JESÚS TOMÓ LA FIRME DETERMINACIÓN DE EMPRENDER EL VIAJE A JERUSALÉN
Cuando ya se acercaba el tiempo en
que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de
emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a
una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no
quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa,
sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: "Señor, ¿quieres que hagamos
bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?" Pero Jesús se volvió
hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea. (Lc 9, 51-56)
La firme determinación de ir a Jerusalén implica que Jesús antes de
entrar en su Gloria tenía que padecer, sufrir y morir, tal como el mismo Jesús
resucitado se los explica a los testigos de Emaús: "¿No era necesario que el Cristo padeciera
eso y entrara así en su gloria?»" (Lc 24, 26) Sabe lo que va a
suceder en Jerusalén y no le saca, va hacia adelante: "Desde entonces
comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y
sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y
ser matado y resucitar al tercer día."(Mt 16, 21) Jesús va a
Jerusalén a una graduación, va a graduarse como el Siervo de Yahvé. Como el
Siervo doliente y sufriente: “El hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida por muchos (Mt, 20, 28)
Jesús profetiza su pasión y su muerte, pero
también su resurrección. Abraza su Cruz con amor para hacer la voluntad de su
Padre y por amor a los pecadores. Se hizo pobre para enriquecernos con su
pobreza (cf 2 Cor 8, 9) Por eso invita a los suyos a estar con él: "El que ama su vida, la pierde; y el que
odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me
sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno
me sirve, el Padre le honrará. Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir?
¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!"(Jn
12, 25- 27).
Ir con Jesús a Jerusalén es participar de su Graduación: graduarse como
siervos de Cristo. Por eso les sobre avisa: "Decía a todos: «Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien
quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la
salvará." (Lc 9, 23- 24) Los discípulos tenían miedo ir con Jesús,
pues sabían que la suerte de Jesús era también la de ellos. Por lo pronto Jesús
tiene que ir a la cruz, él solo y solito, después también irán sus discípulos.
“Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para
conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque
supieron que iba a Jerusalén.” Judíos y samaritanos son enemigos encarnizados
como lo vemos en el relato de la mujer samaritana: "«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de
beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con
los samaritanos.) Son enemigos de los judíos, pero no de Jesús. Para él son amados
por su Padre que quiere salvarlos y llevarlos al conocimiento de la verdad (1
de Tim 2, 4) Por eso le dice a la mujer: «Si conocieras el don de Dios, y quién
es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él
te habría dado agua viva.»"( Jn 4, 9- 10)
Volvamos a
Lucas. Los samaritanos rechazaron a los discípulos porque sabían que iban a
Jerusalén. Les negaron alojamiento y comida. Los discípulos llenos de coraje y
hasta de odio, le dicen a Jesús: "Señor, ¿quieres que hagamos
bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?" Jesús les reprendió y les
dice: violencia engendra violencia, el mal no vence al mal, es el bien lo que
vence al mal (Rm 12, 21) “Más bien, amen a sus enemigos y recen por ellos (Lc
6, 27- 28) “Porque Dios ama a los buenos y ama a los malos (Mt 5, 44) Jesús no
vino a juzgar, ni a condenar ni a destruir a sus enemigos, él vino a servir y
dar su vida por muchos. Dios ama, perdona, salva y da Espíritu Santo a quienes
se dejan amar por su Hijo, Jesus. Los discípulos no lo entienden, tienen que
escuchar las palabras de Jesús: “Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen”
(Lc 23, 34)
Santiago y Juan, dos de los discípulos que con Pedro
parecían que eran los preferidos de Jesús: ¿Quieres que hagamos bajar fuego del
cielo ara destruir a estos? En tiempos pasados y en otro contexto había
sucedido algo parecido, Elías había luchado, vencido y matado a 450 falsos
profetas, los profetas de Baal, adivinos, brujos y hechiceros, y tuvo que huir
para no ser ajusticiado por la mano de la reina Jezabel (1 de Re 18, 1ss)
Cuando aprendieron a Jesús, Pedro con su espada hirió a un hombre. Jesús
le corrige diciéndole: "Jesús
dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre,
¿no la voy a beber?»" (Jn 18, 11) En otra ocasión Pedro quería persuadir
a Jesús de no subir a Jerusalén: "Tomándole aparte Pedro, se puso a
reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero
él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres
para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! Entonces
dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz y sígame."(Mt 16, 22- 24)
El que siga a Jesús que lo haga por amor. Amar
y seguir a Jesús son una misma realidad en la que se manifiesta la “Voluntad de
Dios” y no la nuestra. El que ama y sigue a Jesús, éste le pertenece, lo ama y
lo sirve. Vive como hijo de Dios, es discípulo y hermano de Jesús, es un servidor
de Dios y de los hombres.
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