FARISEO CIEGO, PURIFICA PRIMERO POR DENTRO LA
COPA PARA QUE TAMBIÉN, POR FUERA QUEDE PURA
"«¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta,
del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia,
la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin
descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el
camello! «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por
fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e
intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que
también por fuera quede pura!"(Mt 23, 23- 26)
Los fariseos en
sus principios, tienen su origen en la
piedad y en la fidelidad a la Ley de Moisés. Eran defensores fieles de la Ley,
pero con el tiempo se desvirtuaron y se les descompuso la vida. Eran expertos
en la Biblia, se adueñaron de la cátedra de Moisés. Eran los amos y señores de la
religión. Eran protagonistas, todo lo hacían para que la gente los viera y para
quedar bien. Buscaban poder, tener y placeres, siendo a la misma vez servidores
de la Ley, es decir del Señor. (Mt 23, 1-6) Razón por lo que recomienda a la
gente: “hagan lo que ellos les dice, pero no hagan lo que ellos hacen.” Para
Jesús eran falsos profetas. Por eso les llama ciegos, hipócritas y amantes del
dinero. Eran muy religiosos: oraban cinco veces al día, pagaban diezmos, asistían
al Templo, guardaban los Mandamientos, pero sin amor y sin misericordia.
"«Porque
os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el Reino de los Cielos."(Mt 5, 20) Aunque eran
religiosos no tenían fe, y sin fe nada es agradable a Dios (Heb 11, 6) Tan sólo
eran “protagonistas religiosos.” Buscaban quedar bien y buscaban fama,
prestigio y los primeros lugares. Su lema era: “Maldito el que no conozca la
Ley.” No creyeron en Jesús, lo despreciaron y lo mataron, pero hablaban bien de
Jesús, aunque sus intensiones eran malas: "«Maestro, sabemos que eres
veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por
nadie, porque no miras la condición de las personas."(Mt 22, 16) Escribas,
fariseos saduceos y herodianos, se unieron para dar muerte a Jesús, pues les
decía sus verdades o descubría la falsedad de su religión.
¡Guías
ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! Ciegos porque no tienen
la mirada de Dios. A lo bueno le llaman malo y a lo malo le llaman bueno.
Ciegos porque juzgan y condenan por las apariencias, por lo de fuera y no por lo
que brota del corazón. Su vida era una mentira al valorarse por lo que tenían o
por lo que sabían. Por eso, el apóstol Santiago, recordando a su Maestro Jesús
que les dijo una parábola: "Hermanos míos, no entre la acepción de
personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado. Supongamos
que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido
espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís
vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: «Tú, siéntate
aquí, en un buen lugar»; y en cambio al pobre le decís: «Tú, quédate ahí de
pie», o «Siéntate a mis pies». ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros
y ser jueces con criterios malos? (Snt 2, 1- 4) Se trata de un pecado religioso
que se practica mucho en la Iglesia, pero nadie lo reconoce. Hacer acepción de
personas, valorándolas por lo que tienen, por sus trapos o por sus lujos, .y a
la misma vez rechazando a los más pobres. Se trata de una ideología que reza ¿cuánto
tienes, cuanto vales? El fundamento es la mentira que tiene por padre al Diablo
(Jn 8, 44)
¡Fariseo
ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede
pura!" El afuera depende del adentro. Si el adentro está limpio, el
afuera también será limpio. Si en tu corazón está la verdad, la bondad y la
justicia que son hijos de la Luz (Ef 5, 9) Sabrás distinguir ente lo bueno y lo
malo, no juzgaras y no condenaras a nadie (Mt 7, 1-3) Pero el fariseo ciego, maximalisa
los defectos de los demás y minimiza los propios. A la vez que maximalisa sus
propias virtudes y minimiza las de los demás. Es por encima “protagonista” que
se cree por lo que tiene, por lo que sabe y por lo que hace. No practica la
equidad ni la misericordia de Miqueas (6, 8)
Los
Fariseos y los Escribas son hipócritas porque son de corazón doble quieren
servir a Dios y al dinero (cf Mt 6, 24) Viven en las apariencias, se visten con
piel de oveja, son fachada. “Dicen una cosa y hacen otra” “Ponen cargas pesadas
sobre las espaldas de los demás, pero ellos no tocan ni con el dedo” “Buscan
los primeros lugares” les gustan que los saluden y reverencien” “Qué los llamen
guías.” Para Jesús la religión de estos hombres era barata. Lo anterior debe
desaparecer para que aparezca la piedad y la justicia a Dios y a los hombres.
