JESÚS HABLA DE JUAN BAUTISTA:
"Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la
gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten
con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces ¿a qué salisteis? ¿A
ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta." (Mt 11, 7-9)
Una caña sacudida por el viento es un hombre de un carácter débil, dice
una cosa y hace otra. Se vende con el mejor postor, es un falseario. Un hombre
vestido con ropa elegante. No Juan se vestía a la usanza de los antiguos
profetas. No vivía en palacios, vivía en el desierto. Un profeta, y mucho más
que un profeta, un servidor de Dios, el Mensajero de las buenas noticias que
señaló a Cristo como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Juan
profetizó su propia muerte: “Es necesario que yo disminuye para que él crezca”
(Jn 3, 30) Juan es el profeta de la Verdad y de la Justicia.
EL relato evangélico
"Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto
en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan
le decía: «No te es lícito tenerla.» Y aunque quería matarle, temió a la gente,
porque le tenían por profeta. Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de
Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió
bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, «dame aquí,
dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». Entristecióse el rey,
pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y
envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y
entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus
discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a
Jesús."(Mt 14, 3- 12)
El final del profeta de la
verdad.
Juan profeta denunció el adulterio de Herodes al meterse con la mujer de
su hermano Filipo. Herodías, mujer ambiciosa, buscaba poder, y una vida llena
de lujos al lado de Herodes, hombre alcohólico y lujurioso que había puesto sus
ojos en la sobrina. A Herodías eso no le importaba, mientras tuviera las
riquezas de su amante. Hubo una fiesta y allí bailó, su hija que le gustó tanto
a Herodes que le prometió darle lo que pidiese, y esto bajo juramento. Ella,
instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el
Bautista». Juan había hablado de su muerte: “Disminuir para que él crezca.” El
profeta había cumplido su Misión. Jesús dijo de él: “De los hijos de mujer,
Juan ha sido el más grande.”
Los personajes de la fiesta.
El rey Herodes. Hombre
alcohólico, lujurioso con la mente embotada por la maldad juró prometer lo que
no podía dar pues el reino era de los romanos. Él tan sólo era un títere de los
poderosos. Herodías, una mujer ambiciosa, busca el poder y la riqueza a
cualquier a modo, sin importar a su hija. La hija de esta, llamada Salomé,
joven hermosa y con un cuerpo muy esbelto, bailó para divertir y para lucirse,
y gustó mucho al rey y a los comensales. Los Comensales hombres de élite rica y
poderosa, sabían que el rey no podía dar la mitad de su reino porque no era de
él, pero guardaron silencio por miedo a perder la amistad con el rey o por
miedo a perder sus puestos. Por último, podemos mencionar a los discípulos de
Juan que con valentía pidieron el cuerpo de su Maestro para darle sepultura.
¿Nosotros con cuáles nos identificamos? ¿Hablamos o guardamos silencio?.
El destino del profeta Jesús de Nazaret.
"Entonces Jesús se dirigió a la gente y a
sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas
y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis
su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las
espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus
obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las
filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los
banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las
plazas y que la gente les llame "Rabbí". «Vosotros, en cambio, no os
dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros
sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra,
porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar
"Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El
mayor entre vosotros será vuestro servidor." (Mt 23, 1- 11)
Jesús chocó al igual que Juan el Bautista con
la religión del Templo, la desenmascara y les dice: “Han convertido la Casa de
mi Padre en cueva de ladrones” (Jn 2, 13ss) Han hecho de la religión un
negocio. Se hacen ricos con la fe de la gente. Se unieron los poderes
religiosos con los poderos políticos y económicos para darle muerte.
"Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de
sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los
herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino
de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la
condición de las personas."(Mt 22, 15-16) Sus palabras eran veraces pero
su intención era mala. El destino de Jesús al igual que todos sus profetas es
ser desprestigiados, calumniados, encarcelados, y darles muerte. Así se cumplen
las palabras de Señor:
“Y seréis odiados de todos por causa de mi
nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. «Cuando os persigan
en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra.
Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga
el Hijo del hombre. «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo
por encima de su amo."(Mt 10, 22- 24)
El destino de
Jesús es también el destino de toda la Iglesia. "Pero vosotros sois linaje elegido,
sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de
Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros que en un
tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no
se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos."(1 de Pe 2, 9-10)
Cómo
a mi e persigue, también a ustedes los perseguirán. Cómo a mí me matan, también a ustedes los mataran.
“Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan
con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la
misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.” (Mt 5, 11- 12)
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