LA FAMILIA EN CRISTO ES UNA IGLESIA
DOMESTICA Y SINODAL
La mujer es la ayuda adecuada para el hombre, y ésta es la ayuda adecuada para la mujer. Los dos la ayuda adecuada para sus hijos, estos son la ayuda adecuada para sus padres. El hermano es la ayuda adecuada para sus hermanos, y éstos son la ayuda adecuada para sus hermanos. Dios puso frente al hombre todas las bestias del campo para que les pusiera nombre, es decir le da autoridad, sobre todos los animales. Poner el nombre es dar autoridad.
Luego hace caer al hombre en un profundo sueño, y como si fuera un cirujano, le extrae una costilla y hace de ella a la mujer. No lo saca de la cabeza ni de los pies, la saca de la costilla para darnos una enseñanza. Hombre y Mujer son iguales en dignidad, tan valioso es él como ella. Siglos más tarde, Dios les da el Mandamiento Familiar: “Honra a tu padre ya tu madre” Qué los esposos se honren mutuamente y que los hermanos se honren mutuamente y que los padres honren a sus hijos. Dios creó a la Familia para caminar juntos, trabajar juntos, dialogar y orar juntos, por naturaleza somos seres sinodales.
El hombre al despertar del sueño,
ve a su mujer, la admira, la quiere y la ama, y dice: "Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi
carne. Ésta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre". “Como
si le dijera: esta es de mi misma naturaleza, esta es mi prójima.” Estaban
desnudos, pero no había malicia. No se miraban con los ojos de la carne.
La “Inversión de valores llegará después. Cuando llegue el engaño, la parálisis
y la frustración, entonces aparecerá el Vacío existencial, y entonces los
animales y las cosas serán puestos por encima del hombre y éste será reducido a
cosa o a un instrumento de placer, y la mujer será puesto como instrumento de
placer para el hombre, y este como instrumento de trabajo para la mujer o para
los otros. Entonces aparecerá entre los hombres el aburrimiento, la agresividad,
el aislamiento y la pérdida del sentido de la vida. Los pueblos por eso se dividirán
entre pobres y ricos, entre los que pueden, tienen y hacen y los que no pueden,
tienen o hacen. Rompen la sinodalidad para la cual fueron creados.
La familia es sagrada, es Iglesia doméstica. Dios puso los Mandamientos
para defenderla y protegerla. El sexto Mandamiento, “No cometerás adulterio.”
El adulterio es un pecado tan grave que podemos encerrarlo de tres en uno: Es
un crimen porque mata el amor y mata la familia. Es un sacrilegio porque
profana lo que es sagrado, la familia. Y es un fraude porque andas agarrando lo
que no es tuyo, lo que es ajeno. La mujer ajena tiene dueño, respétala, lo
mismo, el hombre ajeno que tiene dueña, es ajeno. (Séptimo Mandamiento) Jesús
rotundamente se opuso contra el adulterio y contra el divorcio. "y que dijo: Por eso dejará el hombre a su
padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De
manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no
lo separe el hombre.»"(Mt 19, 5- 6)
El Mensaje evangélico:
En aquel tiempo, Jesús salió de
Genesaret y se fue a la región donde se encuentra Tiro. Entró en una casa, pues
no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido.
Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró
enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies. Cuando aquella mujer, una
siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara el demonio a su
hija, él le respondió: "Deja que coman primero los hijos. No está bien
quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". La mujer le
replicó: "Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la
mesa, comen las migajas que tiran los niños". Entonces Jesús le contestó:
"Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu
hija". Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la
cama, y ya el demonio había salido de ella. (Mc 7, 24-30)
De acuerdo al mensaje evangélico
Jesús se fue de la región de Judea, Samaría y Galilea a la región de Tiro y de
Sidón. Fue a conocer la cultura pagana o se fue de vacaciones por un fin de semana.
Quería pasar inadvertido, no era fácil el grupo de trece, era visto y ya era
conocido, su fama se había extendido hasta las tierras lejanas. El profeta de
Nazaret era conocido en las tierras paganas. Una mujer, siria Fenicia y pagana,
oyó hablar de Jesús. La mujer tenía una hija poseída por un espíritu impuro. Buscó
a Jesús, lo encuentra y se postró a los pies de Jesús. Son los tres movimientos
de la fe: ir a Jesús, postrarse ante él y manifestarle su verdad. “Mi hija está
enferma, sánala.”
Jesús hizo muchos milagros que son
manifestaciones que el Reino de Dios ha llegado y que el reinado del mal, ha
llegado a su término. Sus milagros son también un símbolo, contienen una
enseñanza. Este milagro de la mujer Fenicia y pagana tiene una enseñanza muy
grande: “Que los gentiles y los paganos también serán llamados a la salvación y
se sentarán a la Mesa con el padre celestial.” La mujer le rogaba, es decir, se
lo repetía, muchas veces, Jesús quería ponerla a prueba: "Deja que
coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para
echárselo a los perritos". Los judíos, con odio, le llaman a los gentiles:
Perros. Jesús le habla con cariño. Les dice: “Perritos”. La mujer no se enoja,
usa su arma favorita: la humildad, y le responde a Jesus: "Sí, Señor; pero
también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que
tiran los niños".
La humildad de la
mujer, es decir, su fe, desarma al Maestro de Nazaret que admirado le dice: "Anda,
vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu hija." No era
el momento para hacer milagros en favor de los paganos, la mujer con su
humildad, hizo que Jesús se adelantara y les sacara un milagro a favor de la
mujer pagana. Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la
cama, y ya el demonio había salido de ella.
El demonio impuro
era espíritu de soberbia, la madre de la niña con el espíritu de humildad lo
sacó fuera y lejos. ¿Cómo podemos sacar nosotros nuestros demonios? Con la
Palabra de Dios, escuchada y obedecida, puesta en práctica y con la Oración
íntima, cálida y extensa podemos expulsar nuestros demonios. Pablo nos lo
recuerda:
"Pero no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido, si es que
habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de
Jesús a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se
corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu
de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la
justicia y santidad de la verdad."(Ef 4, 20- 24) El hombre viejo es
el padre del Ego, y éste es el padre de todos los vicios. El Hombre nuevo es el
padre del Amor, padre y madre de todas las virtudes. El hombre de fe alimenta
el Amor para echar fuera a todos los vicios, los del cuerpo y los del alma.
"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos
de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque
nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados,
contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra
los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de
Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo,
manteneros firmes." (Ef 6, 10- 13) El “Vacío existencial se llena
con Amor, con la Palabra de Dios y la oración. A sí lo dice Pablo:
"Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es
justo. Honra a tu padre y a tu madre, tal es el primer mandamiento que lleva
consigo una promesa: Para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la
tierra. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien
mediante la instrucción y la corrección según el Señor." (Ef 6, 1-
4) La felicidad brota, nace y crece en la escucha y obediencia de la Palabra de
Dios: "Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y
la guardan.»" (Lc 11, 28) "Pero él les respondió: «Mi madre y
mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»"(Lc
8, 21)
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