TODOS TENEMOS LA MISMA DIGNIDAD LA DE LOS HIJOS DE DIOS.

 

TODOS TENEMOS LA MISMA DIGNIDAD LA DE LOS HIJOS DE DIOS.



Introducción: Ahora, así dice Yahveh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel. «No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti.  Porque yo soy Yahveh tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. He puesto por expiación tuya a Egipto, a Kus y Seba en tu lugar dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo. Pondré la humanidad en tu lugar, y los pueblos en pago de tu vida. (Isaías 43, 1- 4)

Para mi la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia.

Pues yo sé que esto servirá para mi salvación gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el Espíritu de Jesucristo, conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido; antes bien, que con plena seguridad, ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia (Flp 1, 19- 21)

La Salvación está en la Comunión con Cristo.

Todo aquel que cree y ama a Jesús es un hombre nuevo, ha pasado de la muerte a la vida, pero no está hecho sino haciéndose, por la acción del Espíritu Santo que actúa en nuestra vida. La conversión no es algo del pasado, sino algo muy actual y muy presente, tal como lo dice el Apóstol: “Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto”. (Rm 12, 2) La Voluntad de Dios es que nos revistamos de Cristo y que el Reino de Dios venga a nosotros (cf Mt 6, 9- 12)

Por la fe y la conversión somos una Nueva Creación.

Por la fe y la conversión hemos pasado del yo al nosotros, de lo mío a lo nuestro. Hemos pasado de las tinieblas a la luz, hemos cambiado de actitudes y de conducta, ahora nuestros frutos son de bondad, de verdad y de justicia (Ef 5, 9) Estamos caminando sobre el camino estrecho y estamos entrando por la puerta estrecha (Mt 7, 13- 14) Ahora podemos decir que en parte tenemos los mismos sentimientos y pensamientos de Cristo Jesús (Flp 2, 5) Ahora puedo decir en la Verdad de Cristo que no valgo por lo que tengo o por lo que sé, sino, por lo que soy, un hijo de Dios y una persona tal valiosa como los demás, iguales en dignidad.  

“En virtud de la gracia que me fue dada, os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual”. (Rm 12, 3) Todos somos iguales en dignidad, pero, diferentes por el carisma recibido para servir. Unos son apóstoles, otros profetas, unos más pastores, maestros y evangelizadores, pero, todos llamados a trabajar en unidad, para todos crecer en el conocimiento y en la gracia de Dios, hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto Cristo Jesús y entrar en la Plenitud de Dios. (cf Ef 4, 11- 13)

Hacedlo todo en Cristo nuestro Señor.

Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás. Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. (1 de Cor 10, 24. 31) Y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre. (Col 3, 17)

No hagamos las cosas para quedar bien o para que nos vaya bien, eso es fariseísmo, como tampoco hagamos las cosas por obligación o a la fuerza, eso sería la carne, y nosotros somos conducidos por el Espíritu Santo. Él guía a los hijos de Dios, los leva a Cristo y da testimonio que ya somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos con Cristo de la Herencia de Dios (cf Rm 8, 14. 17)

Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa. El Amo a quien servís es Cristo. El que obre la injusticia, recibirá conforme a esa injusticia; que no hay acepción de personas. (Col 3, 23- 25) Cristo es nuestro Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor, con palabras de Tomás: “Mi Señor y mi Dios” (Jn 20, 28) Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6).

El Camino de Jesús es un camino estrecho, es el camino del Amor que nos pide despojarnos del hombre viejo y revestirnos del hombre nuevo, Jesucristo resucitado (Ef 4, 24) Y seguir el camino del amor, del desprendimiento, del despojo, de la humildad y de la obediencia (Flp 2, 6-8) La cruz nos lleva a la resurrección. El Espíritu Santo nos lleva y nos introduce a la Pascua de Cristo y nos ayuda a permanecer en ella; permaneciendo en el Amor (Jn 15, 9)

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