SEÑOR
JESÚS CONFÍO EN TU GRAN MISERICORDIA.
La fe es confianza, es
esperanza y es caridad. La Misericordia está en las cuatro, es inseparable de
todo lo que viene de Dios. Porque Dios es Misericordia. Es el Dios de todos los
perdones y de todas las misericordias.
La fe viene de los que se escucha: La Palabra de Dios, semilla de la
Misericordia y de la Santidad. Donde hay conversión y liberación, ahí hay
Misericordia, hay Vida, hay amor, hay perdón. Para el que confía en Dios,
espera en su Misericordia, no queda defraudado (1 de Tim 1, 12) Sin confianza
la fe se diluye. Por eso la confianza nos hace ser humildes y sencillos de
corazón para que nazca y crezca la esperanza. Todo lo espera de Dios, todo lo
bueno, todo el perdón, toda su misericordia. La esperanza se despliega hacia la
caridad, hacia el amor que es paciente, tolerante y servicial (1 de Cor 13, 4)
Las tres, fe, esperanza y caridad, son inseparables.
El que se une a Jesús por la
fe que viene de la escucha de la Palabra de Dios (Rm 10, 17) Es habitado por
las tres personas de la Santísima Trinidad, somos templos del Espíritu Santo.
(1 de Cor 6, 19) Comienza nuestra lucha contra la manera de pensar del hombre
viejo. De la manera de pensar de un Dios lejano, poderoso y castigador, a un
Dios cercano misericordioso y compasivo. Pablo nos dice: "Os exhorto, pues, hermanos, por la
misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva,
santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis
al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra
mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo
agradable, lo perfecto."(Rm 12, 1-2) El culto espiritual consiste en
aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella. Dejarnos transformar por la
acción del Espíritu Santo consiste en “Tomar la firme determinación de seguir a
Cristo” para poder distinguir la voluntad de Dios: Lo bueno, lo agradable y lo
perfecto.
Lo bueno para rechazar lo malo (Rm 12, 9) Lo agradable es caminar en la
fe, sin la cual nada es grato a Dios (Heb 11, 6) Y lo perfecto para
identificarnos con Cristo amándolo, siguiéndolo y revistiéndonos de él.(M 5,
48; Lc 6, 36; Ef 4, 24) Más que ser creyentes de Cristo, él nos quiere como
discípulos suyos para que un día seamos apóstoles a su servicio. Lo que nos
pide estar creciendo en su Gracia siempre y en todo tiempo. Tal como Pablo le
dice a su hijo Timoteo: "Tú, pues, hijo mío, manténte fuerte en la gracia
de Cristo Jesús; y cuanto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo
a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros. Soporta las
fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica a la
milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que le ha
alistado."(2 Tim 2, 1-4) No se puede mezclar lo frío con lo caliente
porque resulta la tibieza, y a los tibios son excluidos de la Gracia de Dios
(cf Apoc 3, 15) A un administrador lo que se le pide es que sea fiel. Fidelidad
a Cristo y a su Evangelio, a su Iglesia y la vocación a la que nos ha llamado.
(1 de Cor 4, 1) Somos llamados al servicio, a la santificación, a la
liberación, a la filiación y a la fraternidad. Y recordemos la palabra del
apóstol Pablo: “El que no trabaje que no coma” ( 2 de Ts 3, 10)
Y
ahora con la Gracia de Dios podemos dar los frutos de la fe: "En cambio el fruto del Espíritu es
amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,
dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús,
han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el
Espíritu, obremos también según el Espíritu."(Gál 5, 22- 25)
Después de los frutos aparecen las virtudes que son vigor, fuerza y poder de Dios: La
bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 9) "Revestíos, pues, como elegidos
de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si
alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también
vosotros." (Col 3, 12- 13)
"Por esta misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe
la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la
templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno,
al amor fraterno la caridad. Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en
abundancia, no os dejarán inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto
de nuestro Señor Jesucristo." (2 de Pe 1, 5- 8)
Hijas de la fe son la continencia, la fortaleza, la sencillez de
corazón, la pureza de corazón, la santidad, el conocimiento y el amor. (el
pastor de Hermas) Son la vez el fundamento de la casa espiritual y la muralla
que la rodea para protegerla de los enemigos de la fe. (Cristo Jesús es el
fundamento y la muralla. 1 de Cor 3, 11; Rm 13, 14))
Después
de los frutos y de las virtudes siguen los Carismas:
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo actúa en nosotros: "Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el
mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de
operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos."(1 de Cor 12. 4- 6) Ahora
el Señor nos pide a trabajar y a proteger lo que se trabaja (Gn 2, 15)
"A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para
provecho común, Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a
otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo
Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder
de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro,
diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas
las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular
según su voluntad."(1 de Cor 12, 7- 11)
Los Carismas son manifestaciones de la Gracia de Dios en favor de todos.
