EL DESEO ETERNO DE DIOS ES NUESTRA COMUNIÓN CON
ÉL Y ENTRE NOSOTROS
"Yo
te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en
derecho en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad,
y tú conocerás a Yahveh."(Os 2, 21- 22)
El deseo eterno de Dios es el de
estar en comunión con el hombre, y con el hombre pecador. Nos dice la carta a
los Hebreos que Jesús no se avergonzaba de llamar a los hombres hermanos. (Hb
2, 11) Y san Marcos nos dice que se sentaba a comer y a beber con pecadores y
con los publicanos (Mc 2, 15) Pablo, el apóstol nos dice: “Donde abundó el
pecado, sobreabunda la misericordia (La gracia) de Dios (Rm 5, 20) Esa es la
voluntad de Dios de la que Jesús dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi
Padre y realizar su Obra, la “Reconciliación de Dios con los hombres pecadores”
(cf Jn 4, 34) Ni todos los pecados de los hombres pueden hacer que Dios se
arrepienta de querer salvarnos para que estemos en comunión con él.
Dios tiene un Plan de Salvación
para todo el hombre y para todos los hombres. Dios al crear al hombre puso en
marcha su Plan de salvación. “Hombre y Mujer los creó.” Los puso en el Paraíso
donde vivían en armonía interior y en armonía exterior. Armonía consigo mismo,
armonía entre ellos, con Dios, y con la creación. Había amistad (amor) con
todos: "Oyeron luego el ruido de los pasos de
Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y
su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del
jardín. Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Este contestó:
«Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me
escondí.»" (Gn 3, 8, 9-10)
El
hombre y la mujer habían pecado, había roto la amistad y se escondían de Dios.
El hombre ya no busca a Dios, es él quien busca al hombre, toma la iniciativa y
los llama: ¿Dónde estás? ¿Por qué te escondes? “Tengo miedo y estoy desnudo” "El
replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del
árbol del que te prohibí comer?» Dijo el hombre: «La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol y comí.»"(Gn 3, 11- 12) Dos árboles había
en el centro del Paraíso. “El árbol de la vida y el árbol de la muerte. "Y
Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer,
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que
comieres de él, morirás sin remedio.»"(Gn 2, 16- 17)
Dios
le puso al hombre una prueba y con la prueba le dio “El libre albedrió” “Frente
a ti está la vida y la muerte, la felicidad y la desdicha, elige lo que tú
quieras. (Dt 30, 15) “Frente a ti está el agua y el fuego, mete la mano donde tú
quieras” (Eclo 15, 11) El hombre eligió ser humano, ser responsable, y comió
del árbol prohibido. Hombre y mujer comieron, hombre y mujer pecaron y entró la
muerte. Les cambió la mirada, se miraron que estaban desnudos (Gn 3, 7) Con el
pecado han aparecido las rupturas entre ellos, con Dios, con los demás y con la
naturaleza. Pero Dios sigue amando a los hombres y les hace una promesa: "Enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la
cabeza mientras acechas tú su calcañar.»"(Gn 3, 15) Aparece el Proto evangelio, la primera promesa de
salvación. Un día, el día de Cristo, él pisará la cabeza de la serpiente, y los
hombres podrán volver al Paraíso y comer del “árbol de la vida” que está en el
Paraíso de Dios (Apoc 2, 7)
Dos textos
bíblicos nos hablan del cumplimiento de la Promesa, uno es de Juan: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo
único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque
Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él."(Jn 3, 16- 17) El otro es de Pablo: "Pero,
al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que
recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha
enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!"(Gál
4, 4- 6) Jesús viene a traernos vida eterna. Viene a traernos la reconciliación
con Dios y entre los hombres y viene a traernos el Espíritu Santo que nos hace
hijos de Dios.
