EL
ESPÍRITU SANTO EN JESÚS Y EN LA IGLESIA.
Jesús es el Señor que posee el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo se mueve en Jesús como en su propia casa. Jesús es el hombre que camina y actúa en el Espíritu.
Jesús es el Mesías prometido;
"Saldrá
un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará
sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu
de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará
en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.
Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de
la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus
labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el
cinturón de sus flancos". (Is 11, 1-5)
Jesús en la sinagoga de Nazaret.
"Vino a Nazará, donde se había criado y,
según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para
hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando
el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor sobre
mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha
enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para
dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando
el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos
estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de
oír, se ha cumplido hoy.»" (Lc 4, 16- 17. 20- 21) Todo el Evangelio
confirma las palabras de Jesús pronunciadas en la sinagoga de Nazaret.
La vida humana de Jesús es fruto de de la
acción del Espíritu Santo:
La Encarnación es la obra perfectísima del
Espíritu santo. "La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre,
María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se
encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y
no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía
planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José,
hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en
ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»"(Mt 1, 18- 21; Lc 1,
26- 38)
El Bautismo de Jesús.
"Sucedió que cuando todo el pueblo
estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el
cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y
vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado.»"(Lc 3,
21)
;
"Y sucedió que por aquellos días vino
Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En
cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma
de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi
Hijo amado, en ti me complazco.»"(Mc 1, 9- 11)
".Entonces aparece Jesús, que viene de
Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de
impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú
vienes a mí?» Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así
cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del
agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en
forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»"(Mt 3, 13- 17)
"Y Juan dio testimonio diciendo: «He
visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y
yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel
sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que
bautiza con Espíritu Santo." (Jn 1, 32- 33)
Jesús tiene conciencia de su misión
"A aquel a quien el Padre ha santificado
y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy
Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;"(Jn
10, 36- 37)
Jesús es llevado al desierto.
"A continuación, el Espíritu le empuja
al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por
Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían."(Mc
1, 12- 13)
"Jesús volvió a Galilea por la fuerza
del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. El iba enseñando en sus
sinagogas, alabado por todos."(Lc 4, 14-15)
La Misión de Jesús
"Jesús volvió a Galilea por la fuerza
del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. El iba enseñando en sus
sinagogas, alabado por todos."(Lc 4, 14- 15)
Jesús destruye las obras del Diablo
"Cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió
con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a
todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él;” (Hech 10, 38)
"Creció como un retoño delante de él,
como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no
tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón
de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro,
despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias
las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos
por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras
rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la
paz, y con sus cardenales hemos sido curados."(Is 53,5,ss)
"Quien fue entregado por nuestros
pecados, y fue resucitado para nuestra salvación (Rm 4, 25)
"A
quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser
justicia de Dios en él." (2 de Cor 5, 21).
"Sino que se despojó de sí mismo tomando
condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su
porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y
muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está
sobre todo nombre."(Fil 2, 7- 9)
Muerte y Resurrección se deben a la acción
del Espíritu Santo.
"¡Cuánto más la sangre de Cristo, que
por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de
las obras muertas de nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!" (Heb
9, 14)
"Y si el Espíritu de Aquel que resucitó
a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de
entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que habita en vosotros." (Rm 8; 11)
El Espíritu Santo santifica la Humanidad de
Jesús. Cristo es “el santo de Dios” (Lc 1:24), santificado desde su concepción
por la unión de la divinidad con la humanidad (Lc 1:35). Todo el sentido de la
mediación de Cristo consiste en conseguir la unión de los hombres con Dios; es
decir, su santificación.
Da testimonio de que Cristo es el enviado del
Padre. "Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo
poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las
gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»" (Mt 28. 18-20)
Lo consagra como Sacerdote eterno
“Él, en los días de su vida en la tierra,
ofreció con gran clamor y lágrimas oraciones y súplicas al que podía salvarle
de la muerte, y fue escuchado por su piedad filial, y, aun siendo Hijo,
aprendió por los padecimientos la obediencia. Y, llegado a la perfección,
se ha hecho causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, ya que
fue proclamado por Dios Sumo Sacerdote “según el orden de Melquisedec”. (Heb 5,
7-10)
Ha de recibir una vocación divina para
cumplir esa misión: “Y nadie se atribuye este honor, sino el que es llamado
por Dios. De igual modo, Cristo no se apropió la gloria de ser Sumo
Sacerdote, sino que se la otorgó el que le dijo: Tú eres mi hijo, yo te he
engendrado hoy” (Heb 5: 4-5).
Restaura en Jesús la obra maestra de la
creación.
