y orad” significa despertar nuestra fe en Dios Padre de toda misericordia que
se ha manifestado en su Hijo nacido en el pesebre para bien de toda la
Humanidad. Descubrir y desarrollar el proyecto de Dios que nos invita a
preocuparnos por los más necesitados. Descubrir que Dios nos busca y atrae
hacia Él con cuerdas de ternura y con lazos de misericordia. Vigilemos nuestra
“esperanza” que no se nos apague porque se nos apagaría también la vida.
1.
LA
ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.
1.- El Verbo se hizo
carne y habitó entre nosotros.
“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre
nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad. Juan dio testimonio de Él y clamó, diciendo: Este era del
que yo decía: ``El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero
que yo.…
(Jn 1,14).
La
palabra “encarnarse” expresa la
revelación o manifestación de Dios a los hombres en forma de verdadero hombre.
Dios se hace hombre en la persona de Jesús de Nazaret: “Tomó nuestra condición
humana, igual a nosotros en todo menos en el pecado” (Heb 4, 15). Ahora bien
quien dice carne, dice fragilidad, impotencia, incapacidad, pobreza, etc. Jesús
hombre verdadero de este mundo, pero también, y ésta es nuestra fe cristiana “Hijo
de Dios y Salvador de los hombres”. Jesús es el revelador del Padre (Jn 14,
7-8). Es el amor de Dios hecho persona humana para amar con corazón de hombre.
Así lo comprendió San Juan al decir: “El
verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,1ss). El verbo es la
Palabra del Padre; es el pensamiento del Padre y es la acción de Dios Padre.
Así todo cristiano entiende que Cristo es la Palabra de Dios hecho hombre, que
existe desde toda la eternidad que pudo escoger de quien nacer, como nacer y
donde nacer.
Lo
original de la venida al mundo del Hijo de Dios es que cada circunstancia de su
nacimiento es libremente elegida y encierra un profundo significado en su vida:
Este significado se revela en tres signos inseparables: pobreza, desprendimiento y misión.
2. Jesús nace como pobre. (Lc 2,6-7)
La
pobreza como forma de vida lo acompañará hasta su muerte. Nacer en el pesebre
con todo lo que ello implica no es un percance, es la primera opción que Jesús
hizo en su vida: situarse deliberadamente entre los más pequeños y entre los
más pobres. Con san Pablo decimos: “Jesús se hizo pobre para enriquecernos con
su pobreza” (2 Cor 8,9). La opción de Jesús de nacer como pobre en un pesebre
quedará como normativo para toda su vida: su libre opción por los más pobres y
oprimidos.
3. Jesús nace de Mujer.
María
es la mujer que Mateo y Lucas dicen dio a luz a Jesús. Pablo en la carta a los
Gálatas hace referencia a la Plenitud de los tiempos: “Llegada la Plenitud de los tiempos Dios envió a su hijo nacido de
mejer para liberar a los esclavos de la
Ley y para que nos trajera el Espíritu Santo” (Gál. 4, 4-6). María testigo
y colaboradora de las opciones del pesebre, fue la que comprendió y formula
este sentido para todas las generaciones: “Ha derribado a los poderosos de sus
tronos y ha encumbrado a los humildes porque se ha fijado en la humilde
condición de su esclava demostrando así su misericordia” (Lc 1,46-55) ¿Quiénes
serán los poderosos y los soberbios en nuestras familias o comunidades?
4. El camino del desprendimiento (Fil
2, 6-9)
Jesús
es la respuesta del Padre al clamor de los pobres. Su presencia en medio de los
hombres tiene una doble finalidad: liberarlos de la opresión del pecado con
todas sus consecuencias e introducirlos en el Reino de Dios como hijos libres.
Jesús es el servidor de Dios que se decide por la pobreza y la humildad como
estilo de vida para enriquecernos con su pobreza.
Se
abaja al nivel de los de abajo: los pecadores y los alejados de la fe para
servirlos. Así podemos comprender lo que dice Pablo: Se hizo igualito a
nosotros en todo menos en el pecado. Jesús nace como hombre para hacerlos
amigos de su Padre y hermanos entre ellos. Jesús nace como hombre para hacerse
servidor de ellos, él mismo lo dijo: No he venido a ser servido, sino a servir
(Mc 10, 45). La finalidad del Nacimiento de Jesús tiene como meta el servicio a
Dios a favor de toda la humanidad: Jesús nació para servir: “No he venido a ser
servido, sino a servir y a dar mi vida por muchos” (Mt 20, 28). Lo que nos
ayuda a comprender que el que no vive para servir no sirve para vivir.
5. La misión de Jesús.
El
Ángel le dice a José: “Él salvará a su Pueblo de los pecados” (Mt 1,21). Su
Nombre significa su Misión. Jesús es Salvador. El sentido de la misión de Jesús
puede ser expresado en tres palabras: Anunciar, reconciliar y salvar.
·
Anuncia
el Reino de Dios. Reino de paz, amor y justicia que exige
para poseerlo, acoger el amor de Dios hecho hombre en la persona de Jesús y el
cambio de vida: fe y conversión.
·
Reconciliar
a los hombres: Jesús es el reconciliador de los hombres
con Dios y entre ellos mismos. Desde el primer momento de su nacimiento supo
traer junto a él a los pequeños: los pastores y a los grandes de la tierra: Los
Reyes Magos.
·
Salvar
a toda la humanidad: Nada hay tan claro como esta verdad:
“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad” (1 Tim 2,4) Jesús realiza la salvación de los hombres mediante su obra
redentora que comienza desde el mismo momento de su Encarnación y lo culmina en
su Pascua. Podemos decir sin más, que Jesús en su Encarnación nos está
diciendo: Mi Padre les ama.
6. Aplicación a nuestra vida.
El
ejemplo del pesebre abre para los hombres una nueva mentalidad y una nueva
actitud: pertenecer al mundo de los humildes y de los servidores. La humildad
es la capacidad para donarse a los más pobres y en última a cualquier hombre
para ayudarlo a ser mejor. Esto nos exige tres cosas que siempre harán unidad:
·
Desprendimiento
de títulos de grandeza o superioridad. No te creas más que
otros, pero tampoco te creas menos que ellos. El Pesebre de Belén nos iguala a
todos los seres humanos.
·
La
actitud de servicio. El hombre que no sirve no vive. Nacimos
para servir. El servicio es la expresión del amor de los hombres que se deciden
a vivir para Jesús, el pobre de Belén.
·
Disponibles
para la misión. La misión tiene como primera tarea dejar
que Cristo se haga carne en nuestros corazones. A esto el Evangelio le llama
“nuevo nacimiento” (Jn 3, 1-5). De nada nos puede servir que Jesús haya nacido
o nazca mil veces en Belén si no nace en nuestros corazones. El compromiso de
la fe se expresa diciendo: “somos enviados con otros a favor de otros”.
Cuando
Jesús se hace carne en nosotros de la manera que el Verbo se hizo carne en el
seno de María, podemos tener la seguridad que seremos servidores al servicio
del “Reino de Dios” y no al servicio de intereses personales llenos de egoísmo
humano y por lo tanto de pecado.
7. Hacernos un nuevo propósito.
·
Dejar que la Palabra de Dios nos
cuestione, nos descubra y nos ilumine para que podamos ser portadores de la
vida que “Cristo vino a traernos vida en abundancia” (Jn 10, 10).
·
Proponernos que Jesús nazca y crezca en
los corazones de los hombres. Para esto hemos de sembrar la acción de Dios,
mediante la evangelización y el buen testimonio. No tengamos miedo amar, Dios
está con nosotros, entre nosotros y está a nuestro favor.
·
Comprometernos con otros hermanos de la
comunidad a favor de los hermanos menos favorecidos del barrio o de la ciudad
(Ancianos, migrantes, familias pobres, etc)
·
Comprometernos en la construcción de una
vivienda digna para alguna familia de escasos recursos).
·
Comprometernos con otros a favor de los
más necesitados para que esta Navidad y Año Nuevo tengan una cena digna.
·
Comprometernos a visitar nuestras familias
y buscar una reconciliación más auténtica y verdadera.
8. Canto y Oración: “Dame
la gracia de ver tu rostro y ser un constante espejo por toda la eternidad.
(Thomas Traherne)
2. EL MISTERIO DE NAZARETH
1.-
¿Qué significa Nazaret en la vida de Jesús?
La dimensión más
olvidada de la vida de Jesús porque aparentemente no tiene significado
misionero, es Nazaret. Mucho se ha dicho sobre la etapa de Jesús que comprende
entre los doce años y el momento de su aparición en su vida pública. Nazaret
era una aldea semi pagana y sin prestigio, un pequeño poblado casi olvidado de
la región de Galilea; no obstante fue escogida por Jesús para compartir esos
años de su vida con los más sencillos. Comparte su trabajo y su persona en lo
más ordinario y gris de las cosas de cada día.
Con respecto a
María, Nazaret fue el tiempo de maduración en la fe y en las cosas que hacen
referencia a la salvación que Dios ofrece en Jesús. María en Nazaret aceptó los
caminos de Dios aún sin comprenderlo todo, sencillamente guardaba estas cosas
en su corazón (Lc 2, 16- 21), después de la resurrección de su Hijo lo
comprendería todo.
2.- ¿Qué significa Nazaret para nuestra vida humana y
cristiana?
Nazaret es valorar
el testimonio sencillo de los demás; la simple presencia de amistad; la caridad
simple y rutinaria con la cual nos encontramos todos los días. Pues la
solidaridad y el servicio del Evangelio no se prueban en las cosas
extraordinarias, sino en la rutina de cada día, en las pequeñas cosas y con
aquellos que Dios pone cada día en nuestro camino.
Existen tres
actitudes que expresan nuestra espiritualidad de Nazaret:
a) La primera
actitud se refiere a la práctica de la caridad y la justicia.