¿Qué hace Dios para realizar su Obra entre
nosotros? Lo primero es la Encarnación. El Verbo se hizo hombre (Jn 1, 14) en
las entrañas virginales de la Virgen María: "Al sexto mes fue enviado por
Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la
virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué
significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un
hijo, a quien pondrás por nombre Jesús"(Lc 1, 26- 31) Jesús significa
Dios salva su Pueblo de los pecados. (Mt 1, 21)
En segundo lugar es la vida pública de Jesús. Baja al rí Jordán y recibe el bautismo de
Juan. Dios lo ungió con el Espíritu Santo para que así se apropie de las
palabras de Isaías: "El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la
liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los
oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo
devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos
en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha
cumplido hoy.»"(Lc 4, 18- 21)
"Jesús,
lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu
en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en
aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre."(Lc 4, 1-2) Al
final del desierto es tentado por el Diablo, y Jesús se confirma como el Hijo
de Dios y como el Mesías de Dios, vence al Maligno, lo ata y se va a liberar a
los oprimidos por el Diablo (Hch 10, 38)
Después
de desierto Jesús predica la Palabra de su Padre: "«El tiempo se ha cumplido y el Reino de
Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»"(Mc 1, 15)
Con su Palabra, con sus milagros, con sus exorcismos, y de manera especial con su
estilo de vida siembra el “reino de Dios en el corazón de los hombres.” Cura a
los enfermos (Mc 1, 29-30) Expulsa a los demonios (Mc 1, 25) Limpia a los leprosos
(Mc 1, 38- 40) “Todos se quedaban admirados de su doctrina porque les enseñaba
como quien tiene autoridad, y no como los escribas."(Mc 1, 22)
Jesús con su
Palabra anunciaba el Reino de Dios, reconciliaba a los hombre, entre ellos y
con Dios (Lc 19, 1-11) Defendía a las mujeres pecadoras, como la mujer adultera
(Jn 8, 1- 11) Con su Palabra llena de Esperanza animaba, exhortaba, liberaba,
consolaba, enseñaba y corregía a sus oyentes: “Si permanecen en mi Palabra,
serán mis discípulos, conocerán la verdad, y la verdad los hará libres (Jn 8,
31. 32) y Les decía: “Vengo para que tengan vida, y la tengan en abundancia”
(Jn 10, 10) Al final de sus días dijo a sus discípulos: “He tomado la firme
determinación de subir a Jerusalén. Seré entregado en manos de mis enemigos,
voy a padecer, voy a sufrir, voy a morir, pero a tercer día resucitaré” (cf Lc
9, 51; Mt 16, 21)
El tercer lugar la muerte de Jesús. “Mi vida no me la quitan yo la entrego” (Jn 10, 18) Jesús había
profetizado su muerte. Debía de morir para sacar a los pecadores de la
sepultura, del pozo de la muerte y para llevarnos a Dios (Ez 37, 12; Col 1, 13)
"Entonces les dice: «Mi alma está triste
hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» Y adelantándose un
poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que
pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.» Viene
entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro:
«¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no
caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»"(Mt 26, 38- 41)
Juan
dice: “Habiendo llegada la hora de pasar de teste mundo al Padre, y habiendo
amado a los suyos los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1) Hasta el dolor, hasta el
sufrimiento, hasta la muerte, para ofrecer en el Espíritu al Padre un
sacrificio vivo, Santo y agradable a Dios (Rm 12, 1) Con su muerte pago el precio
por nuestra salvación-
En cuarto lugar la resurrección. Le faltaba por vencer el último de sus
enemigos: la muerte. Pedro dice en su primera predicación el día de
Pentecostés: "«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el
Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y
señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis,
a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento
de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a
éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era
posible que quedase bajo su dominio;"(Hch 2, 22- 24) Jesús
había dicho a María la hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida”
(Jn 11, 25) Jesús se levanta como Vencedor de la muerte. La resurrección es la
obra poderosísima que Dios realiza en el cadáver de Jesús para transformarlo en
espíritu vivo, viviente y vivificador.
Jesús
con su Pascua: Muerte y resurrección, ha llevado el Reino de Dios a su madurez,
ha sellado la Nueva Alianza ha inaugurado la Nueva Creación, ha reconciliado a
los hombres con Dios y entre ellos. Y ¿Ahora qué podemos hacer? Pedro les responde a todos los que hagan esta
pregunta: "«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.» Al
oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué hemos de hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno
de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de
vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es
para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para
cuantos llame el Señor Dios nuestro.»"(Hch 2, 36- 39)
Por
la fe, la conversión y por el bautismo entramos en “Comunión con Dios” “Nos
incorporemos y nos revistemos de Cristo (Gál 3 26- 27) “Morimos con Cristo,
somos sepultados con él y resucitamos con él a una Nueva Vida, la vida de los
hijos de Dios (Rm 6, 3- 5. 11) Permanezcamos en su Amor (Jn 15, 9) Porque solo
en comunión con Cristo podemos dar fruto, y fruto en abundancia (Jn 15, 5)
La
voluntad de Dios es que seamos Comunión, Participación y Misión, para que
seamos Unidad con el Padre, el Hijo, con el Espíritu Santo y con todos los
miembros del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia: "Pues del mismo modo que
el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así
también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no
formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos
bebido de un solo Espíritu" (1 de Cor 12, 12- 13)
El
deseo eterno de Dios es nuestra Comunión, nuestra Salvación y nuestra
Liberación, en Cristo y por medio de él, para la Gloria de Dios Padre.
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