LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO ES EL
PRINCIPIO Y FIN DE NUESTRA FUTURA RESURRECCIÓN.
“La
Resurrección de Jesucristo es la Obra poderosísima que el Espíritu Santo
realiza en el cadáver de Jesús para transformarlo en un ser vivo, viviente y
vivificador.” El Jesús de la historia es aquel que recibe el Espíritu Santo sin
medida, después de su resurrección, es Aquel que da Espíritu Santo a todos los
que crean y lo amen.
El mensaje de Pedro, el Kerigma.
Pues
bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos.
Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo
prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo''.
(Hch 2, 14. 22-23)
Jesús
de Nazaret, el Profeta de Dios, fue entregado por las autoridades religiosas,
políticas y económicas en las manos de los paganos para que lo mataran, le
dieron muerte, pero, Dios lo resucitó y lo sentó a su derecha, y lo constituyó
en Cristo y Señor. Así presentó Pedro el Kerigma, el primer anuncio: “Jesús ha
muerto, ha resucitado y es Señor.” Murió para el perdón de nuestros pecados y
resucitó para nuestra justificación, para darnos Vida terna. (Rm 4, 25)
El
que estaba crucificado, el que murió, está vivo y vive para siempre, ha
resucitado, hay Vida Eterna para los que creen en Jesús, confían, lo obedecen y
lo aman, lo sirven y lo siguen. Para la comunidad cristiana de los primeros
tiempos, toda la vida de Jesús y la de ellos, todo, tiene referencia en la
Resurrección. Al punto que Pablo nos dice: “Para mí la vida es Cristo, y la muerte es ganancia”
(Flp 1,21) Si Cristo resucitó es porque primero nació y murió. Toda su vida
desde la anunciación, la encarnación, su nacimiento, su vida privada y su vida
pública, su predicación, sus milagros y sus exorcismos, su dolor, su
sufrimiento y su muerte, todo, tiene como referencia la Resurrección. Todo lo
que Jesús dijo e hizo hace referencia la Vida Eterna. Para tenerla hay que
creer en Jesús como también para que los pecados sean perdonados hay que creer
en Jesús. “Somos justificados por Jesucristo” Es decir, somos perdonados,
reconciliados y salvados por un acto de obediencia de Jesús al Padre y por un
acto de amor de Jesús a los hombres.
¿Qué tenemos que hacer para tener vida
eterna?
Jesús
nos ha dicho: “Vengo para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,
10) Es la vida que el Padre nos ha dado, vida que está en Cristo, y él que
tiene a Cristo tiene la vida (1 de Jn 5, 12) Todo el que es de Cristo es una
Nueva Creación (2 de Cor 5, 17) Y es de Cristo todo aquel que le pertenezca,
porque ha creído en su muerte y en su resurrección. (Rm 6, 3- 4) Y ha recibido
el don del Espíritu Santo. “Porque esta
es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga
vida eterna y que yo le resucite el último día”. (Jn 6, 40) El último día es el
día de la muerte. Día en el que hay una renuncia, una ofrenda, hay una
resurrección, hay vida eterna. Vida que se había recibido en el Bautismo y se
había cultivado a lo largo de la vida, especialmente en los Sacramentos como en
la Confesión y en la Eucaristía.
Porque
esta es la voluntad de mi Padre: “que todo el que vea al Hijo y crea en él,
tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.” (Jn 5, 29) Creer en
Jesús es confiar y obedecer en él, es amarlo y servirlo, lo que pide obediencia
a su Palabra. Cada vez que ponemos por obra la Palabra de Dios, hay una
resurrección en nuestra vida, Cristo se está formando en nosotros. Somos
hombres nuevos en Cristo resucitado. “Porque, como el Padre resucita a los
muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere”. (Jn
5, 21)
El testimonio de
Pablo.
Porque
os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por
nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al
tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce;
después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales
todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago;
más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a
mí, como a un abortivo. (1 de Cor 15, 3- 8)
Si
Jesucristo no resucitó vana es nuestra fe y vacía es nuestra predicación (1 de
Cor 15, 14) Por la resurrección hay Vida Eterna para los que resucitan para la
vida, porque otros resucitan para la muerte. (cf Jn 5, 29) Los justos
resucitaran para la Vida Eterna de acuerdo a las palabras de Cristo: “Vengan
benditos de mi Padre a pasar la eternidad conmigo” Porque en esta vida
resucitaron conmigo. La señal que hemos pasado de la muerte a la vida es el
Amor, (1 de Jn 3, 14) la Verdad y la Justicia (Ef 5, 9).