Virtudes que en la
realidad van unidas. La caridad y la justicia, en sentido de Nazaret, no se dan
con las personas que nosotros elegimos, sino con aquellas que la vida nos
impone, que son las personas y las circunstancias que Dios manda. Ese es
nuestro Nazaret: los familiares, los compañeros de trabajo, los que se acercan
a nosotros por cualquier razón, los que viven bajo nuestro propio techo. Los
que viven cerca de nosotros son los que ponen a prueba la madurez de nuestro
amor al prójimo. Es fácil decir que amamos a los que están lejos, lo difícil es
amar a los que están junto a nosotros y conocen nuestros defectos.
Podemos tener
ideas sociales y políticas muy avanzadas, pero si faltamos a la justicia
juzgando a los que vemos habitualmente y sofocando los derechos de nuestra
propia familia, de muy poco sirven nuestras ideas. Cuando actuamos sin
misericordia y de manera injusta con las personas que nos rodean nos
convertimos en los primeros opresores. Amor y justicia comienzan en la propia
casa.
b) La segunda actitud se refiere a nuestro servicio y
entrega a favor de los más pobres.
El pobre que no
tiene los valores y el dinamismo para pagarnos por nuestros servicios, es
realmente el que nos ayuda a crecer en amor y en libertad, le ayudamos sin
esperar nada a cambio. El pobre siempre está ahí, con una necesidad concreta,
es él quien nos cuestiona y nos arranca de nuestros planes. Un amor que no se
compromete por ayudar a los pobres a vivir mejor, no es aún un amor maduro.
Pobre es la
muchacha que quiere estudiar, al menos su primaria, secundaria o preparatoria,
pero el medio ambiente de pobreza, la incomprensión de unos padres o el celo de
unos hermanos impiden que sus deseos se vean realizados. Pobre es la joven
desprestigiada por el pecado de los hombres. La peor y más grande pobreza no es
la material, sino la de negarse a que los mismos hijos le arranquen a la vida
un poco de preparación. Muchos son los jóvenes que no asisten o se salen de la
escuela por falta de apoyo de la sociedad o de la misma familia.
Entendida ésta
como renuncia interior a ciertos apegos que bien pueden ser personas, cosas,
lugares, cargos, planes, etc. se renuncia a la servidumbre de las cosas o de
las personas para servir a Dios y a los hombres; se renuncia a la servidumbre
del pecado para crecer en responsabilidad y libertad y por lo tanto en
santidad. La pobreza interior se expresa en un estilo de vida simple, sencillo
y austero, sin lujos ni cosas innecesarias, pero siempre con el deseo de
prepararse en la vida para ser y vivir mejor como hijo de Dios y hermano de los
hombres.
3.- Aplicación a nuestra vida.
El misterio de Nazaret
no nos ofrece solo un modelo para la imitación del Señor pobre, humilde y
obediente, que pasó la mayor parte de su vida sin ser reconocido como el Mesías
de Dios, trabajando como el carpintero de Nazaret, sino que además, nos invita
a buscar la Gracia que nos hace hijos de Dios. Gracia que exige una respuesta
de comunión fraterna.
La comunión
fraterna, entendida como la manifestación de Cristo en nuestras familias y
comunidades nos invita a poner en práctica el amor de los hermanos y
especialmente a los más necesitados. Nadie es lo suficientemente pobre que no
pueda aportar algo suyo a la necesidad de otros. Todos tenemos algún valor que
los demás pueden necesitar. Todo valor es un bien y éste debe estar al servicio
de la liberación de la servidumbre del pecado que esclaviza al hombre. Esta
liberación se inicia en el corazón y afecta a toda la comunidad. Nos podemos
hacer una pregunta: ¿estamos dispuestos a dejar una vida cómoda, de lujos
superfluos y de derroches para preocuparnos de otros puedan tener una vida más
digna?
4. ¿Qué podemos dar?
La comunión
fraterna que el Evangelio nos presenta es el camino que nos permitirá la
participación de bienes y valores, destinados a beneficiar a toda la comunidad.
No esperes que vengan a pedirte una limosna, busca más bien a alguien que
necesite de ti. Busca a quien puedas ayudar con tu aporte.
·
Podemos
dar conocimientos sobre la vida: enseñar el arte de vivir con otros de manera
más digna.
·
Podemos
dar respeto a la verdad del otro. El otro es persona única e irrepetible, tiene
nombre propio y un rostro que clama reconocimiento, aceptación y respeto.
·
Podemos
dar perdón al que nos ha ofendido. Así llegaremos a ser hijos de Dios, libres
para acercarnos al Señor con la confianza que no nos negará lo que le pidamos
si eso está dentro de su Plan de Salvación.
·
Podemos
dar una disculpa al que hemos herido con nuestras palabras o actitudes. Esta es
una actitud valiente que ha de acompañar siempre a los cristianos. Disculparse
cuando hemos ofendido es lo mismo que pedir perdón con sencillez de corazón.
·
Podemos
dar una ayuda material o espiritual a los necesitados de alimento, vestido,
medicina, amistad, amor, etc. En la medida que compartimos estaremos siendo
libres del ídolo de la avaricia que tantas víctimas esclavas tiene. Quien no
comparte, nunca aprende a ser hermano.
Comunión es poner
al servicio de los demás, no solo lo que no necesitamos, sino y sobre todo, lo
que estamos necesitando. Comunión es participar al otro de lo que se sabe, se
tiene y se es, pero siempre al estilo de Jesús.
5. Canto:
6. Oración: “Concédenos tu gracia para descansar todos
los hechos y pensamientos pecaminosos, para rendirnos totalmente a ti y
mantener en calma nuestras almas ante ti como un lago tranquilo, para que los
rayos de tu gracia, puedan reflejarse en ellas, y pueda encenderse en nuestros
corazones el brillo de la fe, la esperanza, el amor y la oración”-
7. Compromiso: personal. ¿Dónde, con
quién, y cómo podré comprometerme con otros a favor de los demás?
3.
LA REVELACIÓN DE
DIOS
1.- La Revelación.
“Así también nosotros, mientras éramos niños, estábamos
sujetos a servidumbre bajo las cosas elementales del mundo. Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de
que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción
de hijos.… (Gál 4, 4ss)
En los últimos
tiempos Dios se comunica a los hombres por medio de Jesucristo, su Hijo,
plenitud de la Revelación del Padre. (Heb 11,1). Pablo manifiesta el Misterio
al decirnos: “llegada la Plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo nacido
de Mujer” (Gál 4, 4). La buena noticia es que viene a liberar a los oprimidos
de la esclavitud de la Ley a traernos a Dios.
Con el nacimiento
de Jesús, Dios se revela, se manifiesta y se comunica con toda la humanidad,
Jesús es destinado a todos los hombres. La revelación de Dios, no obstante
estar destinada a todos, no todos la ven, la razón es que no todos tienen el
corazón disponible para ello.
Hoy al igual que
hace dos mil años, cuando Jesús nacía en el pesebre de Belén, los mensajeros de
Dios fueron los encargados de comunicar a los hombres el “Acontecimiento más
grande de todos los tiempos” Ellos, los mensajeros no fueron enviados a todos
para revelar el Nacimiento. Hoy al igual que entonces, Dios no a todos permite
ver su Revelación, no porque él no quiera, sino por la negativa de los hombres
y el endurecimiento de sus corazones.
2.- Los que no vieron la revelación de Dios.
Hoy como hace dos
o cuatro mil la pedagogía de Dios para darse a conocer y manifestar el Misterio
de su voluntad, no ha cambiado. Existe grupos de personas que tienen unas notas
especiales a quienes podemos afirmar no se les comunicó la noticia del
Nacimiento de Dios entre los hombres.
a) Los Sumos sacerdotes.
Sería porque
estaban muy ocupados en los asuntos del Templo o en leer las Sagradas
Escrituras, pero lo cierto es que cuando los Reyes Magos llegan con ellos
preguntando dónde podían encontrar al Rey de los judíos que acaba de nacer,
sencillamente, aún sabiendo que nacería en Belén de Judá y que era el tiempo
marcado por las Escrituras (MT 2,4), ni siquiera se preocuparon por ir a
investigar. Los sacerdotes del Templo de Jerusalén, no vieron la Revelación de
Dios.
b) Los gobernantes o poderosos del momento.
Al Cesar de Roma,
que dominaba en Israel en ese momento, a sus gobernantes, a sus oficiales y
soldados tampoco se les envió un mensajero para darles a conocer lo que estaba
pasando en el pesebre de Belén. Tal vez estaban muy ocupados en adquirir poder
político sobre los pueblos y sobre las personas.
A pesar de que no
se les envió mensajero, con la visita de los Reyes Magos se sintieron molestos
e incómodos al oír hablar del nacimiento de un nuevo rey (Mt 2,3 ) y mirando
sus intereses amenazados por la noticia, Herodes desató una sangrienta
persecución contra todos los menores de dos años. Persecución que es conocida como la masacre de los Niños Inocentes.
c) Los comerciantes o mercaderes de dinero.
Tampoco a este
grupo se les dio a conocer el Nacimiento del Hijo de Dios. Tal vez estaban muy
ocupados en hacer inventario y así, contar sus ganancias. Su gran interés era
el de acumular mercancías y construir monopolios de dinero. El dinero es el
peor enemigo de la salvación, por lo tanto es la barrera más gruesa que impide
ver la Revelación de Dios.
d) Los traficantes de carne humana.
Dentro de estos
grupos se encuentran también los traficantes de carne humana; son aquellos que
venden a la mujer por dinero para saciar sus instintos de placer o de riqueza.
A ellos se unen los dueños de prostíbulos, cantinas, lugares donde se denigra
la dignidad humana y se comercializa con el dinero de los pobres. Los buscadores
de placeres, diversiones, orgías, alcoholismo, prostitución, etc. Personas que
hoy como ayer, no tienen tiempo para sí mismos o para sus familias, tan solo
piensan en divertirse.
3.- Los que sí vieron la revelación de Dios.
