SÉ FIEL
HASTA LA MUERTE Y TE DARÉ COMO PREMIO LA VIDA DICE EL SEÑOR.
Iluminación: Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el Señor. Apoc 2, 10
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Los perseguirán y los
apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer
ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de
mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque
yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún
adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida’’. Lc 21, 12-19
“Si se mantienen fieles, conseguirán la vida.” Mantenerse
fieles es perseverar en el camino de Jesús, siguiendo sus huellas. Perseverar
para no secarse, para estar siempre verdes y para dar frutos en abundancia. Permanecer
en su Palabra: "Decía,
pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi
Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres.»"(Jn 8, 31- 32) El que permanece en la
Palabra permanece en el Agua: "Es como un árbol plantado junto a
corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje;
todo lo que hace sale bien."(Slm 1. 3) Se hace discípulo de Jesús,
hermano de los demás e hijo de Dios (Ef 1, 5) De la escucha de la Palabra nace
la fe, la esperanza y el amor (cf Rm 10, 17)Por la Palabra de la Verdad
quedamos consagrados a Dios (Jn 17, 17) Somos conducidos a la Salvación y a la
perfección cristiana en el amor (2 de Tim 3. 14- 17)
El
que permanece en la Palabra permanece en Cristo Jesús: "«Yo soy la vid
verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo
corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros
estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí,
como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo,
si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy
la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada."(Jn 15,
1- 5) Rama cortada, rama seca. Mano que se corta le da la gangrena, se pierde.
Nos separamos de Cristo cuando elegimos la muerte, la desdicha en vez de la
vida y la felicidad (Dt 30, 15s) Nos separamos de Cristo cuando quebrantamos
sus Mandamientos, le damos la espalda (cf Jn 14, 21) Como lo dice Jeremías: "Doble
mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse
cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen."(Jer 2,
13) Cisternas agrietadas son los corazones divididos y vacíos de Amor, de Vida
y de Verdad (Jn 14, 6)
¿Cómo podemos permanecer en Cristo?
Permanecer siendo amados, perdonados, reconciliados y salvador por su Gracia. Para
luego permanecer amando a Dios y a los hombres: Guardando su Palabra, sus
Mandamientos y practicando las Virtudes. “Caminando con Jesús, dialogando con
él, aprendiendo de él a ser mansos humildes de corazón (Mt 11,29) Caminar con
Jesús para aprender de él su método de
oración y de servicio a Dios y a los hombres.
“Permanezcan en mi amor” ¿Cómo? Caminante no hay camino el camino se hace al
caminar. Amar se aprende amar, como a servir se aprende a servir. El modelo es
el mismo Jesús que nos dijo: "No ha de ser así entre vosotros, sino que el
que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera
que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su
vida como rescate por muchos.»"(Mt 20, 26- 28)
¿Cómo perseverar y permanecer en Cristo? Con dos palabras podemos dar una respuesta que es válida: Amándolo
y siguiéndolo. Estas dos palabras nos llevan a dar testimonio de Cristo Jesús,
tal como él nos lo pide: "El les contestó:
«A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre
con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que
vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaria, y hasta los confines de la tierra.»"(Hch 1, 7- 8) Para
poder dar testimonio de Jesús hay que poseer la Gracia de Dios: un Cristo vivo
(Ef 3, 17) y poseer al Espíritu Santo, los dos son la Gracia de Dios. Dios mismo
que habita por la fe en nuestro corazones (2 de Pe 1, 4). Testimonio de palabra
y de obra para ser testigos de Cristo, de la misma manera que él es el Testigo
del Padre.
El testimonio, exigencia, para permanecer y perseverar: Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes. ¿Cómo serán las palabras que Cristo pondrá en nuestros labios? Serán palabras amables, limpias y veraces. Palabras que unen, motivan, exhortan, consuelan, enseñan y corrigen. El adversario o los adversarios pueden venir de la misma familia, de la comunidad, de la iglesia o del mundo con sus ideologías. No te pongas triste y no te enojes, más bien repara de gusto porque esa es la señal que estás siguiendo a Cristo: "¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman."(Snt 1, 12)
El testigo es un mártir que da su vida por Jesús y por su
obra. Puede ser en sangre o sin sangre. El testigo
es aquel que por amor a Cristo renuncia al mal y hace el bien (Rm 12, 9) Es
aquel o aquella que no se avergüenza del Cristo ni de su Evangelio por eso
Jesús nos dice: “Dichoso el que no se sienta defraudado por mí” (Mt 11, 6) Su
fe está viva, su esperanza es cierta y su caridad es ardiente. Damos testimonio
de Cristo cuando luchamos y vencemos al mal: "Ninguno, cuando sea probado,
diga: «Es Dios quien me prueba»; porque Dios ni es probado por el mal ni prueba
a nadie. Sino que cada uno es probado por su propia concupiscencia que le
arrastra y le seduce. Después la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz
el pecado; y el pecado, una vez
consumado, engendra la muerte." (Snt 1, 13- 15) El testimonio de
Cristo pide según las palabras del Bautista: “Disminuir para que él crezca” (cf
Jn 3,30)
El que persevera alcanza.
Perseverar hasta la muerte. La corona es para los vencedores. La corona es la
vida eterna, la herencia, Dios mismo (Rm 8, 17- 18) Sin lucha no hay victoria,
y sin ésta no hay corona. Por eso escuchemos a Jesús decirnos la clave de todo
lo anterior: Síganme:
"Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles. «Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios.»"(Lc 9, 23- 27)
El fruto a dar es el amor: "La gloria de mi Padre
está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo
también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis
los unos a los otros como yo os he amado."(Jn 15, 8- 12) ¡Cómo
permanecer para dar fruto? Pablo nos tiene la respuesta:
"Pues los
que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus
apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No
busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos
mutuamente." (Gál 5, 24- 26) Para pertenecer a Cristo hay que confiar,
obedecer y amarlo para poder seguirlo y servirle.
Publicar un comentario