LA
CONFUSIÓN COMO ARMA DE LA MENTIRA
Objetivo:
Mostrar la responsabilidad personal de cultivar el bien para poder derrotar el
mal que esclaviza y des humaniza a los hombres.
Iluminación:
“Mientras mis siervos dormían, vino mi adversario de noche y sembró la mala
semilla” (Mt 13, 28). Habiendo
pues dejado toda malicia, y todo engaño, fingimientos, y envidias, y todas las
murmuraciones, desead, como niños
recién nacidos, la leche espiritual del Evangelio… (1Pe 2,1-2)
1. ¿De qué se trata?
La confusión, primera hija de la mentira, su
arma favorita. La confusión es una mentira disfrazada de verdad; genera
aturdimiento, pérdida de ubicación y falta de lucidez; es no tener las cosas
claras; es mezcla de ideas; es inversión de valores; es algo que no está definido.
La confusión puede entrar por los ojos, cuando vemos un mal testimonio; cuando
se hacen lecturas sin tener criterios para discernir lo que se lee; como
también nos puede entrar por los oídos, lo que se escucha: chismes, críticas,
calumnias, difamaciones, verdades a medias, etc . Si comparamos la confusión
con la cizaña del Evangelio, el Señor Jesús dijo: “Mientras mis siervos
dormían, vino mi adversario de noche y sembró la mala semilla” (Mt 13, 28). La
confusión tiene como finalidad, no sólo hacernos obrar de manera equivocada,
sino, y sobre todo, llevarnos a la pérdida de identidad. Cuando ésta llega a
perderse lo único que queda es un “vacío existencial”. Se deja de actuar con
propiedad, como lo que se es y como lo que se debe ser; sencillamente se vive
en la mentira.
Para la persona
confundida, su lema siempre será: “No sé qué hacer”, “No sé cómo hacerlo”. Una
especie de sopor cubre su mente; una espesa nube lo obnubila para que tome
decisiones y caminos equivocados; una especie de venda cubre sus ojos y lo
enceguece: su mente y su voluntad ya no responden a su realidad personal o
comunitaria. La confusión que viene de la mentira es madre de los complejos de
superioridad, de culpa e inferioridad, llamados por la psicología profunda de
Carlos Gustavo Jung, verdaderos demonios, fuente de comportamientos neuróticos.
Los complejos enceguecen a las personas y las llevan al pozo de la
deshumanización. El Señor dijo: “No puede un ciego guiar a otro ciego, los dos
caerían en el pozo” (cfr Lc 6, 39) Una mente débil o sin criterios propios y
firmes, fácilmente pueden caer en las garras de la confusión que lleva a la
práctica de toda clase de injusticias que niegan y esconden la verdad
cambiándola por la mentira (cfr Rm 1, 18. 25) Un ejemplo de confusión lo
encontramos en los Apóstoles cuando Jesús con toda franqueza les anuncia su
Pasión. Su respuesta fue inmediata y violenta: Pedro se llevó aparte al Maestro
y lo reprendió: ¿Cómo te atreves hablar así? Nosotros sabemos que el Mesías ha
de ser eterno, poderoso y rico (cfr Mc. 8, 32s). Jesús con toda verdad,
permanece en la Opción por su Padre y rechaza la tentación diabólica de Pedro.
2. El mecanismo de la mentira es
confundir.
En el paraíso el
mecanismo usado para engañar a nuestros primeros padres fue la confusión:
“Seréis como dioses”, dijo la serpiente a Eva. En la mente de Eva estaban
presentes las palabras del Creador: “Pueden comer de todos los árboles del
paraíso, menos del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque moriréis”.
Comienza la lucha entre el bien y el mal, la verdad contra una promesa
disfrazada de mentira: lo que la serpiente prometía, el hombre ya lo poseía
como gracia. Lo que realmente hace el diablo es presentar a un Creador bueno
como un dios malo y perverso que tiene envidia de sus creaturas. (Gn 3, 1-7) La
confusión llevó a la primera mujer
actuar mal, a tomar la decisión equivocada que nos trajo la muerte, el
desorden, la esclavitud, la desgracia y la salida del paraíso terrenal. La
confusión se hace acompañar del demonio de la duda, genera inseguridad, celos,
miedo, y lo peor sería: impedir que se piense con propiedad y que se tome la decisión acertada. Es bueno
recordar el principio moral: “en caso de duda, no actuar”. Se ha de esperar que
pase la crisis y poder ver las cosas con claridad, para luego tomar la decisión
madura. Para vencer la duda se ha preguntar, estudiar o investigar.
3. ¿Qué podemos hacer?
Frente a la confusión,
los Obispos de México nos han recodado las palabras de Benedicto XVI,
dejándonos a la vez una pregunta: ¿Qué podemos hacer? “Creerse autosuficiente y
capaz de eliminar por sí mismo el mal de la historia ha inducido al hombre a
confundir la felicidad y la salvación con formas inmanentes de bienestar
material y de actuación social” (Caritas in Veritate, no. 34). ¿Cómo librarnos
de esta situación que nos esclaviza, despersonaliza y deshumaniza? Situación a
la que Pablo se refiere en la carta a los romanos, reconociendo que sólo Dios puede darnos la
libertad en Cristo Jesús (Rom 7, 25).
Para ser libres nos libertó Cristo, pero no confundamos la libertad con el librtinaje" (Gál 5, 1. 13) La libertad nos edifica y constrruye, el libetinaje desgumaiza y despersonaliza.
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