Los que vieron la
manifestación de Dios eran personas que pertenecían al “pequeño resto”: grupo
que esperaba una liberación espiritual que sólo podía venir de Dios y nunca de
los poderosos de la tierra. Había también entre ellas personas de poco o nada
de conocimientos religiosos como los pastores, pero que a su vez, anhelaban una
liberación que llegaría con la venida del Mesías Jesús. Entre ellos destacan:
a) José, el prometido de María (Mt 1, 18-21)
José incomodo por
el embarazo de su prometida en el cual él no tenía que ver nada, no quiso
ponerla en evidencia, para que no fuera apedreada según las leyes judías,
decidió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado cuando el Ángel del Señor
se le apareció en sueños y le dijo: “José,
hijo de David, no temas tomar por esposa a María tu mujer porque lo engendrado
en ella es la obra del Espíritu Santo” (Mt 1,19ss).
Dios mandó a su
Ángel a ayudar a José en la duda que lo atormentaba, le reveló el gran secreto
y le dio autoridad sobre el Niño que nacería de María, y todo porque él, era
justo y casto a los ojos de Dios. Ser justo en sentido bíblico significa estar
lleno de virtud a la vez que justo es el que practica la justicia. Un varón de
Dios.
b) Los Pastores de Belén. (Lc 2, 8-13)
San Lucas el
evangelista de los pobres pone como primeros destinatarios a los pastores de
Belén. Los pastores eran hombres sencillos despreciados por la clase religiosa
y la sociedad por ser considerados impuros y sin cultura alguna. Hombres
acostumbrados a soportar las inclemencias del tiempo y dormir a la intemperie
(entiéndase esto por los atropellos de la gente), fueron los elegidos para
recibir la alegre noticia: “No temáis
pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: Os ha nacido
hoy en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo” (Mesías, Ungido).
Los pastores fueron y encontraron al niño tal como se les había dicho: “Envuelto en pañales y acostado en un
pesebre” (Lc 2, 8- 12).
La señal que se les dio: pañales y pesebre. Nada portentoso,
nada de lujos, nada de poderío, ni económico ni militar, sino envuelto en la sencillez
de los pobres de Yahvé. Los pastores creyeron en la señal de Dios y se
volvieron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído (Lc
2,20).
c) Los Reyes Magos de Oriente (Mt 2,1ss).
El relato de los
Reyes Magos se encuentra en el Evangelio de Mateo, que escribió su Evangelio
para cristianos convertidos del judaísmo a quienes les presenta una salvación en
primer lugar para los judíos: Con la llegada de los magos, la Salvación será para
todos los hombres y no sólo para los judíos.
Los Reyes Magos
representan a los pueblos paganos de los confines lejanos de la tierra, son
sabios atraídos por la Luz del Niño de Belén que dejan sus palacios para rendir
sus tributos a Cristo, el Señor.
d) El Anciano Simeón y la Profetiza Ana.
Pertenecientes al
pequeño resto de los Pobres de Yahveh. Simeón, hombre justo y piadoso que
esperaba la consolación de Israel; hombre lleno del Espíritu Santo que al tomar
el niño en sus brazos declara quien es el Niño: El Salvador y la Salvación de
Dios, y la misión que trae: “ser Luz
para los gentiles, iluminar a los que estamos en tinieblas, el que descubre las
intenciones de los corazones torcidos y perversos y frente a quien los hombres
se han de declarar a favor o en contra” (Lc 2,35). Jesús viene para todos pero
a nadie obliga. Su aceptación es libre, se le puede recibir o rechazar.
Simeón recoge
las expectativas mesiánicas que realmente rodean el nacimiento de Cristo. El
toma conciencia de que se halla delante del Mesías. Desde ese momento no le
importa ya morir, su vida ha adquirido pleno sentido, "porque —dice— mis
ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel". Aunque el
misterio le Jesús le desbordara, Simeón ha percibido que el Mesías viene bajo
la figura del Siervo sufriente, "puesto para que muchos en Israel
caigan y se levanten; será como una bandera discutida" Por ello le anuncia
a María que una espada le atravesará. el alma. María y José
quedan abiertos al misterio: "estaban admirados de lo que se decía de
él" (Lc 2, 25-35).
4.- Aplicación personal.
Cuando en una sociedad
se tiene como objetico casi único de la vida la satisfacción ciega de las
apetencias y se encierra cada uno en su propio disfrute, allí se mata la
esperanza y aparece el vacío de Dios. Los satisfechos no trabajan por cambiar
el mundo. No les interés un mejor futuro para todos y nunca se rebelan frente a
las injusticias, sufrimientos y absurdos del mundo. Por eso propongo:
·
Salir
de la rutina evangélica. Nos hemos acostumbrado a escuchar la Palabra de Dios
que ya no nos dice nada, como tampoco nos dicen nada los Sacramentos. Nos hace
falta una nueva efusión del Espíritu Santo que nos haga volver al amor del
principio.
·
Remover
obstáculos. ¿Qué es lo que nos puede estar impidiendo ver la Revelación de
Dios? Des-amor, des-unión, el egoísmo o rutina en las cosas de Dios, etc.
·
Preguntarnos
en cuál de los grupos anteriores nos podemos situar. Si nos encontramos en el
grupo de los buscadores de poder, prestigio o fama, diversiones, placeres,
dinero, etc. O por el contrario nos podemos situar entre los pobres de Yahveh.
·
Preguntarnos
si realmente queremos conocer a Dios y su Justicia, buscado su rostro en los
más necesitados, especialmente, en aquellos que no son de nuestro agrado,
también en ellos se nos revela Dios.
·
Quien
ama de verdad la vida y se siente solidario de todos los seres humanos sufre al
ver que todavía una inmensa mayoría no puede vivir de manera digna porque no
existen para ellos los medios necesarios, no están a su alcance. ¿Qué puedo
hacer?
4.
Canto: “No juzgará por
apariencias ni sentenciará sólo de oídas; defenderá con justicia al
desamparado, con equidad dará sentencia al pobre”
5.
Oración: “Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado
a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce
quien es el Hijo sino el Padre, ni quien es el Padre sino el Hijo y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar”
7. Compromiso personal
4.
LOS PASTORES DE
BELÉN
1.-
Escuchemos el relato. (Lc 2, 8-20).
Al anuncio del
Ángel los pastores dijeron: “Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha
anunciado”. Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño
acostado en un pesebre… (Lc 2, 8ss)
Los sencillos
pastores, que como tales, pertenecían a una clase de gentes menos preciadas,
fueron según San Lucas los primeros destinatarios de la Evangelización. Ellos
fueron los primeros en recibir la alegre noticia del Nacimiento del Salvador
del mundo. Jesús sitúa a los pastores entre los pequeños que, como los publicanos y prostitutas reciben la Buena Nueva.
Era costumbre
antiguamente que los pastores buscaran con sus rebaños los mejores pastos y los
mejores aguajes. Construían un redil para protegerse de los animales y de los
ladrones, edificando para ellos pequeñas chozas o enramadas para su descanso
nocturno. A unos de estos pastores que hacían la guardia se les manifiesta la
Gloria del Señor. Los destinatarios no son sólo los pastores, sino todo el
pueblo de Israel, según las palabras del Ángel.
“Hoy os ha nacido
“. El “Hoy” significa que en aquel momento ha dado comienzo la época de la
redención, el punto culminante de toda historia de Israel. El fin del reinado
del pecado y de las opresiones ha comensado.
“Os ha Nacido”. El
“Os” va dirigido a los pastores, que eran contados entre las gentes últimas y
más despreciadas dentro del judaísmo; pero aquí representan al pueblo entero.
“Un Salvador”. El
nombre designa al recién nacido como el portador de la época de la redención:
Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1, 21). “El Mesías” significa en
griego el Cristo, en español es “Ungido por Dios”, para liberar a los hombres
de la servidumbre de la ley y del pecado. Es el nombre anunciado por los
profetas, quien como vástago del linaje de David, restauraría el reino de su
Padre en gloria y esplendor y libraría a Israel para siempre de las manos de
sus enemigos.
2.- ¿Quiénes eran los pastores?
·
En
la época de Cristo se juzgaba diversamente a los pastores. Se les asemejaba a
ladrones y a matones. Gente sin cultura y sin letras. De escasos conocimientos
religiosos y por lo tanto eran considerados como gente impura y no grata a los
escribas, fariseos o gente religiosa y mucho menos para los de altos mandos del
pueblo.
·
Por
otro lado la vida de los pastores es considerada por la misma Escritura como la
más pura e inocente. Lejos de los ruidos del mundo, en un contacto directo con
la naturaleza salida de las manos de Dios; viviendo en perpetua soledad y
teniendo por techo el cielo coronado de estrellas.
·
Por
su estilo de vida, puede asegurarse que eran gente sencilla y humilde, por eso
pudieron recibir con alegría el Anuncio del Ángel e irse rápidamente a buscar
al Niño. El encuentro con el Niño y sus padres produjo en ellos entusiasmo y
alabanza, según las palabras de San Lucas: “Los pastores se volvieron
glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído”. Desde ese
momento se convirtieron en testigos y seguidores de Jesús.
3.-
El Canto de Alabanza.
El canto de una
multitud de espíritus celestiales, llamados ángeles, viene a confirmar el
anuncio gozoso del ángel en la Anunciación: Dios nos envía un Salvador llamado
Jesús, su nombre significa su misión: “El salvará a su pueblo de sus pecados”
(Mt 1, 21)
Sus voces son
semejantes a la aclamación del pueblo a la entrada triunfal de Jesús en
Jerusalén (Lc 19,38) y van dirigidas al Mesías en su venida al mundo, es por
eso una aclamación mesiánica, una alabanza a la acción de Dios que envía su
poderoso Salvador a salvar a los hombres. Alabanza dirigida a Dios que por el
envío de Jesús “Glorifica su Nombre”.
