EL HEDONISMO LLEVA A LA IDOLATRÍA.
Ilustración
del Tema: Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya
como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, sumergido su
pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia
que hay en ellos, por la dureza de su cabeza los cuales, habiendo perdido el
sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno
toda suerte de impurezas. (Ef 4, 17- 19)
El
HEDONISMO DESHUMANIZA Y DESPERSONALIZA.
El
regalo del hedonismo es una voluntad de placer; una vida orientada hacia todo
aquello que genere placer, diversión, comodidad. Se recurre a la química del
alcohol y de la droga que alimentan el deseo de los sentidos para hacer de la
vida un espejismo que arranca, hoy día a muchos hombres y mujeres de todos los
estratos sociales de la realidad, para llevarlos a los terrenos de la evasión y
de la fantasía; a vivir de sueños y de ilusiones espumosas que son puro
“vacío”, pura “fachada” (Cfr Jer 2, 13). Vivir en función de la diversión, ha
llenado el corazón de muchos del mal deseo; deseo de la mujer ajena, de los
bienes ajenos, deseos de matar y destruir para obtener lo que por derecho
pertenece a otros. El hedonismo desfigura el sentido de la vida y convierte a
los humanos en hombres “light”, es decir: “vacíos de los valores que dan
solidez a la estructura personal”.
El
hedonismo pertenece al reinado de la lujuria y de la carne (Gál 5, 19ss). Sus
mejores demonios son la pornografía, la masturbación, el adulterio, la
fornicación, la prostitución y la homosexualidad, el alcoholismo y la
drogadicción. Demonios que atrofian la mente, la mirada y llevan a los seres
humanos a instrumentalizarse. El Señor Jesús nos dice que estas realidades son
realmente lo que hacen daño al hombre (Mc 7,21- 23) Hacen daño porque llevan al
hombre, desde la pérdida de la inocencia, hasta el no poder ver a una mujer
sanamente, se pervierte la mente y la mirada de hombres y mujeres. San Pablo
invita a los cristianos a huir de ellas de las pasiones desordenadas (1 Cor 6,
18), para no caer en la esclavitud y en el desenfreno de las pasiones (Ef 4,
18).
A
Timoteo le recomienda “huir de las pasiones de su juventud” (2 Tm 2, 22) “Te
recuerda que no has recibido espíritu de esclavitud, sino de dominio propio, de
fortaleza y de amor” (2Tm 1, 7). Es una realidad palpable que el ambiente y los
medios de comunicación social bombardean, tanto a jóvenes, como a niños y
adultos con “la basura de la pornografía”, no obstante, hemos de decir que el
hombre en todas estas circunstancias y condiciones es libre para decidir huir,
renunciar o también es libre para sumergirse en ellas. Reconocemos que el
hedonismo es un gran negocio que ha enriquecido a muchos y ha empobrecido a
muchos más.
La
industria de la pornografía, tanto infantil como de adultos, ha sido y es un
verdadero monopolio económico, fuente y causa de riqueza para hombres y mujeres
corruptos que comercializan con el cuerpo humano de personas, a su vez
corrompen a niños indefensos que son arrastrados y sometidos contra su voluntad
al servicio del “monopolio económico de la pornografía.”
Si realmente hemos escuchado
la Palabra de Dios que nos dice: Conviértanse para que sus pecados sean
perdonados y reciban el Espíritu Santo (Hech 2, 38; 3, 19).
Y
no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la
renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad
de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Rm 12, 2) La voluntad de Dios es
nuestra conversión para que podamos entrar en el Reino de Dios que es amor, paz
y justicia.
La
Fe nos pide renunciar al lo que pertenece al hombre viejo para revestirse del
Hombre Nuevo, Jesucristo y revestirnos de pureza, justicia y santidad, (Ef 4,
23- 24)
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