LA LEY DEL TALIÓN CONTRA LA LEY DEL AMOR: LA CARNE CONTRA EL ESPÍRITU.
Iluminación:
Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero. (Slm
119, 105)
La
salvación es gratuita e inmerecida, pero, no es barata. En su Palabra de Jesús
nos pide una respuesta: “crean y conviértanse” (Mt 4, 17) La fe es la respuesta
que los hombres damos a la Palabra de Dios (cf Apoc 3, 20) Donde hay fe hay
amor, hay paz y hay alegría (Gál 5, 22) Frutos que son señales de la presencia
del Señor en nuestros corazones.
Hermanos,
alegraos, trabajad por vuestra perfección, alentaos unos a otros, tened un
mismo sentir y vivid en paz; y el Dios del amor y de la paz estará con
vosotros. (2Cor 13, 11) Necesitamos de los demás y ellos necesitan de nosotros,
nadie se realiza solo. Estar unido a Cristo es estar unidos también a los otros
miembros de su Cuerpo (1 de Cor 12, 12) El que se aísla se muere.
Hermanos:
Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco
roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché y en el día de la
salvación te socorrí. Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora, es el día
de la salvación. (2 de Cor 6, 1- 3) Hoy es el día para abrirse a la voluntad de
Dios y darle la espalda al mundo. Hoy es el día de la conversión, no dejemos
pasar más tiempo. Hoy es el día del Señor. El pasado ya pasó, y el futuro
todavía no llega, hoy el día del Señor, es el momento preciso para pedir perdón
y para dar perdón. Es el día de buscar la mirada, el abrazo, la misericordia y el
perdón de Dios. Es el día de cambiar de la Ley del Talión por la Ley del Amor.
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes han oído que se
dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan
resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha,
preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para
quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil
pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que
quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda". (Mt 5, 38-42) Para pasar
de la Ley del Talión a la Ley del Amor, hay haber tenido un Encuentro liberador
y gozoso con Jesús y haber intercambiado con él nuestra carga y haber recibido
el yugo de Jesús (cf Mateo 11, 28- 29) La Ley del Amor pide creer, confiar y
obedecer a Jesús. Entramos en esta Ley muriendo y resucitando con Jesús, a eso
se le llama entrar en su Pascua, en la
Nueva Alianza para pertenecerle, amarlo y servirle con la Gracia de Dios.
Porque el adagio nos dice: “Nadie da lo que no tiene.”
Para
rechazar la Ley del Talión, es decir, el rencor, la venganza y la violencia,
hay que tener un corazón pobre (espiritualmente), manso y humilde de corazón
(Mt 11, 29) Tener los mismos sentimientos de Cristo (Flp 2, 5) Con la
mansedumbre se vence a la violencia y a la agresividad. Con la humildad se
vence la soberbia y el egoísmo. Con el corazón pobre se vence los apegos y las
cosas materiales para ser desprendidos y generosos. Sólo entonces podemos
vencer con el bien al mal (Rm 12, 21) La señal que hemos pasado de la muerte a
la vida es el Amor (1 de Jn 3, 14)
Por
Amor podemos perdonar hasta setenta veces siete (Mt 18, 21) Perdonar es amar a
una persona concreta permanentemente, es decir siempre. El Perdón no está en
los instintos ni en los impulsos, está en la voluntad. “Yo decido perdonar, no
me nace, es una decisión” Como yo decido hacer el bien y yo decido hacer el
mal, ese es mi libre albedrío, y de lo que yo haga, yo soy responsable. El
rencor, el odio, la venganza ponen en peligro nuestra comunión con Dios y con
los demás. Por eso Jesús pide: Perdónense mutuamente uno a los otros. “Reconciliaos”
Para que vuelva a ser hijos de Dios y hermanos entre ustedes. La medida del
perdón que damos es la medida que recibimos. Si no perdonamos, tampoco Dios nos
perdona a nosotros (Mt 6, 9)
Podemos
estar metidos en la Iglesia y sirviendo, pero, si no pedimos perdón y si no lo
damos, es un grave problema: «No todo el que me diga: "Señor, Señor,
entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre
celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en
tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de
mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23) Y nunca se reconciliaron con
Dios y con los demás. La reconciliación pide dar perdón y pedir perdón a los
que hemos ofendido.
Ahora
podemos entender las pruebas, su sentido es la purificación, para poder darnos
un crecimiento en la Gracia de Dios. En la prueba Dios nos visita y nos da una
porción grande de su Luz. Para mostrar nuestra pecaminosidad, si hay victoria,
hay triunfo, hay recompensa. Si no hay victoria no hay crecimiento y la
conversión no avanza. La victoria depende de la apertura a la voluntad de Dios,
hay que seguir sus instrucciones, según el ejemplo de María: “Hágase en mí
según su voluntad” (Lc 1, 38)
La
violencia y la agresividad, el rencor y la venganza vienen de los instintos y
de los impulsos, es decir, es la carne, espíritu impuro y mundano, viene del pecado. Jesús recomienda: “Vigilad
y orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) “Piensen antes de hablar.” Para
no ofender, para no herir y para no
asesinar con la lengua a los hermanos o a la comunidad. Porque Santiago lo
dice: Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda,
no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo
alto, sino que es terrena, natural, demoníaca. Pues donde existen envidias y
espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. En cambio
la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica,
complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin
hipocresía. Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la
paz. (Snt 3, 14- 18)
Siguiendo
a Santiago que nos dice: “Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por
una ley de libertad. Pues habrá un juicio sin misericordia para quien no
practicó misericordia; pero la misericordia triunfa sobre el juicio.” (St 2,
12-13) La boca habla lo que hay en el corazón (Lc 6, 45) Que los juicios que
hagamos de los demás, estén llenos de misericordia y de generosidad para que
sean agradables a Dios. No juzguemos por las apariencias ni de oídas, porque
eso nos lleva al error, a la mentira y a la falsedad, a ofender a los otros.
La enseñanza de Jesús supera a todas
demás enseñanzas: «Pero yo os digo a los que me escucháis:
Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os
maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla,
preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la
túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y
lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. (Lc 27-
31)
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