Paz en la tierra y
amor a los hombres de buena voluntad. El sentido de esto es que con el
nacimiento de Jesús, Dios es glorificado en las alturas y ha venido la
salvación a la tierra sobre los hombres que son el objeto del amor de Dios. Por
la misión del Mesías, Dios glorifica su Nombre en el cielo, se revela su poder
y su misericordia ante los ángeles y en la tierra los hombres reciben el amor y
la vida de Dios. Hombres de buena voluntad son aquellos que experimentan las
complacencias divinas, es decir, su amor y su bondad.
Después de la
revelación divina los pastores se ponen en camino hacia Belén, de lo que se
sigue que el establo no les pertenecía a ellos y encuentran allí confirmado el
Anuncio del Ángel. En Belén dan testimonio de lo que han visto y oído. Los
pastores más tarde se vuelven a sus rebaños, alabando a Dios por todo lo que
han podido presenciar y comprender con espíritu de fe.
4.- Aplicación práctica.
La fe viva y
auténtica en Jesús genera en quien la posee una actitud fuerte y serena frente
a las tribulaciones y crisis de los tiempos. Mantiene su ánimo sereno y
confiado en el Dios fiel que extiende su mano para ayudar los que no tienen
techo, cobija, alimento, esperanza, alegría… ¿Te gustaría ser la mano de Dios?
·
Dar
testimonio de Jesús. Es testimonio de vida, que nuestra manera de vivir esté
siempre de acuerdo con la voluntad y con la Palabra de Cristo. No es posible
dar testimonio cuando existe divorcio entre fe y vida. Por un lado rezamos y
creemos, pero por otro lado, somos pequeños opresores en casa con la propia
familia. Buscamos aún consuelo y refugio en el vino o en algunos placeres como
bien puede ser el adulterio. El testimonio puede ser de palabra, confesando el
señorío de Cristo o realizando las obras de la fe, llamadas también los frutos
del Espíritu.
·
Decidirnos
por seguir a Jesús. Dispuestos a arriesgarlo todo por Él al estilo de los
pastores. Sin olvidar que los seguidores de Jesús consistían predominantemente
en personas difamadas que gozaban de baja reputación y estima: los incultos,
los ignorantes, a quienes su ignorancia religiosa y su comportamiento moral les
cerraba, según convicción de la época, la puerta de la salvación.
Ahora bien para
ser seguidor hay que renunciar a todo, según las palabras de Jesús: “Una sola
cosa te falta”. Esta cosa no es algo accidental, es el todo, así los fariseos
observaban la Ley, ayunaban, daban limosnas, hacían oración aún pública y sin
embargo al no ser pobres de espíritu no entrarían al Reino de Dios. Seguir a
Jesús exige buscar la sencillez y la disponibilidad o presteza de los pastores,
para poder tener la experiencia del encuentro con el Niño de Belén.
·
Una
vida en la Alabanza. Los pastores se regresaron a sus rebaños cantando con
alegría alabanzas al Señor. Regresarse a sus rebaños significa a las
ocupaciones de todos los días. El encuentro con el Niño dejó huella en sus
vidas, dejó la alegría que debe caracterizar a los hijos de Dios. Esta alabanza
y esta alegría tienen que ir unida a otra alabanza, agradable a la voluntad de
Dios: “Mi Padre recibe honor y gloria cuando ustedes dan fruto, y llegan a ser
verdaderos discípulos míos “ (Jn 15,8). Amor y alabanza son realidades
inseparables. Muchos se gozan en la alabanza, pero pocos se gozan en la
voluntad de Dios que manda amar, aún a los mismos enemigos y rezar por ellos
(Lc 6, 27ss). El amor garantiza que nuestra alabanza sea agradable a Dios.
5. Canto: ”Dios es luz; en él no hay oscuridad.
Caminemos en la luz, nosotros sus hijos, uno y todos. Consolad a mi pueblo;
suavizad vuestras palabras, Proclamad a mi ciudad el día de su nacimiento”.
6.
Oración: Bendice alma mía
al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice alma mía, al Señor, y no
olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus
enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para la ira y rico en clemencia.
No nos tratan como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas”.
Salmo 103.
7.
Compromiso:
personal.
5.
LOS
REYES MAGOS
1.-
El relato bíblico.
Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes,
he aquí, unos magos del oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha
nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle. Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda
Jerusalén con él.…(Mt 2, 1ss)
a)
La venida de los Magos.
b)
La estrella de los Magos.
“He aquí que la estrella
los iba guiando, hasta que llegó y se posó sobre el lugar en donde estaba el
niño.”
Esta estrella no es
cualquier estrella, ya que esta estrella brillaba, tanto de día como de noche,
y mucho menos que en momentos desaparezca, para luego aparecer nuevamente como
lo hacía la estrella de los magos. Era más bien una fuerza invisible que tomó
la apariencia de estrella. Así a lo largo del viaje la estrella se veía, pero
al llegar a Jerusalén desapareció para dejarse ver después que los magos
hablaron con Herodes y salieron de la ciudad para continuar su camino hacia
Belén.
c)
¿Por qué se valió Dios de una estrella para guiar a los Magos?
Dios se adapta a la
capacidad de comprensión de los hombres. Los magos eran sabios paganos que no
hubieran creído a un profeta o a un ángel, por eso Dios les manda lo que a
ellos es familiar: una estrella grande y maravillosa, para levantarlos luego a
realidades más altas. Podemos afirmar que la estrella de los Magos era la
voluntad y la acción de Dios que movió sus almas a llegar desde lejanas tierras
al pesebre de Belén. Para nosotros hoy, la estrella de Belén es la
Evangelización. La predicación de la Palabra de Dios que nos lleva al
conocimiento de la Verdad.
d)
¿A qué vinieron los Magos a Belén?
Ellos mismos lo dicen de
una manera clara y valiente: “Hemos visto su estrella y venimos a adorarle”. No
temen ni al furor del pueblo ni a la tiranía de Herodes. Ellos se apartaron de la
comodidad de sus palacios, de sus tierras y de su patria para venir a buscar al
recién nacido, Rey de los judíos.
2.-
¿Qué movió a los Magos a adorar al Niño?
Y entrando en la casa,
vieron al Niño con María su Madre y postrados en tierra, le adoraron; y
abiertos sus cofres le ofrecieron oro, incienso y mirra (Mt 2, 11ss). Oro
porque el Niño es Rey, Incienso porque el Niño es Dios y Mirra porque se está
haciendo referencia a la muerte del Niño: será embalsamado para su muerte.
¿Qué
es lo que los Magos encuentran? Todo lo que encuentran
es un pesebre, una choza y una madre pobre acompañada por José, el siervo fiel
y prudente. Porque ni la Virgen era persona ilustre, ni vivía en casa
espléndida, ni sus muebles y adornos del pesebre eran para impresionar a los
Magos. Sin embargo, ellos adoran al Niño y le ofrecen presentes, no como a
hombre, sino como a Dios.
3.-
La retirada de los Magos.
Mas, avisados por Dios de
no volver a Herodes, se retiraron por otro camino a su propia tierra. Ellos
fueron obedientes a la voz de Dios. Huyeron como fugitivos a Persia su país
natal, mientras José con María, también salían como fugitivos hacia el exilio
en Egipto. El Niño con sus padres va a Egipto y ellos sin duda regresan como
misioneros a su país a dar testimonio de lo que han visto y oído.
4.-
Digamos algo de Herodes.
Tal es por naturaleza la
maldad: choca contra sí misma y emprende lo imposible. Herodes no era judío, ni
creyente, por lo tanto no tenía porque creer en la profecía que decía que Jesús
nacería en Belén, sin embargo, si pudo imaginarse lleno de envidia que los
Magos tendrían en más al Niño que a él. Envidia, hipocresía, engaño, traición,
odio, furor y miedo llenan el corazón del rey Herodes que manda matar a los
niños de dos años para abajo.
“Entonces Herodes viendo que había sido
burlado por los Magos, se irritó sobre manera y mandó matar a todos los niños
de Belén y de todos sus contornos de dos años para abajo…” (Mt 2, 16ss)
Cuando el alma está ciega
y su maldad es ya incurable, no cede a ninguno de los remedios que Dios le
procura. Como poseído por el demonio de la ira y de la envidia, lleno de furia
arremete contra la vida inocente para recordar así la tragedia que en otros
años se realizó en Egipto, en tiempos de Moisés. La muerte de los niños
inocentes no fue en vano, podemos decir que fueron los primeros testigos o
mártires que dieron su vida por Cristo.
¿No pasa acaso lo mismo
en nuestros días? ¿Cuántos Herodes caminan por las calles, están en las casas y
en los hospitales, haciendo lo imposible por evitar el embarazo o esperando que
llegue una mujer embarazada para arremeter con violencia contra ella y destruir
la vida que lleva es su seno? ¿Acaso no son miles o millones las víctimas que
se cobra el Herodes moderno llamado aborto, no sólo por medio de éste, sino
además impidiendo que la vida se geste en el seno de las madres a quienes se
les hacen vasectomías (con o contra su voluntad), se les colocan aparatos, se
les da pastillas o químicas para que no tengan familia y le presten un servicio
a la vida? La masacre de los niños inocentes se sigue repitiendo.
5.-
Digamos algo sobre los judíos.
Que se turbara el Rey era
de suponer, pero que se turbara, se alborotaran y pusieran al Niño asechanza
tras acechanza los judíos, siendo expertos en la Biblia y conocedores de todas
las profecías que hablaban del Mesías, nos hace pensar en la dureza de su
corazón y en su pecado de incredulidad. Ellos pudieron haber ido a buscar al
Niño y adorarlo juntamente con los Magos, sin embargo, ellos desde un principio
no creyeron en Cristo, el rey manso y humilde enviado por el Padre.
6.
Conclusiones:
·
Sin
estrella no se llega a Belén o al pesebre, es decir, no se encuentra al Niño.