Pablo es el siervo y apóstol de Cristo.
Pablo,
siervo de Dios, apóstol de Jesucristo para llevar a los escogidos de Dios a la
fe y al pleno conocimiento de la verdad que es conforme a la piedad, con la
esperanza de vida eterna, prometida desde toda la eternidad por Dios que no
miente, (Tit 1, 1- 2) Dios quiere que todos los hombres se salven y que lleguen
al conocimiento de la verdad (1 de Tim 2, 4) Los hombres llegan al conocimiento
de la verdad por la escucha de la enseñanza de la Palabra de Dios. Palabra que
nos enseña conforme a la piedad, es decir, a vivir en comunión con Dios y en
comunión con los demás; viviendo en la esperanza de la vida eterna, prometida
por Dios desde siempre, Y Dios cumple lo que promete, él no miente.
Jesús
le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá
jamás. ¿Crees esto?» (Jn 11, 25- 26) Creer que Jesús es el Hijo de Dios, es
Emmanuel, Dios con nosotros. Qué se ofreció por nosotros para el perdón de los pecados
y que resucitó para tenernos vida eterna. No tengamos miedo a la muerte, es la
puerta para entrar en la eternidad y es el encuentro con Jesús para
introducirnos a la vida eterna. El miedo sería morirnos en pecado mortal, sin
la gracia de Dios, lo que seguirá será la muerte eterna. “Dichoso y santo el
que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder
sobre éstos, sino que serán Sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él
mil años”. (Apoc 20, 6)
Pero
nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor
Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo
glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las
cosas. (Flp 3, 20- 21) Pero, nosotros los que hemos creído en Cristo, los que
tenemos una fe viva, una esperanza cierta y una caridad ardiente, tenemos la
esperanza de la vida eterna, pasar la eternidad con Dios.
Porque
es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal
de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida
mortal, el bien o el mal.(2 de Cor 5, 10) El que participa de la primera
resurrección, del paso de la muerte a la vida, por su fe en Cristo, es
ciudadano del Reino, es Familiar de Dios porque sus pecados han sido perdonados
y ha recibido el don del Espíritu Santo, y vive y camina en la verdad, haciendo
el bien y rechazando el mal, será puesto a la derecha del Rey y podrá escuchar
sus palabras: “Vengan benditos de mi Padre a participar del gozo de su Señor”. "Venid,
benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo. (Mt 25, 34)
La respuesta a la
Palabra de Pedro, pide una respuesta:
«Sepa,
pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo
a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.» Al oír esto, dijeron con el
corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer,
hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para vosotros y para
vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor
Dios nuestro.»(Hch 2, 36- 39)
El
bautismo es el sacramento de la fe: Y les dijo: «Id por todo el mundo y
proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se
salvará; el que no crea, se condenará.(Mc 16, 15- 16) El bautismo nos incorpora
al Cuerpo de Cristo (Gál 3, 26) ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos
bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con
él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo
fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así
también nosotros vivamos una vida nueva. (Rm 6, 3- 4) Morimos con Cristo,
fuimos sepultados con él y resucitamos con él.
Para
resucitar con Cristo hay que morir con él. Y para morir con él hay que haber
nacido de nuevo, nacer de Dios por la escucha y obediencia de la Palabra de
Dios. Palabra que es Luz e ilumina nuestras tinieblas, nos lleva al
reconocimiento de nuestros pecados y nos da el corazón contrito y arrepentido para
llevarnos a Cristo y recibir de él, en virtud de su sangre el perdón de
nuestros pecados. (Ef 1, 7) Al recibir el perdón de los pecados se da en
nosotros el Nuevo Nacimiento, somos portadores de la Vida Eterna. Somos hijos
de Dios y hermanos de Jesucristo. (Rm 1, 4; Ef 1, 5) Templos vivos del Espíritu
Santo e hijos de la Iglesia.(1 de Cor 6, 19) Somos una Nueva creación por la
Resurrección de Jesucristo (2 de Cor 5, 17)
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