PARA
CORRER CON FIRMEZA Y CONSTANCIA HAY QUE DESPRENDERSE DE TODO EQUIPAJE.
Después
de habernos despojado de todo el peso y del equipaje que nos distraía, corramos
también nosotros con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada.
Llevemos los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe, quien, para
ganar el gozo que se le ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz, pasando
por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios. Hb
12, 1b-2
Para
poder correr con firmeza y constancia hay que desprenderse de todo equipaje y
de todo aquello que es incompatible con el Reino de Dios: desechemos toda
maldad. Entreguemos a Jesús nuestro Salvador toda nuestra carga (Mt 11, 28)
Para que él nos entregue su perdón y su amor. Libres del peso de la idolatría
podamos seguir y servir a Jesús, el Dios vivo y verdadero (1 de Ts 1, 9)
Caminemos sin desviar la mirada ni a izquierda ni a derecha, (Jos 1, 6) tampoco
miremos hacia atrás (Lc 9, 62) para que con nuestros ojos fijos en Jesús
vayamos, en comunión y participación con los hermanos en la fe, compartiendo
con ellos los dones de Dios.
Pablo
nos dice que hemos de compartir los sufrimientos de Cristo: Soporta las fatigas
conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica a la milicia
se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que le ha
alistado. (2 de Tim 2, 3- 4) Procura cuidadosamente presentarte ante Dios como
hombre probado, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, como fiel
distribuidor de la Palabra de la verdad. Evita las palabrerías profanas, pues
los que a ellas se dan crecerán cada vez más en impiedad, y su palabra irá
cundiendo como gangrena. (2 de Tim 2, 15- 17)
No
devolváis a nadie mal por mal. Dice la Escritura: «Es mía la venganza; mía la
recompensa; palabra del Señor.» Pero también dice: «Si tu enemigo tiene hambre,
dale de comer; si tiene sed, dale de beber.» No te dejes vencer del mal, sino
vence el mal con el bien. (Rm 12, 17a. 19b-20a. 21) El mensaje de Pablo
hunde sus raíces en palabras de Jesús: «Pero yo os digo a los que me escucháis:
Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os
maldigan, rogad por los que os difamen. (Lc 6, 27- 28) El bien, según Pablo, es
el amor, padre de todas las virtudes. El amor es la señal de victoria sobre el
mal: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que
ama a aquel que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos
que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues
en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus
mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.( 1 de Jn 5, 1-
4)
Queridos
hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que,
cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre
de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de
Dios, reposa sobre vosotros. (1Pe 4, 13-14) “y la esperanza no falla, porque el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos ha sido dado. (Rm 5, 5) El que tiene esta esperanza es paciente, confía en
el Señor, espera en él y espera en su misericordia. (cf Eclo 2, 1-5)
En
efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo
murió por los impíos; - en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por
un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -; mas la prueba de que Dios
nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros
(Rm 5, 6-9- 8) Dios ama a justos y a pecadores, pero, aunque Dios nos ama a
todos, sólo se manifiesta en los que los aman (cf Jn 14, 21) La diferencia está
en el estilo de vida que llevemos. Pues el pecado nos priva de la gracia de
Dios (Rm 3, 21) y nos lleva a la muerte (Rm 6, 23) Dios ama al pecador, no ama
al pecado. Y se manifiesta en los que creen en su Hijo: Los libera, los
reconcilia, los perdona, los salva y les
da Espíritu Santo. (Rm 5, 1: Gal 2, 16; Col 1, 13- 14; Ef 2, 14) Así lo dice el
apóstol Pablo:
Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los
que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los
que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su
Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó,
a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los
glorificó. (Rm 8, 28- 30)
Algo
para lo sepan todos los creyentes y discípulos de Jesús: “Ante todo recomiendo
que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los
hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que
podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es
bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y
también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre
también, ( 1 de Tim 2, 1- 5)
Y
más allá de lo anterior: Tú, pues, hijo mío, manténte fuerte en la gracia de
Cristo Jesús; y cuanto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a
hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros. Soporta las
fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica a la
milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que le ha
alistado.(2 de Tim 1- 4)
Los
negocios de la vida civil, es una vida mundana, pagana y de pecado (Gál 5, 16) Para
un servidor de Cristo el lema es: “Zapatero a tu zapato.” Lo que se le pide es
ser fiel (1 de Cor 4, 1) Fiel a Cristo, a su Evangelio, a la Iglesia, al hombre
y al Servicio. “No te desvíes ni izquierda ni a derecha” “despojándose de lo
que sirve, hecha para delante, para atrás, ni para agarrar impulso.
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