La Fe que llegada a su madurez es Caridad (cf Gál 5, 6)
En
vez de Fe y Caridad tenían su corazón lleno de “Intemperancia” No tenían “pobreza
espiritual”. Su riqueza alimentada por la “Intemperancia” era la gula, el mucho
vino, el mucho sexo y el mucho dinero y las muchas apariencias. Esos hombres
del siglo 1° no han desaparecido, siguen vivos y actuales hoy como ayer. Son
fieles admiradores y seguidores de la “Teología de la Prosperidad” Y hasta promueven
la distinción de clases: Dios bendice la riqueza y maldice la pobreza. Dios
quiere que unos sean ricos y que otros sean pobres. Dios quiere que unos se salven
y que otros se condenen. A eso se le llaman destino. A lo anterior le podemos
llamar “Abaratar la Gracia de Dios.”
Recordemos
dos textos del apóstol san Pablo: "Pues conocéis la generosidad de nuestro
Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que
os enriquecierais con su pobreza."(2 Cor 8, 9) "El cual,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que
se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los
hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz."(Flp 2, 6- 8)
Jesús se hizo
pobre, se hizo hombre igual que nosotros menos en el pecado para enriquecernos
con su pobreza, por eso pudo invitarnos a ser como él: “Mansos y humildes de
corazón” (Mt 11, 29) Jesús invita a todos paganos y judíos a convertirse. Para
el judaísmo la conversión es pasarse a Jesús. Pasarse del fariseísmo a
Jesucristo para ser como él: Hijo de Dios, hermano universal y servidor de
todos (cf Mt 20, 28) Los Mandamientos de Jesús chocaron contra el fariseísmo: “Lávense
los pies unos a los otros y ámense los unos a los oros como yo se los he lavado
y como yo los he amado. (Jn 13, 13. 34) Para convertirse es pasar del odio al
amor, de las tinieblas a la luz, del pecado a la Gracia, de la aridez a las
aguas vivas. Para Jesús, creer es convertirse para llenarse de Cristo y
alcanzar tener sus pensamientos y sus sentimientos, sus criterios, sus
intereses y sus luchas (Flp 2, 5)
No todos los
fariseos eran protagonistas, entre ellos había gente honrada, honesta, íntegra
y fiel como Nicodemos que llegó a ser un discípulo de Jesús. (Jn 3, 1- 5) Algunos
otros creyeron en Jesús. Pero por miedo a los judíos (escribas, fariseos,
saduceos, y herodianos) se mantenían al margen.
La pregunta que Jesús no respondió. "Y sucedió que un día
enseñaba al pueblo en el Templo y anunciaba la Buena Nueva; se acercaron los
sumos sacerdotes y los escribas junto con los ancianos, y le preguntaron:
«Dinos: ¿Con qué autoridad haces esto, o quién es el que te ha dado tal
autoridad?» El les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa. Decidme:
El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?» Ellos discurrían entre
sí: «Si decimos: "Del cielo", dirá: "¿Por qué no le
creísteis?".Pero si decimos: "De los hombres", todo el pueblo
nos apedreará, pues están convencidos de que Juan era un profeta.» Respondieron,
pues, que no sabían de dónde era. Jesús entonces les dijo: «Tampoco yo os digo
con qué autoridad hago esto.»"(Lc 20 , 1-8)
Jesús
les podía haber dicho: “lo hago por lo que sucedió en mi Bautismo, en el río
Jordán, fui ungido con el Espíritu Santo y Fuego” (Lc 3, 16) No le hubieran
creído. ¿Para qué perder el tiempo con la dureza de sus corazones? Por eso la
única señal que les daré es la de Jonás, es decir la de mi resurrección: moriré
pero resucitaré para el perdón de los pecados y para dar vida eterna (Rm 4, 25)
A María, la hermana de Lázaro le dijo: ¿Crees tú esto? María le respondió: "«Sí,
Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al
mundo.»" (Jn 11, 27)
Y pensar que dentro de nosotros hay un pequeño fariseo al que Juan el Bautista llamó a disminuir hasta desaparecer para que aparezca Cristo Jesús. (Jn 3, 30)
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