La Estrella que nos lleva a Jesús es la estrella de la Evangelización. San
Jerónimo dice que la ignorancia de las Sagradas Escrituras es ignorancia de
Cristo.
·
Jesús
nos exhorta a permanecer unidos a su Palabra para ser sus discípulos, conocer
su verdad y llegar a ser libres (Jn 8,32). La vida de Jesús Niño desde los
primeros momentos de su existencia se ve amenazada por las potencias del mal
personificado en Satanás o Diablo.
·
El
encuentro con Jesús, aún a pesar que es iniciativa de Dios que mueve las mentes
y los corazones, no siempre es fácil para nosotros, el camino puede estar lleno
de obstáculos, pero al igual que los Magos no tengamos miedo, vale la pena la
experiencia de encontrar al Niño y adorarle.
·
Dios
está a lo largo del camino, cuidando, iluminando y protegiendo. Sus directrices
no pueden fallar. Avisa de los peligros, como de lo que se debe hacer para
vencerlos. Hace nacer en nosotros el querer y el obrar, así lo hizo en aquel
tiempo en los Magos y así lo hace ahora en nosotros.
·
La
verdad se impone a la mentira, el amor al odio, la vida a la muerte. El bien
siempre termina por vencer al mal. Con esta razón San Pablo nos avisa: “No te
dejes vencer por el mal, al contrario vence con el bien el mal” (Rm 12,21).
7.
Aplicación
a nuestra vida.
Podemos decir que
dar testimonio de Cristo con la valentía que lo hicieron los Magos frente a la
envidia de Herodes y de los judíos es un desafío de los tiempos actuales. Es
tiempo de comprender que la teología de la prosperidad y una vida cómoda al
margen del compromiso evangélico es vivir engañándonos y es, irse quedando sin
la experiencia de Dios. Por eso pongamos atención en las actitudes básica de la
vida nueva:
·
Disponibilidad
para dejarlo todo por seguir a Jesús. Sí, los Magos dejaron palacios, patria y
familia, nosotros ¿qué podemos dejar?
·
Disponibilidad
por hacer la voluntad de Dios. Es decir, obediencia a la Palabra de Dios al
estilo de los Magos que no hacen preguntas, ni se escandalizan porque tienen
que tomar otro camino que los lleve a su tierra natal.
·
Disponibilidad
para desprendernos de aquellos sentimientos que encontramos en Herodes: miedo, hipocresía,
odio, envidia y mentira.
·
Disponibilidad
para salir a buscar a los indigentes, ancianos abandonados, migrantes,
excluidos y compartir con ellos el pan, la cobija, el techo, etc.
8.
Canto:
9. Oración: Bendigo
al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se
gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Contempladlo y
quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al
Señor. Él lo escucha y lo salva de sus angustias. Salmo 34,1ss.
10. Aplicación personal.
6.
EL
CÁNTICO DE ZACARÍAS
1.- El Benedictus.
Zacarías
bendice al Señor con la gozosa alabanza dirigida al Dios de Israel en
agradecimiento por su misericordia, indulgencia y bondad para con los hombres.
Dios ha visitado a su pueblo oprimido para redimirlo, para iluminar a los que
yacían en tinieblas y en sombras de muerte.
Dios
nos ha enviado un poderoso Salvador, cumpliendo las promesas mesiánicas del
Antiguo Testamento a un pueblo pobre y dominado. Promesas hechas por la boca de
sus santos profetas.
2.- ¿Quién es Zacarías?
Hombre
de estirpe sacerdotal que servía en el Templo de Jerusalén y casado con una
mujer llamada Isabel: “Los dos eran justos ante el Señor y caminaban sin tacha
en todos los mandamientos y preceptos del Señor, no tenían hijos porque Isabel
era estéril y de avanzada edad” (Lc 1,5ss) Justos y sin tacha, son Zacarías e
Isabel, ambos son pertenecientes al pequeño resto: los Anawin de Yaveh.
Zacarías
recibió la visita del ángel enviado por Dios, con un anuncio de salvación de la misma manera que lo recibiría
María en la Anunciación, el ángel le dijo: “No temas Zacarías porque tu
petición ha sido escuchada, Isabel tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien
pondrás por nombre Juan” (Lc 1, 13).
“Será
para ti gozo y alegría y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande
ante el Señor, no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo desde
el seno de su madre. Profecía que se realiza el día de la Anunciación” (Lc
1,14). Ser grande ante el Señor significa en la Biblia ser servidor del Plan
Salvífico de Dios. Y Juan fue consagrado como todo profeta desde el seno
materno para revelar este Plan que Dios manifiesta a favor de toda la
Humanidad.
3.- La misión del hijo de Zacarías.
“Y
a ti niño te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a
preparar los caminos, anunciando a su pueblo la salvación y el perdón de sus
pecados”.
Juan
Bautista lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre Isabel debe
preparar los caminos del Señor, esto es, debe instruir al pueblo sobre la
verdadera naturaleza de la Redención, llevarle a la convicción de que la
salvación consiste en el perdón de los pecados y en la expulsión de los
enemigos presentes en el corazón enfermo del hombre y no en alguna otra cosa;
es, por lo tanto, una salvación de carácter religioso y no político.
4.- El Plan de Vida.
El
cántico presenta al Mesías como la revelación de la Gloria de Dios, sin hacer
referencia a su pasión y a su muerte. La Gloria de Dios debe entenderse como la
manifestación de vida de Dios que Cristo hace presente (1Jn 5, 14ss).
El
Plan de Dios es Plan de vida, entendida la vida como amor, luz, verdad y
libertad. Este plan fue rechazado por el hombre en los orígenes de la historia
humana. El hombre creado por Dios para ser su hijo, ser hermano de los hombres
y para vivir en el amor, con sus palabras y comportamientos rechazó el plan de
Dios para hacer su propio plan independientemente de Dios.
5.- El plan de muerte.
La
actitud de nuestros primeros padres inició a la humanidad en el plan de muerte
elaborado por el hombre; plan de mentira, soberbia, avaricia y de odio. “No
quiero ser hijo, no quiero ser hermano, no quiero servir” fue el grito de Adán
y Eva frente al Plan amoroso del Padre que los había elegido desde antes de la
creación del mundo para vivir en la libertad de los hijos de Dios, en el amor
que se expresa en servicio a la vida.
No
amaré…no serviré… y no obedeceré. Tres posturas que el hombre toma frente a
Dios y frente al pobre…tres respuestas que hunden sus raíces en el pecado de
soberbia, por el que el hombre busca ser adorado y servido por otros seres
humanos. Tres actitudes frente a la vida que hacen del hombre un enemigo de
Dios y opresor de sus hermanos…y lo sumergen en el mundo de las tinieblas y de
la esclavitud.
Situación
de vacío, de angustia, de opresión y de miseria humana. Un hombre privado de
libertad y de vida divina al estar vacío de Dios. En eso consiste la muerte
causada por el pecado, en la ausencia de Dios del corazón del hombre y por lo
tanto de amor. En esta situación yacía Israel y la humanidad entera desde el
pecado de nuestros primeros padres. Situación
de des-gracia, de no-salvación y situación no querida por Dios. Y en esa
misma situación viven todos los hombres que siguen rechazando a Cristo y a su
Evangelio, buscando realizar sus propios planes de salvación.
6.- El Plan de vida.
Con
el anuncio de Dios que envió su ángel a Zacarías y a María, el Plan de Dios,
toma rostro humano en la persona de Jesús de Nazareth: Jesús es el Plan de
Dios. Es su poderoso salvador. En Jesús, Dios en persona ha venido a salvar a
su pueblo. En Jesús y por Jesús que nos redimió, el Espíritu Santo actualiza en
la vida del cristiano este maravilloso Plan de salvación. Ahora los hombres
nuevamente podrán decir, siguiendo el ejemplo de Jesús: >>Si quiero ser
hijo de Dios…si quiero ser hermano de los hombres…si quiero amar. Si amaré, si
serviré y sí obedeceré<<.
Este
Plan de salvación fue pensado por el Padre desde antes de que el mundo fuera
creado. Fue realizado por Cristo mediante su Encarnación, vida pública, pasión,
muerte y resurrección y es hoy día actualizado por el Espíritu Santo en la
Iglesia de Dios y de Cristo. TODO HOMBRE se inicia en este Plan de vida por su
bautismo que lo hace hijo de Dios, lo incorpora a Cristo y lo transforma en
templo vivo del Espíritu Santo.
Al
cristiano bautizado, poseedor de la vida, vive en comunión con los hermanos y
en obediencia al “Mandamiento Regio del Amor” y por el mismo, comprometido en
la edificación de la comunidad cristiana. Comprometido en la construcción de la
civilización del amor. Esto es, el cultivo de todo lo que de bueno hay en cada
ser humano, para que sea puesto al servicio de todos. Solo dentro de este Plan
maravilloso pueden los hombres comprender que Dios creó todo para todos.
El
Plan de Dios se cimienta en tres ideas fuerza: El Amor, la Verdad y la Vida, es
decir, en Cristo: Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6), garantía de realización de
personas, comunidades y naciones. Así lo comprendió Zacarías que lleno de gozo
exclamó: Dios nos ha enviado un poderoso
salvador.
7.- Finalidad de la salvación en
Cristo.
La
finalidad es doble y tiene un sentido profundamente religioso que se manifiesta
y expresa en todas las dimensiones que afectan al hombre, tanto en las
económicas como en las políticas.
·
Destruir
la obra del Diablo (Hech 10, 38) (el plan de muerte). Mediante el perdón de los
pecados y la expulsión de todos los enemigos. Expulsión es sacar fuera todo lo
que hace daño al hombre, de todo lo que lo enferma, mata, divide y
despersonaliza.
·
Sembrar
la acción de Dios en la vida del hombre. Acción que tiende a llevar al hombre a
la madurez en Cristo en su caminar hacia Dios. Llenar al hombre de Cristo, es
la maravilla por la que Zacarías se llenó de gozo al contemplar la misión de su
hijo Juan Bautista, llamado a preparar los caminos del Señor.
