TÚ ERES EL MESÍAS EL HIJO DE DIOS.
En aquel tiempo, Jesús y sus
discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les
hizo esta pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le
contestaron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y
otros, que alguno de los profetas". Entonces él les preguntó: "Y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro le respondió: "Tú eres el
Mesías". Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Luego se puso a
explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera
rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera
entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera
claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se
volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras:
"¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los
hombres". Mc 8, 27-33
El Ministerio de Jesús se divide en
dos hasta el 8, 27 de Marcos y 16, 16 de Mateo. En su primera etapa Jesús se
dedicó a la predicación, hacer milagros y hacer exorcismos. En su segunda etapa
se dedicó a formar a los Doce. Jesús se dio cuenta que muchísima gente lo seguía,
pero no habían creído en él. Entre el gentío había gente enviada por los sacerdotes
y los escribas de Jerusalén, toman nota de lo qué decía, luego le hacían
preguntas capciosas para hacerlo caer en sus trampas. En el evangelio de san
Juan nos dice: Yo sé porque me siguen, les he dado de comer hasta saciarse, y
muchos lo abandonaban diciendo sus Palabras son muy duras (Jn 6, 26- 27. 60) “Si
ustedes quieren también pueden irse, les dice a los Doce. (Jn 6, 67) De todo
esto saca una conclusión: Me van a matar. Por esta razón se desprende un poco
de las muchedumbres para dedicarse a formar a los Doce, para cuando él se vaya,
ellos continúen con su Obra.
Jesús no se echa para atrás, va
hacia delante quiere abrazar la voluntad de su Padre hasta el fondo y toma la
firme determinación de subir a Jerusalén allá será la Gran fiesta de
graduación, se graduará como el Siervo de Dios. Por el camino de Cesarea de
Filipo se detiene, lo siguen los Doce y más de 500 personas que van en peregrinación
a la ciudad santa, a Jerusalén. Les dice a sus discípulos un par de preguntas:
¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Un profeta que habla con
autoridad como Elías, Jeremías u otro de los grandes profetas de Israel. Y,
¿Para ustedes quién soy Yo?.
Los discípulos se miran uno al
otro, intercambian palabras, ideas, experiencias, y es Pedro, quien habla en
nombre de los Doce, y en nombre de toda la Iglesia: “Tú eres el Mesías, el
Cristo. El Hijo de Dios” (Mt 16, 16s) La respuesta de Pedro no se puede copiar,
rebuscarla en los libros, como tampoco se puede pedirla prestada, ha de brotar
de la experiencia de Cristo en la vida, experiencia de liberación y de
reconciliación, unida a un seguimiento. Podemos hacer profesiones de fe, proclamar
los grande dogmas de Jesús, pero, al margen de su Evangelio: “Mi pueblo me
alaban con sus labios pero su corazón no me pertenece” (Is 29, 13) O con palabras
de Jesús: "Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos
en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de
mí, agentes de iniquidad!"(Mt 7, 22- 23) Son amores fingidos, la respuesta
no es válida. (Rm 12. 9)
Jesús les habla con toda claridad,
les descubre el Misterio que no se entendía, porque la mente estaba llena de
criterios y de planes que no eran los de Dios (Is 55, 9-10). “Luego
se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho,
que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que
fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.”
Jesús no forza y no manipula, habla con toda verdad las cosas de Dios: Voy a
sufrir, voy a padecer y voy a morir, pero luego al tercer día resucitaré. Esto
no estaba en los planes de los discípulos que tenían una mente falseada del Mesías.
Esperaban un Mesías mundano y populachero que fuera poderoso, victorioso y rico,
nunca el Mesías pobre sufriente que sería obediente a los planes de Dios hasta
el extremo hasta la obediencia de muerte, y de la vergonzosa muerte de Cruz
(Flp 2, 8).
Pedro muy molesto, agarra a Jesús de
la mano y lo saca de la bolita, como si fuera un chiquillo y le increpa
diciendo: “No hables de esta manera, ¿Te has vuelto
loco? Nosotros creemos en un Mesías triunfalista poderoso y rico que es llamado
a ser eterno” Y quería disuadirlo. Jesús se volvió, y
mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: "¡Apártate
de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres".
Satanás significa el que pone obstáculos. Fue usado por Pedro para impedir que Jesús
fuera a Jerusalén a que le dieran muerte. Le dice a Pedro y en él a los Doce:
pónganse detrás de mí, Háganse discípulos míos y no me estorben. Ellos entraron
en crisis, tenían miedo seguir a Jesús, Les podía pasar lo mismo que a él. Por
eso Jesús habla a todos los peregrinos: "Decía a todos: «Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque
quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése
la salvará."(Lc 9, 23- 24)
Este es el camino para que se
cumpla lo que les he dicho: “Vengo para que tengan vida y la tengan en
abundancia” (Jn 10, 10) Para que tengan vida les ha dado mi Palabra y daré mi
vida por todos, mi sangre será el precio que yo ofrezca a Dios por la salvación
de todos. Mi sangre será el sello de la Nueva y eterna Alianza y el signo de esta
Alianza es el Amor para que se amen unos a los otros (Jn 13, 34) Y no se coman
ni se traguen unos a los otros, no vivan según la carne, no coman de la carne
con sangre (Gn 9, 4) No se opriman ni se exploten entre hermanos. No se arrodillen
ante el oro ni ante el poder, ni ante los ricos ni ante los poderosos como Satanás
le ofrecía y le pedía a Jesús: "Todavía le lleva consigo el diablo a un
monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice:
«Todo esto te daré si postrándote me adoras.» Dícele entonces Jesús: «Apártate,
Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás
culto.»"(Mt 4, 8-10)
No le demos culto a los ídolos del
poder, del tener y del Placer, Amemos a Cristo y no al mundo. ¿Cuán es la idea
del Mesías que tenemos en nuestro corazón? Jesús no es una idea, como tampoco es
una ideología, es una persona, es el don de Dios a la Humanidad, es el Hijo de
Dios, es nuestro Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor. Creamos en él y
amémosle a él por lo que es y no por los milagros que esperamos de él. Una de
las últimas lecciones a sus discípulos, es como el exámen de la vida, la dice
con toda claridad: se identifica con los más pobres:
"Entonces dirá el Rey a los de
su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;
estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
vinisteis a verme." Entonces los justos le responderán: "Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de
beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo
te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá:
"En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mt 25. 34- 4o) La última lección la
proclamó desde la Cruz: "y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en
tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró.”(Lc 23, 46) Entregó su vida
por nosotros,
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