LOS
MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS SON PALABRAS SANTAS SALIDAS DE LA BOCA DE DIOS.
Mas
los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se
reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro,
¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» El le dijo: «Amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el
mayor y el primer mandamiento. El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer
mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.» (Mr 22,
35- 40)
¿Quién
eran los saduceos? Un grupo psedoreligioso, pues no creían en la resurrección
ni los espíritus. A este grupo pertenecían los sumos sacerdotes, es decir eran
ateos, pues su religión era su negocio y su dinero era su dios. Eran
convencionalistas, se iban y apoyaban al mejor postor. Le pusieron una trampa a
Jesús y los dejó cayados (Mt 22, 32)
¿Quién
eran los fariseos? Un grupo religioso de Israel que si creían en la resurrección
y en la existencia de los espíritus. Eran los amos y señores de la religión,
interpretes de la Ley, pero chocaron contra Jesús, que dice a sus discípulos: «Porque
os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el Reino de los Cielos.(Mt 5, 20)
Hoy
se reúnen y se deciden en poner una prueba al Maestro. Usan a un escriba, a un
doctor de la Ley: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» Para los
fariseos la Ley tenía 613 preceptos, para salvarse tenían que guardarlos todos.
La trampa estaba para que Jesús se decidiera por uno o por otro, y ¿Los demás,
por qué los rechaza? Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer
mandamiento. Esto estaba ya en el Antiguo Testamento, Jesús se apropia de este
Mandamiento. Lo propone por encima de todo y de todos.
El
segundo es semejante a éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. “De estos
dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.” Los diez Mandamientos son
Palabras que salieron de la boca de Dios; son Palabras santas y divinas, tiene
como sentido el amor a Dios y al prójimo. Amar a Dios y amar al prójimo: Si
alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien
no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos
recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano. (1
de Jn 4, 20- 21) En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo:
todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su
hermano. Pues este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos
amemos unos a otros. (1 de Jn 3, 10- 11) En esto sabemos que le conocemos: en
que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus
mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su
Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto
conocemos que estamos en él. (1 de Jn 2, 3- 5)
De
los dos mandamientos, el segundo es semejante al primero, pero no caigamos en
un error, no son iguales. El primero es mayor que el segundo: amar a Dios con
todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Alguien puede decir
que ama al prójimo porque hace caridad y ayuda, pero, quebranta uno de los
mandamientos peca, y el pecado lleva a la muerte. Está en la obscuridad y no
tiene la gracia de Dios, no puede guardar el Mandamiento Nuevo de Jesús (Jn 13,
34) Dios en cambio, en Cristo, no da la vida, vida en abundancia, vida eterna.
Surge una pregunta: ¿Dónde hay fe? o ¿Dónde no hay fe?
No
hay fe donde hay pecado. Cuando quebrantamos uno de los diez Mandamientos no
hay fe. Donde hay fraude, robo, asesinatos, adulterios, no ir a misa, es decir,
cuando no hacemos la voluntad de Dios, no hay fe. La fe no es una opción por lo
bueno o por lo malo: “Si yo quiero voy a misa, sí quiero rezo y si no quiero no
voy y no lo hago” “Si yo quiero hago el mal o hago el bien” Repito no es una
opción, es un mandato: “Aborrece el mal y ama apasionadamente el bien”(Rm 12,
9) El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que
me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.» Le dice
Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a
nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi
Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. (Jn 14,
21- 23) El que cree en Jesús y lo obedece, ese es el que lo ama, y él se
manifiesta en su vida y habita en su corazón. Y el que no cree, no tiene fe, no
lo obedece y no lo ama. El hombre de fe, a lo bueno le llama bueno y malo a lo
malo. El árbol se conoce por su fruto, el árbol bueno de fruto bueno, y el
árbol malo da fruto malo. (Mt 17ss)
Los
Mandamientos de la Ley de Dios son los pilares del Catolicismo. El que no los
guarda, lleva una vida mundana y pagana, una vida de pecado, está en la muerte
y su fe es estéril, no es católico, no obstante, rece y prenda velas. Según las
palabras de Jesús en san Mateo: «No todo el que me diga: "Señor, Señor,
entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre
celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en
tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de
mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23).
En
cambio, el hombre de fe, el que escucha la Palabra y la obedece: “Así pues,
todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el
hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella
no cayó, porque estaba cimentada sobre roca”. (Mt 7, 24- 25) Hay confianza,
obediencia, amor y servicio.
Publicar un comentario