LOS PROFETAS DE CRISTO SON SU PROPIEDAD EXCLUSIVA.
Iluminación: Y esto, teniendo en cuenta el momento en que vivimos. Porque es ya hora
de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando
abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues,
de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en
pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de
lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien
del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus
concupiscencias. (Rm 13. 11- 14)
El Profeta es un hombre consagrado a Dios.
En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado
Manoa. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. A esa mujer se le apareció
un ángel del Señor y le dijo: "Eres estéril y no has tenido hijos; pero de
hoy en adelante, no bebas vino, ni bebida fermentada, ni comas nada impuro,
porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No dejes que la navaja toque su
cabello, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre y él
comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos". La mujer dio a luz un hijo y lo
llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo y el espíritu del Señor
empezó a manifestarse en él. (Jc 13, 2-7. 24-25)
El profeta es un hombre de Dios, consagrado al Señor desde el seno de su
madre hasta la muerte. Es elegido por amor y para amar, nace con una Misión. Le
pertenece, ama y servir al Señor y a su pueblo. Como consagrado a una Misión debe
de vivir como Profeta del Altísimo: “No mezclar las cosas mundanas y paganas que
llevan a la idolatría, con las cosas de Dios” (2 de Tim 2, 4) Es un Luchador contra
el pecado, y a favor del Reino de Dios: Denuncia las situaciones de injusticia,
los pecados a su Pueblo y anuncia los caminos de la rectitud, del amor, la
verdad y la vida. (Jn 14, 6) E invita a la conversión para volver al Señor. Uno
de estos profetas dijo: Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron,
Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el
agua no retienen. (Jer 2, 13) “Vuélvanse a mí y cultiven el barbecho de
sus corazones (Jer4, 1- 4).
El profeta de Dios lleva en su corazón la Ley
de Cristo, la ley del Espíritu, la ley del Amor. El amor es como el fuego que
arde en su corazón para hacer la Voluntad de Dios y para servir a sus hermanos
para ayudarlos a entrar al reino de Dios (cfr Lc 12, 49- 50)
Existen los falsos profetas, los que dicen una
cosa y hacen otra, se dicen que sirven al señor, pero, en verdad
le sirven al dinero, al poder y la fama (cfr Mt 6, 24) Su corazón está vacío de
Amor y de Dios, no aman y no sirven a Dios. Escuchemos a Jesús decirnos: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán
aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les
declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"
(Mt 7, 21- 23) Nadie puede dar lo que no tiene.
El cumplimiento de una promesa:
Juan el Bautista.
Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías,
porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien
le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros
muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos
del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde
el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del
Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de
los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de
los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo". (Lc 1, 5-25)
La Misión de Juan el Bautista, un
hombre lleno del poder y del Espíritu de Elías era preparar el camino del
Señor: Ser su Voz, su Mensajero, su Servidor. Bautizó a Jesús. luego lo señala
como el Cordero de Dios; predicó la conversión, para luego anunciar su propia
muerte; “Conviene que yo disminuya para que él crezca” (Jn 3, 30) Para morir
como Testigo de la Verdad. Era un roble de Justicia (Is 61. 3) Y no una caña
sacudida por el viento, un verdadero profeta al servicio de Cristo Jesús. El
más grande de los nacidos de mujer (Lc 7, 26- 28).
Los profetas de Cristo tienen un
doble nacimiento, nacen de su padre y madre y nacen de Dios. Dos madres, la madre
de familia y la Comunidad de Cristo.
Los profetas de Cristo nacen en
la Fe por medio de la escucha y obediencia de la Palabra de Dios (Rm 10. 17) Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo
Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo.
(Gál 3, 26- 27) Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio
real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que
os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz. (1 de Pe 2, 9) Son
propiedad total y exclusiva de Cristo, con la Misión y tarea de pertenecerle,
amarlo y servirlo. Amar a Cristo y no al Mundo (1 de Jn 2, 15) Para llevar
escrito en sus corazones la Ley del Amor (Jer 31, 31).
Tienen el libre albedrío: Escoger hacer el bien
o hacer el mal. Discernir entre lo bueno y lo malo, rechazar el mal y hacer el
bien (Rm 12, 9)
Frente a ti está la vida y la muerte (Dt 30, 15) La carne y
el Espíritu (Gál 5, 16) Todo profeta es libre para pertenece a Cristo o al
mundo. Jesús nos dice: “Conmigo o contra mí, el que no junta desparrama (Mt 12,
30) El que elige la “carne” decide sentarse la mesa de los demonios y no a la
mesa del Señor (1de Cor 10, 21) La “carne” es una vida mundana, pagana y de
pecado, conducida por cualquier espíritu que no sea el Espíritu de Dios (cfr Rm
14, 23) Lleva a la corrupción y a la muerte espiritual (Gál 6, 8) Mientras que
el que es conducido por el espíritu Santo se hace hijo de Dios y participa de
la vida eterna. (cfr Rm 8, 14- 17)
La espiritualidad cristiana es una vida conducida por el
Espíritu Santo de Dios. Hay espiritualidad donde hay Vida espiritual y hay vida
spiritual donde está el Espíritu Santo de Cristo. La Obra del Espíritu es
llevarnos a Cristo para que tengamos sus mismos sentimientos, pensamientos,
criterios, interés y luchas de Cristo para poder amarlo y seguirlo con
fidelidad. A los profetas de Cristo Jesús les invita a ser como Él: Mansos y
humildes de corazón (Mt 11, 29) Nos invita a desprendernos de toda grandeza
humana, abajarnos al nivel de todos, y humillarnos como Jesús, para cargar con las
debilidades de los demás (cfr Flp 2, 6-8; Rm 15, 1)
Jesús invita, pero no obliga a ser uno de sus profetas: Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame. (Lc 9, 23) La respuesta a Jesús
es por Amor.
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