8.
Aplicación
a nuestra vida.
·
Anhelar
la salvación al igual que Zacarías y como él invocarla en actitud de súplica
agradecida. Tenemos necesidad de oración para apresurar la venida del Mesías a
nuestras vidas.
·
Buscar
la vida, la verdad y el amor que Dios nos ha puesto en el corazón de cada
bautizado y que la Iglesia nos da en sus Sacramentos y en la Sagrada Escritura.
·
Ser
solidarios como hombres débiles que somos, con otros que aún no han conocido la
salvación de Dios, intercediendo por ellos y haciéndonos partícipes del Mensaje
de Jesús. Mensaje de gozo, alegría y esperanza.
9.
Canto
y oración: Salmo 71, 1-6.
10.
7.
EL
CÁNTICO DE SIMEÓN
1.-
El Cántico de Simeón.
“Ahora, Señor, puedes ya
dejar a tu siervo irse en paz, según tu promesa; porque vieron ya mis ojos al
que es la salvación que tú envías, la que tú has preparado a la vista de todos
los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel”. Lc
2, 29-32. El Cántico es una alabanza a Dios en agradecimiento por el
cumplimiento de sus promesas. Desde ahora el anciano puede vivir en paz,
tranquilo y satisfecho, se ha iniciado el tiempo del reinado del Mesías.
El
cántico contiene las tres verdades fundamentales sobre Jesús:
a) La
primera verdad habla de Jesús como el enviado de Dios que viene a salvar a los
hombres. Salvación preparada por Dios significa, no solo el origen de la misma,
sino además, que es Dios mismo quien la realiza.
b)
La segunda verdad es que Jesús viene como Luz del mundo (Jn 8,12) La Luz es
símbolo del conocimiento, es decir, en Jesús y por Él los hombres podrán
conocer a Dios. Podrán reconocer sus pecados, sus necesidades y buscar la
salvación que Dios nos presenta. Podrán además distinguir entre lo bueno y lo
malo, entendiendo por bueno, todo lo que viene de Dios y por malo lo que viene
del mundo sin Cristo o del mismo Maligno.
c)
La tercera verdad supera el horizonte judío que esperaba una salvación
nacionalista. Jesús viene para todos: judíos y gentiles. “Salvación que tu
preparaste para todos los pueblos”. Dios quiere que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4)
La fuerza del Cántico,
hablado por Simeón, está en las verdades divinas que contiene. Verdades que no
pueden ser comprendidas con la simple inteligencia humana, se requiere de la
“Gracia de Dios”. La razón es que el cántico tiene como Autor principal al
Espíritu Santo. El anciano tan sólo habla sus Palabras. Simeón presenta a
Jesús, el hijo de Dios como luz del mundo que viene a iluminar las tinieblas de
nuestro corazón. Quien se acerqué a Jesús, Luz del Mundo, recibe su Luz para no
caminar en las tinieblas (cfr Jn 8, 12ss). Pablo dirá a los efesios: “ustedes
antes eran tinieblas, pero ahora, al haber creído en Jesús, sois luz, y los
frutos de la luz son la verdad, la bondad y la justicia. “Lo viejo ha pasado,
lo que ahora hay es nuevo” (2 Cor 5, 17). Jesús viene a ser las cosas nuevas.
Viene a reparar las casas que están en ruina.
2.-
¿Quién es Simeón?
Dos son las
características de Simeón: La justicia y la piedad. Justo en la Biblia es el
hombre virtuoso, capaz de vivir en la voluntad de Yaveh, haciendo el bien y
cumpliendo la Ley; mientras la vida de piedad abarca todas las relaciones en
referencia a su vida en el culto a Dios y en la armonía con los demás. Justicia
y piedad hacen de Simeón un hombre lleno de mansedumbre, entendida ésta como la
virtud contraria al odio y a la agresividad; por tanto manso es aquel hombre
que cree que el amor es más fuerte que el odio, así mismo la liberación sólo
puede venir de Dios. Simeón al estar lleno del Espíritu Santo y por su estilo
de vida pertenece al pequeño resto: los Anawin de Dios que de acuerdo a las
palabras del profeta son hombres que están en pie de guerra contra la mentira,
la falsedad, la hipocresía, el odio y la venganza, etc.
El motivo de su gozo
pertenece a la experiencia del momento, con sus ojos corporales está viendo al
Mesías enviado por Dios en el pequeño Niño que María, su Madre sostiene en sus
brazos. Para Simeón el Mesías Salvador viene como luz a iluminar los pecados de
los hombres, tanto de judíos como de gentiles, así todo el que se acerque a
Jesús quedará al descubierto. La Luz de Cristo ilumina las mentes y los
corazones de los que viven en tinieblas para que lo acepten con fe.
3.-
La profecía de Simeón.
Después de bendecirlos
Simeón dijo a María su Madre: “Este está puesto para la caída y salvación de
muchos en Israel, y para ser señal de contradicción. Y a ti misma una espada te
atravesará el alma, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos
corazones”. (Lc 2, 34-35)
Para Simeón Jesús es la
señal puesta por Dios. Muchos lo rechazarán incrédulos, se escandalizan con su
doctrina y se apartarán de los demás, haciéndose por ello culpables; otros
muchos lo acogerán en la fe, alcanzando así un resurgimiento espiritual que los
lleva a la renovación interior y por lo tanto a la posesión de la salvación de
Dios. Frente a Jesús la actitud del hombre no puede ser neutral: “o conmigo o
contra mí” (Mt 12,40)
La profecía descubre la
más grande de las verdades cristianas: La salvación por la fe y no por las
obras de la Ley. Entendiendo como fe la adhesión a Cristo y por obras de la
Ley, los frutos de la carne. Adhesión a Cristo equivale a acoger el amor de
Dios hecho hombre en la persona de Jesús. La fe exige como segundo paso vivir
conforme al Evangelio y en tercer lugar asumir el destino de Jesús, que no es
otro que manifestar a los hombres el rostro amoroso de su Padre.
Posibles preguntas para
aplicarlas a nuestra vida:
4.-
¿Qué hemos de hacer para tener vida eterna?
La respuesta la presenta
el Evangelio de Juan: “Creer en el que Dios ha enviado”. La fe cristiana, la que da fruto por estar
unidos a Cristo, es aquella que tiene obras de conversión, de misericordia y de
justicia, es por lo mismo una fe que lleva al cristiano a vivir en la santidad,
entendida ésta como el amor de Dios en el corazón del hombre. Santo es el
hombre que ama a Dios y a sus hermanos. Es una fe que libera y que salva. Las
obras que el cristiano está llamado a dar, las encontramos en el Sermón de
Jesús llamado “Las Bienaventuranzas” que encontramos en el Evangelio de Mateo
5, 3ss.
5.-
¿Cómo es el Mesías que nosotros esperamos o que conocemos?
·
Triunfalista
y nacionalista como el de los Zelotas que traería la liberación de los romanos
como opresores en turno de Israel y que a su vez convertiría al pueblo en una
potencia que dominaría sobre todos los pueblos de la tierra. Este es el Mesías
esperado en el Antiguo Testamento y esperado aún hoy día por muchos judíos y
aún por muchos cristianos.
·
Manso
y humilde como el de Simeón, que trae una salvación del pecado para todos los
hombres. Mesías que se presentó con signos débiles: Una pobre Madre que lo
cargaba en sus brazos y que sólo tuvo para ofrecer una oblación en cumplimiento
de lo descrito por la Ley, dos palomas.
·
Un
Mesías de aparador, bonito y cómodo que no nos cuestiona ni nos reta al
compromiso liberador de la persona humana y de la comunidad. Este es el Mesías
de muchos creyentes que viven el cristianismo a su manera.
6.-
¿Cuál ha sido la obra del Espíritu Santo en nosotros?
·
Llevarnos a Cristo por la fe, esperanza y
caridad. La Obra del Espíritu Santo es hacer que el mundo crea en Jesús, para
que creyendo se salve y tengamos vida en Él.
·
Renovarnos
y purificarnos interiormente como expresión de las relaciones con Dios y con
los demás hombres de la comunidad. Relaciones de paz y de justicia, fraternidad
y solidaridad.
·
Apartarnos
de la “Violencia” exterior que se manifiesta en la separación de los demás y en
la lucha de clases. La violencia interior libera y purifica. La violencia
exterior divide y destruye las comunidades.
7.
¿Es realmente Cristo nuestro Salvador y Señor?
Hemos tenido
experiencia de perdón y de liberación de nuestros enemigos, entendiendo que
estos son los enemigos de la salvación: Mundo, Maligno y Carne. Siendo el más
peligroso la carne corrompida por el pecado, entendiendo como carne el “Yo”,
egoísta, lleno de envidia y de egoísmo, conocido como el “Ego” que responde al
“hombre viejo” de Pablo (Ef 4, 17- 18).
¿Hemos tenido experiencia
de liberación del poder de nuestros ídolos personales o comentarios? Ídolo es
todo lo que ocupa el centro de nuestra vida, aquello por lo cual y para el cual
vivimos. Cristo sería solo un adorno, un algo que usaríamos para nuestros
intereses personales. El quiere ser el Salvador y el Señor de nuestras vidas.
Démosle una oportunidad en esta Navidad.
8.-
Aplicación a la vida.
·
Navidad
es dejar que el Espíritu Santo realice en nosotros la salvación de Dios. Quien
padece en su vida esta acción liberadora, podrá dar testimonio al igual que
Simeón del Mesías de Dios.
·
Navidad
significa ruptura con situaciones de pecado. Es liberación de todo lo que hace
daño, es decir, lo que no viene de Dios. Navidad es ser justificación por la
fe.
·
Navidad
significa reconocer el rostro de Dios en los menos favorecidos y comprometerse
por ellos como luz y no como tinieblas. Ser luz de ellos significa ayudarles a
salir de situaciones menos humanas a otras más humanas y de éstas a situaciones
cristianas.
