LA FE Y
LAS OBRAS DE LA FE NOS LLEVAN A LA SALVACIÓN.
Iluminación: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.
La fe y las
Obras son realidades inseparables.
La fe sin las obras está
muerta, está vacía, sin frutos y sin vida. La invitación de Jesús en su
predicación a las gentes es parte de su Mensaje: “Crean y conviértanse (Mc 1,
15; Mt 4, 17) La fe viene de lo que se escucha la Palabra de Dios que nos dice
que Jesús es el hijo de Dios, su Don para toda la Humanidad (cf Jn 3, 16) Jesús
es inseparable de su Mensaje que es íntegro. El que dice que cree en Jesús debe
aceptar su Mensaje completo y aceptar su Obra. Persona, Mensaje y su Obra son
inseparables.
La fe es
un don gratuito e inmerecido, somos salvados por la fe y no por las obras y por
nuestros méritos, pero el mensaje de Pablo no se queda ahí: En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las
buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos. (cfr Ef 2,
4- 10) Esta es la voluntad de Dios que rechacemos el mal y que hagamos el bien
(Rm 12, 9) Y que nos amemos unos a los otros.
Las obras de
la fe son los mismos frutos del Espíritu Santo: En cambio el fruto del
Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,
dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús,
han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. (Gál 5, 22- 24) Sin
estos frutos la fe está vacía y esta muerta (Snt 2, 14- 17)
El
mensaje de Jesús es íntegro y completo.
«No todo el
que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. (Mt 7, 21) ¿Cuál es la Voluntad de Dios?
En las primeras dos peticiones del Padre nuestro encontramos la respuesta: “Santificado
sea tu nombre y venga a nosotros tu Reino”. Sean santos como vuestro Padre
celestial es santo (1 de Pe 1, 15) Para entrar al Reino de Dios hay que romper
con el pecado, hay que creer y convertirse lo ha dicho el mismo Jesús (Mt 4,
17) Sin conversión no hay santidad, es una fe vacía, aunque tenga muchos rezos
y alabanzas, la fe no es sincera como tampoco el corazón está limpio.
Que nadie os
engañe con la enseñanza que dice que la sola fe sin las obras.
Muchos me
dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y
entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de
iniquidad!" (Mt 7, 22- 23) Tenían su religión como un negocio, predicaban
a Cristo para quedar bien y para que les vaya muy bien, y Jesús dijo: No se
puede servir a Dios y al dinero, con alguno se queda mal. (Mt 6, 24; Lc 16, 13)
No se puede adorar al oro y al poder y al mismo tiempo adorar a Dios. Esto
equivale a la tibieza espiritual y nos convierte en candidatos para ser
vomitados de la boca del Señor (cfr Apoc 3, 15- 16)
La fe
sincera viene de la escucha y de la obediencia a la Palabra.
«Así pues, todo el que oiga estas palabras
mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa
sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y
embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada
sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica,
será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los
vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»
(Mt. 7, 24- 27)
Construir la casa sobre Roca, sobre el único Fundamento que es Cristo y
construir la muralla alrededor de la ciudad. Aquel día se
cantará este canto en el país de Judá, "Tenemos una ciudad fuerte; ha puesto el Señor, para salvarla, murallas y baluartes”. (Is 26, 1, 1-2) Cristo
es el Fundamento y Cristo es la Muralla para defender la ciudad, la casa, la
fe. Somos salvados por la fe, pero nadie se salva sin las obras, lo primero es
la fe y luego las obras. Somos salvados por la misericordia de Dios manifestada
en Cristo Jesús.
Las obras son hijas de la fe, sin ellas es estéril: Lo primero es el
arrepentimiento, que pide reconocer los pecados, arrepentirse, hacer el propósito
de enmienda y confesarse o pedir el perdón de los pecados para Nacer de Nuevo (cf
Jn 3, 1- 4) Luego aprende a discernir y a rechazar lo que es malo: La malicia,
la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1) Que de tu
corazón no salgan los fraudes, los adulterios, las fornificaciones, los crímenes,
los falsos testimonios, etc. (Mc 7, 21- 22)
La vida cristiana es un don y es una lucha, Pablo pide “Fortaleceos con
la energía de su poder” (Ef 6, 10) Aparece entonces la hija predilecta de la fe:
la Fortaleza para rechazar el mal y para hacer el bien (Rm 12, 9) Y con el bien
vencer al mal (Rm 12, 21) Luego sigue otra hija de la fe que es también hija de
la fortaleza; La Sencillez de corazón para vencer la doble moral, la soberbia,
la mentira, la envidia y la agresividad.
La lucha sigue, la fe sigue teniendo hijas para conformar la “Armadura
de Dios” De la Sencillez nace la Pureza de corazón” Que viene acompañada de una
fe sincera (1 Tm 1, 5) Para poder ver las Maravillas de Dios. Otra obra de la
fe es la Santidad sin la cual nadie verá al señor. (Heb 12, 14) De la Santidad
nace la Ciencia que es el conocimiento de Dios y de su voluntad, su familia son
la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la integridad, la
piedad, el amor fraterno y la Caridad, todas vienen de la fe y son sus Obras. El
que tenga estas armas (Obras) abunda en la Gracia y en el conocimiento de Dios,
y el que no las tenga se ha olvidado de su antigua purificación de sus pecados,
su fe está vacía de amor y de vida. (2 de Pe 1, 5- 9)
Que nadie nos engañe.
Somos salvados por la fe, por la misericordia de Dios manifestada en
Cristo que nos dejo su Mensaje para obedecerlo, para ponerlo en práctica para
que aparezcan las Obras, sin las cuales nuestra salvación está en peligro, Fe y
Obras son inseparables, como fe y amor; como fe y conversión son inseparables.
(Gál 6, 5).
Vuestra caridad sea sin
fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los
unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin
negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la
esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo
las necesitades de los santos; practicando la hospitalidad. (Rm 12, 9- 13)
Las Obras para que sean
agradables a Dios ha de venir de una fe sincera y de un corazón limpio, ha de
hacerse con amor. Fe y amor son inseparables.
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