LA FE ES CONFIANZA EN LA PALABRA DE
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho". Él le contestó: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: "Señor, yo no soy digno de que entres
en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo
también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a
uno: '¡Ve!', él va; al otro: '¡Ven!', y viene; a mi criado: '¡Haz esto!', y lo
hace". Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo
seguían: "Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan
grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán
con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos". (Mt 8, 5-11)
En el evangelio de Lucas no iba
el centurión personalmente, sino que envía a unos ancianos.
Se encontraba mal y a punto
de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar
de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera
y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban
insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro
pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga.» (Lc 7, 2- 5)
Dos cosas vemos en el
centurión romanos: El amor y el servicio al pueblo judío. Esto unido a la confianza
a la Palabra de Jesús. “Mándalo de palabra, y quede sano mi criado”. Le manda
decir con unos amigos. Con ellos le manda decir: “con que
digas una sola palabra, mi criado quedará sano. con que digas una sola palabra.”
Con estas palabras la Iglesia recuerda en cada Eucaristía las palabras de
centurión romano. Era un hombre prudente. Él sabía que si un judío entraba a la
casa de un pagano quedaba impuro. Evitaba que Jesús fuera criticado por la gente.
La respuesta de Jesús a las
palabras de centurión: "Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe
tan grande.” ¿Qué encontró Jesús es la fe de este hombre? Creo que Jesús
encontró en la fe del centurión humildad, prudencia, amor, servicio y confianza
en su Palabra. El encuentro entre el centurión y Jesús. El oficial romano
cambio abrazó a fe de Cristo.
Después de
la resurrección Pedro entra en la casa de un centurión romano llamado Cornelio.
Él mismo que se encontró con Jesús. Fue el primer gentil en ser bautizado a la
fe cristiana:
Había en Cesárea un hombre, llamado
Cornelio, centurión de la cohorte Itálica, piadoso y temeroso de Dios, como
toda su familia, daba muchas limosnas al pueblo y continuamente oraba a Dios. Vio
claramente en visión, hacia la hora nona del día, que el Ángel de Dios entraba
en su casa y le decía: «Cornelio.» Él le miró fijamente y lleno de espanto
dijo: «¿Qué pasa, señor?» Le respondió: «Tus oraciones y tus limosnas han
subido como memorial ante la presencia de Dios. Ahora envía hombres a Joppe y
haz venir a un tal Simón, a quien llaman Pedro. (Hech 10, 1- 7)
Llega Pedro
a la casa de Cornelio.
Entonces Pedro tomó la
palabra y dijo: «Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de
personas, sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le
es grato. (Hech 10, 34- 35) Y les predicó la Palabra de Dios.
De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree en él
alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados.» Estaba Pedro diciendo estas
cosas cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la Palabra. Y
los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos al ver que
el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues
los oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro dijo: «¿Acaso
puede alguno negar el agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu
Santo como nosotros?» Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.
Entonces le pidieron que se quedase algunos días. (Hch 10, 43, 48)
Pentecostés había venido sobre la Iglesia reunida en el Cenáculo, ahora
viene un nuevo Pentecostés sobre los paganos, en la casa de Cornelio convertida
por la acción del Espíritu Santo en Casa del Señor.
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