·
Navidad
significa encuentro con María y el Niño, y por lo tanto con la familia, los
amigos, con los extraños y aún con los enemigos de acuerdo a las palabras de
Jesús: “Ama a tu enemigo y ora por quien
te persigue” (Lc 6, 27ss).
·
Navidad
significa vida nueva, como fruto del nuevo nacimiento de aquel que recibe a
Jesús como el “Don” de Dios. Navidad siempre será una época de Gracia, de
entrega y apertura: don y respuesta.
9.
Canto:
10.
Oración: Su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación. Él hace promesas con su brazo: dispersa a los de corazón soberbio,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros
padres, a favor de Abraham y su descendencia por siempre”
11.
Compromiso Personal
8.
LA
HUIDA A EGIPTO
1.- La Huida a Egipto.
El
Ángel habla, no con María, sino con José, le dice: “Levántate toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto y estate allí
hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle.” Él
se levantó, tomó de noche al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto. (Mt
2,13ss).
La
huida a Egipto se debe comprender a la luz de la historia de la Salvación.
Responde a una profecía del profeta Oseas “De Egipto he llamado a mi Hijo” (11,1)
Egipto es el lugar donde fueron esclavizados los hebreos a lo largo de 430
años. Egipto significa para Israel la tierra de la opresión y de explotación.
Apenas
nacido, el tirano Herodes se enfurece y José, la madre con el Niño tienen que
huir y trasladarse más allá de la frontera de su patria para irse a un país
extraño donde reina el misterio de la impiedad: Tentaciones y pruebas a lo
largo de un viaje largo y molesto.
El
término “De Noche” en sentido bíblico expresa el momento de las tinieblas, la
hora de Satanás. El momento en que reina el pecado. Jesús el Liberador del
pecado, tiene por el momento, que huir cubriéndose con las sombras de la noche.
Ya llegará su Hora, cuando el Príncipe de las tinieblas sea echado fuera y los
hombres sean liberados de su poder.
2.- Razones de la huida a Egipto.
·
Para
salvar la vida del Niño por medios naturales y sin intervención milagrosa
alguna. Enseñándonos a nosotros a huir de todos los peligros que atentan contra
nuestra salvación y a no tentar a Dios pidiéndole milagros cuando está a
nuestra mano realizar algunas cosas.
·
Para
que se cumpliese la profecía de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”. Esta
profecía se refiere a Israel que Dios sacó de Egipto por medio de Moisés,
liberándolo así de las garras del Faraón. El Evangelista la aplica a Jesús, el
hijo por excelencia de Dios. También puede ser aplicada a cualquiera de
nosotros los que hemos sido rescatados de la servidumbre del pecado.
·
Para
que recibieran los paganos de Egipto las primicias de la futura redención de
Cristo, que había de extenderse al mundo entero.
·
Huye
a Egipto para que los que sufren persecución por el nombre de Cristo, los que
toleran persecuciones, los que aguantan injurias, permanezcan con fortaleza,
luchen con valentía, no abandonen la Iglesia, sino que se acuerden siempre que
el Señor sufrió siempre de manos de los pecadores.
3.- La actitud de José.
José
no se escandalizó, no obstante hacía poco tiempo que el Ángel le había
anunciado que el Niño salvaría a su pueblo, y ahora no era capaz de salvarse a
sí mismo, si no que tenía la necesidad de huir. La razón es que aún no era
tiempo de hacer maravillas. Esto parece contrario a las promesas, pero José no
dice nada porque es un varón fiel. Nada pregunta, sino que obedece, cree y
soporta todas las pruebas con valentía. Acepta de Dios los trabajos, las
fatigas y las alegrías del Nacimiento de Jesús. Para la lengua semita José
significa: “otra vez y otra vez”. José es el hombre que obedece una y otra vez.
Es el siervo prudente y fiel.
La
causa de la huida, como dijimos antes, es el alboroto en la ciudad y la furia
de Herodes, pero además, responde al cumplimiento de la profecía de Oseas. Tres
cosas podemos decir sobre Egipto: Es la tierra del Faraón que sometió a Israel
a la servidumbre, figura del pecado. Egipto es también lugar de refugio,
primero para los descendientes de Jacob que fueron allá para no morirse de
hambre; después la sagrada Familia huye allá para no morir en las manos de
Herodes.
Podemos
decir que Jesús es Maestro desde el mismo momento de su Nacimiento. Él nos
enseña con su propia vida. Nos enseña con su vida lo que es la vida cristiana:
un camino lleno de experiencias dolorosas, pero también gozosas. El dolor de la
huída y el gozo del regreso a la Patria. Su vida misma es una parábola, con la
experiencia del destierro se afirma como el Siervo doliente de Yahveh. Nos
muestra el carácter sacerdotal de una vida consagrada totalmente a la voluntad
del Padre: “Heme aquí Oh Dios para hacer
tu voluntad” (Heb 10, 9), rezó Jesús al entrar en el mundo de los hombres y
a lo largo de toda su existencia terrena.
4.- La vuelta de Egipto.
No
sabemos cuánto fue el tiempo que la sagrada Familia permaneció en Egipto pero
la mayoría está de acuerdo en afirmar que la estancia en Egipto no duró más de
unos cuantos meses. Como quiera que sea el Evangelista nos relata la vuelta de
Egipto en la siguiente forma:
Muerto
Herodes, he aquí que el Ángel del Señor se apareció a José en sueños
diciéndole: “Levántate toma al Niño y a
su Madre y marcha a la tierra de Israel”. Ya no dice huye, sino marcha. Es
la vuelta a casa, al terruño para reunirse con los suyos.
Se
levantó el destierro, pudo volver a su patria e ir a instalarse en Nazaret en
vez de en Belén para que se cumpliera la Escritura: “Será llamado Nazareno” (Mt
2, 23).
Para
nosotros es salir de la servidumbre del pecado, el exilio, tierra de
esclavitud, para ponernos en camino de “éxodo”, e ir hacia la tierra prometida,
tierra que mana leche y miel. “levantaos puertas antiguas, se acerca vuestra
liberación”.
5.- Aplicación a nuestra vida.
·
·
Las
pruebas de la vida son experiencias liberadoras que purifican la fe y dan
crecimiento espiritual cristiano. Sólo los que sufren maduran y tienen una
enseñanza para los demás.
·
Preocuparnos
por los que no tienen casa, ni tierra, ni patria, por los que están de paso,
sabiendo que Jesús fue forajido en tierra extranjera.
·
Ayudar
a los demás en los momentos difíciles, momentos de carestía económica, de
aridez espiritual, de sufrimiento y dolor para nuestros hermanos los hombres.
El camino no es tan pesado cuando compartimos las cargas de los demás.
De
la manera que María y José no estuvieron solos en su penoso viaje a Egipto al
contar con la compañía de Jesús Niño, podemos afirmar también que nosotros
contamos con la compañía de Cristo Resucitado en el camino de la vida en cada
uno de los momentos difíciles de la vida.
6. Canto: Juntos como hermanos.
7. Oración: “Mi
corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe
de mis adversarios, porque gozo con tu salvación. Se rompen los arcos de los
valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por
el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete
hijos, mientras que la madre de muchos queda baldía”.
8. Compromiso: personal
9.
Jesús
es Dios que salva
1.- ¿Quién es Jesús de Nazaret?
La
respuesta correcta sólo nos la puede dar el mismo Jesús, por lo que tendríamos
que invertir la pregunta ¿Jesús quién eres tú? La respuesta la encontramos en
la Palabra de Dios:
Jesús es Emmanuel que significa Dios con
nosotros, Dios entre nosotros y Dios a favor de nosotros (Is 7,14). Jesús nos
revela el rostro misericordioso de un Padre que ama a sus hijos con amor eterno
e incondicional (Jer 31, 3).
Jesús es Yahve que Salva: es Salvador y es
Salvación de Dios para los hombres (Mt 1,21). La salvación de Jesús puede ser
de males y peligros. Salva de los enemigos, bien dando la victoria o
devolviendo la libertad, ya que habiendo perdido la batalla el hombre es
convertido en esclavo o es hecho prisionero. Jesús salva del pecado, del
demonio y de los males espirituales. Razón por la que Jesús es llamado sin más
el Salvador del Hombre.
Es el Hijo de Dios (Mc 1, 1) que ha tomado rostro humano para
amarnos con corazón de hombre (Jn 14, 7s)
2.- La Misión de Jesús (Lc 4,16-18)
·
Para dar las
buenas noticias a los pobres. Pobre es todo aquel que tiene una
necesidad real; los hambrientos, los sedientos, los desnudos, los forasteros,
los enfermos, los encarcelados, los oprimidos y explotados. Pobres son los de
corazón quebrantado, los que se encuentran cautivos, los encadenados, los de
espíritu abatido, los que sufren opresión y no se pueden defender, los
despreciados, aquellos de quien se abusa, aquellos que no tienen salvación, que
nada tienen que esperar de este mundo y por lo mismo todo lo esperan de Yahveh
Dios.
Mientras
que pecador es todo hombre, por eso Jesús exige como condición para poseer el
Reino de Dios reconocer el propio pecado y la propia miseria (1 Jn 1,8-9) a la
vez aceptarlo como el Enviado del Padre
(Jn 6, 39-40) y abrirse a la acción del Espíritu Santo que guía a los hijos de
Dios (Rom 8, 14ss). En el tiempo de Jesús, pecador es todo aquel que se llevaba una vida inmoral, como los adúlteros
y tramposos; los que ejercen una profesión deshonrosa como los publicanos, los
pastores, los borriqueros, los vendedores ambulantes y los curtidores.
·
Para sanar a los
afligidos del corazón. Para Jesús sanar es lo mismo que salvar; quitar lo
que hace daño, lo que enferma, entristece o mata. Jesús sana y salva el alma.
Sana y salva el cuerpo.