Son las ayudas que el Señor dona a su Iglesia para ayudarnos a crecer en fe, en
santidad, en amor, en servicio. El Señor quiere que su cuerpo crezca donde se
encuentra. Y ahí, donde el cuerpo se encuentra, el Señor tiene sus instrumentos
para ayudarlo a crecer. Hay que buscarlos, encontrarlos, liberarlos y
acompañarlos para que den fruto. Muchos son los que quieren traer los
instrumentos del extranjero, traerlos de lejos, cuando en la casa existen los
instrumentos para hacer crecer a los miembros del cuerpo de Cristo, es decir, a
la Iglesia.
¿Cómo descubrir nuestros Carismas? Se descubren viviendo y participando dentro de
una Comunidad de vida. "Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos."(Mt 18, 20) Es la comunidad la
que descubre nuestros carismas que crecen y maduran con el uso de su ejercicio.
Los carismas se pulen y se purifican en el uso, la comunidad nos puede corregir
para prestar un mejor servicio.
Los
dones del Espíritu Santo. De acuerdo con el Catecismo de la
Iglesia Católica, son 7 los dones del Espíritu Santo: sabiduría, entendimiento,
consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Estos sostienen la vida
moral del cristiano y lo hacen dócil y sensible a la voluntad de Dios. Con
ellos, Dios infunde su gracia sobre nuestros corazones y, a través del Espíritu
Santo, derrama su gracia sobre nosotros. Los dones del Espíritu Santo son dones
que Dios infunde en las potencias del alma que está en gracia de Dios. Piden la
fe y la caridad en nuestros corazones.
"Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor
Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias
por vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de
revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón
para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál
la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos, y cuál la
soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la
eficacia de su fuerza poderosa,"(Ef 1. 15- 19)
Por los dones del Espíritu Santo podemos alcanzar la santidad y penetrar
en los misterios de Dios. Unidos a los frutos de la fe, a las virtudes cristianas
y a los dones del Espíritu somos conducidos por el Espíritu Santo que nos lleva
a Cristo para actualizar en nuestra vida la Obra redentora de Jesucristo y
llegar a reproducir su imagen (Rm 8, 29).
Recordemos el Gran envío: "Jesús se acercó a ellos y les habló así:
«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he
aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»"
(Mt 28, 18- 20).
Cristo y el Espíritu Santo son inseparables de la presencia del Padre,
por eso Pablo nos dice: "Por eso
doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo
y en la tierra, para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis
fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo
habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el
amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud,
la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios.(Ef
3, 14- 19)
Toda la Iglesia es misionera, es servidora es enviada. Todo bautizado es
discípulo de Jesús llamado a la santidad y la libertad. Vocación que se logra
en el amor, en la misericordia, en la donación, en la entrega y en el servicio.
Oración: Señor tú eres
Misericordia, yo soy pecador. Por eso hoy me acerco a ti con mi corazón
compungido y te pide perdón por todos ms pecados. Dame tu perdón y dame tu paz,
lléname de los frutos de la fe, de las virtudes cristianas, de los dones de tu
Espíritu y de los carismas. Dame una experiencia de tu Misericordia para que me
pueda levantar y pueda caminar hacia Ti, Señor. Para que pueda llegar a ser tu
servidor.
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