·
Para anunciar a
los presos la libertad. Existen dos tipos de presos: los que están en las
cárceles y los que están presos de su pecado: egoísmo, etc. Jesús libera el
corazón del hombre, así muchos que pueden estar en las prisiones pueden ser en
realidad más libres que los que están en las calles.
·
Para dar vista a
los ciegos.
La ceguera espiritual es una modalidad de pecado. Es lo que impide identificar
la obra de Dios en los seres humanos y en la creación. Es la que impide
distinguir entre lo que viene de Dios y viene del Maligno. También podemos
decir que ciego espiritualmente es el hombre que odia y se llena de los deseos
de venganza. Ciego es el que busca la salvación fuera de Jesús.
·
Para poner en libertad
a los oprimidos.
La opresión del pecado se manifiesta en la incapacidad de ser uno mismo. Es un
vacío de libertad. Esta opresión puede ser causada por traumas, miedos, odios,
envidias, del amor al dinero, etc., pero también puede ser causada por la
influencia de los espíritus del Mal en las personas, en las familias o en las
comunidades. En este pasaje del Evangelio de Lucas, Jesús expone su programa de
trabajo durante los tres años que duraría su ministerio. En su plan se
encuentran cuatro objetivos que se propone realizar:
o
Liberar
y sanar del pecado: Me ha ungido para dar buena noticia y liberar a los presos.
Presos son los que se encuentran privados de su libertad.
o
Liberar
y sanar de las enfermedades espirituales, miedo, odio, remordimientos y complejos
para sanar a los afligidos del corazón.
o
Liberar
y sanar de las enfermedades físicas: para dar vista a los ciegos. Ceguera
física como también ceguera espiritual.
o
Liberar
y sanar de la influencia diabólica: para liberar a los oprimidos.
Jesús
es el profeta del Padre, expone y proclama una liberación integral del hombre
por eso pasó la mayor parte de su ministerio sanando cuerpos y corazones, es
decir, al hombre integral: mente, cuerpo y espíritu (1 Tes 5, 21).
“Pues les voy a demostrar que el Hijo
del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados”. A ti te digo:
Levántate toma tu camilla y vete a tu casa” (Lc 5, 24)). En
la casa de simón el leproso Jesús perdonó los pecados de una mujer de mala
fama: Entonces dijo a la mujer: “Tus
pecados. te son perdonados”. (Lc 7,48)
Con
estos dos ejemplos podemos decir que Jesús sana del pecado liberando,
reconciliando y perdonando. Tanto el paralítico como la pecadora fueron
liberados de la peor de las enfermedades: la causada por el pecado.
Los
cristianos vemos la misión de Jesús como la “expresión amorosa de Dios”. Como “el acto supremo de obediencia al Padre
y, la Manifestación más sublime de amor a los hombres” por parte de Jesús. Su
misión la podemos resumir en tres palabras: Anunciar, reconciliar y salvar.
Estas palabras que corresponden al triple ministerio de Jesús como Sacerdote,
Profeta y Rey.
3. Jesús y el Reino de Dios
4. El Reino de Dios predicado por
Jesús significa tres cosas:
a) La paternidad divina:
Dios es Padre de los hombres y ejerce su poder real entre ellos.
b) La sujeción al dominio de Dios, pero no
de manera forzada sino de manera libre y amorosa: “Hágase tu voluntad”. Aceptar
libre y conscientemente la voluntad de Dios, tal como se reza en el Padre
Nuestro.
c) La fraternidad solidaria entre los
hombres. Como consecuencia, el Reino se describe como un Reino
de paz, armonía interior y exterior, con Dios y con la Comunidad, que ha de ser
fraterna y solidaria; el Reino es amor, paz y gozo; porque en él nadie vive para
sí mismo (cfr Rom 14, 8).
Para
Jesús el Reino de los Cielos no es propiamente un lugar, Él lo identifica con
su Persona, razón por la que podemos decir que las expresiones, palabras y
obras de Jesús, son manifestaciones del Reino que no es comida ni bebida, sino
justicia, amor y paz en el Espíritu Santo.
·
El Amor. Un amor que se
muestra en hechos, no sólo en palabras, pues hay que dar al que necesita y hay
que expresarlo en el servicio real a los demás. Es un amor sin límites que
abraza con preferencia a los pobres, pero que llega hasta a los propios
enemigos. Todo el que ama se convierte en un buscador de pobres, cojos, ciegos
y lisiados, los busca para ponerse al servicio de ellos. (Lc 14,12-14).
·
La Paz. De labios de
Jesús nada oímos de venganzas. El Reino de Dios excluye las divisiones, los
odios y las enemistades, razón por la que se manifiesta en un espíritu de
mansedumbre y misericordia que nos hacen llegar al perdón de los mismos
enemigos, al estilo de Jesús que selló el más grande acto de amor con una
exclamación: “Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen”. La paz es el don
de Dios a los hombres que acogen en su corazón a Jesús y hacen de su Evangelio
la norma de su vida. La Paz es la armonía reconciliadora que Jesús trae a
nuestros corazones. Nos reconcilia con Dios, con nosotros mismos, con los demás
y con la naturaleza. La Paz es el “Shalom” de Dios a los hombres de buena
voluntad.
·
El Gozo. El Gozo del
Señor es consecuencia de la acción amorosa que Él realiza en el corazón que le
ha abierto las puertas. Jesús no entra en nosotros con las manos vacías, lleva
con Él el Gozo del Espíritu, verdadera expresión del Reino de su Padre. El Gozo
es fruto de la Pascua de Cristo, es su don y su sello de liberación. Manifiesta
que el reinado del vacío y de la frustración ha llegado a su término.
De
la misma manera que afirmamos que la Paz es el primer fruto del Amor, así
podemos decir que el Gozo es el fruto de la Paz. Es la alegría de Dios al
regreso de los hijos ausentes que traen el sincero deseo de convertirse a los
valores del Reino, buscando el rostro del Hijo y deseando reproducir su imagen
(Lc 15, 7.10, 24).
6. Jesús reconcilia a los hombres con
Dios y entre ellos.
Jesús
es el Reconciliador, reconcilia en Él a la humanidad: une lo que el egoísmo, el
odio y el poder de las tinieblas había separado. La Reconciliación es la obra
de Jesús, podemos asegurarle al mundo que sólo Cristo reconcilia.
Juan,
el Discípulo amado, al describir la llegada de Jesús al mundo de los hombres
pone en labios de su Maestro la razón de su Presencia: “He venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). La Vida que está en Cristo y
que es Cristo, es el Don de Dios a una humanidad enferma por el pecado. Es el
Don con el que Dios llena los vacíos de un corazón que genera violencia y
agresividad, que hace daño y destruye las relaciones entre los seres humanos.
La Vida con la que Cristo nos llena es imán que nos atrae hacia la Casa del
Padre y hacia el encuentro con los hermanos. Es el Poder que nos permite
extender la vida y que nos capacita para perdonar y para remover los obstáculos
que impedían abrazarnos como hermanos.
Jesús
nos reconcilia con nosotros mismos: nos une, nos llena de armonía, de paz
interior y luz para que nos veamos con la mirada de Dios Amor. Podemos ver el
caso de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11). Jesús nos reconcilia con los demás, aún
los propios enemigos como en el caso de Zaqueo (Lc 19, 1-10). Jesús nos
reconcilia con Dios (Rom 5,10) (Ef 2, 11ss). Al abrirnos el camino hacia la
Casa del Padre como al hijo pródigo, Él es nuestra Reconciliación.
7. Jesús es el Salvador de los
hombres.
Jesús
es el Salvador de sus hermanos. Su nombre significa su Misión (Mt 1,21; Hechos
4,12). La Salvación que Jesús nos ofrece y nos gana tiene una dimensión
negativa y otra positiva. Cristo nos quita y nos da. Nos quita el pecado y nos
llena con su Gracia; nos saca de las tinieblas para introducirnos en el Reino
de su Luz. Nos libera del odio y nos llena con su amor. La Salvación no da
comienzo el día que nos muramos, sino aquí ya, y ahorita “Hoy es el día de la salvación”. La salvación que Cristo nos trae de
parte del Padre es personal y comunitaria, corporal y espiritual, presente y
futura. Es un don de parte de Dios, el hombre la acoge o la rechaza: su
decisión es individual, no puede ser derogada a otras personas. “De que le sirve al hombre que Cristo nazca
mil veces en el pesebre de Belén, sino nace en su corazón”.
10.
Aplicación a nuestra vida.
a)
Renovar
el compromiso de nuestra fe cristiana: aceptar a Jesucristo como nuestro
Salvador personal para poder apropiarnos de los frutos de la redención: el
Perdón y la Paz.
b)
Renovar
nuestro compromiso bautismal: vivir como un verdadero hijo de Dios y hermano en
Cristo de los demás, mediante la renuncia al pecado, guardando los Mandamientos
y practicando las virtudes cristianas.
c)
Comprometernos
con el Señor Jesús desde su Iglesia a llevar la Buena Nueva a todos los hombres
como discípulos misioneros de Jesucristo.
d)
En
obediencia a la Palabra de Cristo, es la
“opción de ir en la búsqueda, entrega,
donación y servicio a los más pobres o menos favorecidos de la comunidad o del
barrio”.
e)
Hacer
un compromiso de cada día de: hacer momentos de silencio para interiorizar la
Palabra de Dios; tener momentos fuertes de oración íntima, cálida, extensa e
intercesora; dedicar tiempos fuertes al estudio de la Palabra y la enseñanza de
la Iglesia.
11.
Canto:
Noche de Paz.
12. Oración: “Ven,
Señor, y haz tu obra. Despiértanos, incítanos. Enciéndenos. Arrástranos hacia adelante.
Sé aromático como las flores y dulce como la miel” Enséñanos amar y avanzar”.
San Agustín.
Compartir un acto de amor: la “Cena
de Navidad”.
Feliz Navidad para todos los hombres
de buena voluntad
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