"pues Dios tuvo a bien hacer residir en
él toda la Plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas,
pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los
cielos." (Col 1, 19- 20)
Jesús da el Espíritu Santo
"Pues de su plenitud hemos recibido
todos, y gracia por gracia." (Jn 1, 16)
"porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado."(Rm 5, 5)
"Y yo no le conocía pero el que me envió
a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu
y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo."(Jn 1, 33)
"Pero el Paráclito, el Espíritu Santo,
que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo
que yo os he dicho.(Jn 14, 26)
"y
yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para
siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no
le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros."
(Jn 14, 16- 17)
"El último día de la fiesta, el más
solemne, Jesús puesto en pie, gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el
que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva.
Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en
él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido
glorificado."(Jn 7, 37- 39)
"Cuando venga el Paráclito, que yo os
enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él
dará testimonio de mí." (Jn 15, 26)
"Pero yo os digo la verdad: Os conviene
que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si
me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente
al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio;" (Jn
16, 7- 8)
El Espíritu Santo viene a la Iglesia como
fruto de la muerte de Jesús
"Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo:
«Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu." (Jn 19,
30)
"Jesús les dijo otra vez: «La paz con
vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre
ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo." (Jn 20, , 21- 22)
Jesús el Apóstol del Padre en vida promete el
Espíritu Santo
"Cuando venga el Paráclito, que yo os
enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él
dará testimonio de mí." "Pero también vosotros daréis testimonio,
porque estáis conmigo desde el principio" (Jn 15, 26- 27)
"Pero yo os digo la verdad: Os conviene
que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si
me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente
al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo
referente al pecado, porque no creen en mí; 10.en lo referente a la justicia
porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el
Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho tengo todavía que deciros, pero
ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará
hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo
que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá
de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por
eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Dentro de poco
ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver.»" (Jn 16, 7-
15) Después de su Resurrección El señor Jesús es el que dá el Espíritu Santo a
quienes crean en Él y lo obedezcan: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 21- 23)
El Espíritu Santo en la Iglesia.
En Pentecostés Jesús bautizo a la Iglesia con
Espíritu Santo y con Fuego. "«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra
y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!"(Lc 12, 49) "Al llegar
el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente
vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó
toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de
fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos
llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les concedía expresarse."(Hch 2, 1- 4)
El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia.
“Sin el Espíritu Santo, Dios está lejos,
Cristo permanece en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia es una
pura organización, la autoridad es tiranía, la misión es propaganda, la
liturgia es simple recuerdo, y la vida cristiana es una moral de esclavos. Pero
en el Espíritu, y en una sinergia indisociable, el cosmos es liberado y gime en
el alumbramiento del Reino, el hombre lucha contra el egoísmo, Cristo
resucitado está aquí, el evangelio es una fuerza vivificadora, la Iglesia
significa la comunión trinitaria, la autoridad es un Pentecostés, la liturgia
es memorial y anticipación, y la acción humana lo diviniza todo”(Patriarca de
Antioquia 1968)
Jesús vino a instaurar el Reino de Dios en el
corazón de los hombres.
Jesús vino a este mundo a establecer el Reino
de Dios entre los hombres. Su predicación comienza con estas palabras: “Conviértanse
y crean en el Evangelio porqué está cerca el reino de Dios. (Mc, 1, 15)
Jesús, por medio de parábolas explica las
características del Reino de Dios o de los Cielos: Es como una semilla
depositada en la tierra "Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía:
«Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo
largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en
pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener
hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener
raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las
ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra
sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga.»" (Mt 13, 3 9.18.23)
Crece con su propio poder como el grano
"También decía: «El Reino de Dios es
como un hombre que echa el grano en la tierra; 27.duerma o se levante, de noche
o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. 28.La tierra da el
fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la
espiga. 29.Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha
llegado la siega.»" (Mc 4, 26- 29)
Es como el grano de mostaza… "Otra
parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de
mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña
que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace
árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus
ramas.»" (Mt 13, 31_ 32)
Fermentará al mundo como la levadura fermenta
a la masa: "Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a
la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que
fermentó todo.»" (Mt 13, 33)
Crece entremezclado con el reino del mal: "Otra
parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un
hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía,
vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la
hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del
amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu
campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" El les contestó: "Algún enemigo ha
hecho esto." Dícenle los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a
recogerla?" Díceles: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis
a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo
de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en
gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero."»" (Mt
13, 24- 30)
El Reino de Dios predicado por Jesús está
abierto a todos: "Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se
pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos,"(Mt
8, 11).
Para que el Reino de Dios llegue a todos los
hombres Jesús establece la Iglesia como “sacramento de salvación”, como la
presencia en este mundo de la verdad
divina (2 Tim 3, 15) y como signo de la presencia salvadora de Dios: "Y
todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el
ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al
mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino
poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores
de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os
suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!" (2 cor 5, 18- 20)
La Iglesia descansa sobre el fundamento de
los apóstoles (Ef 2, 20) Siendo el mismo Cristo la piedra angular que da
consistencia a todo el edificio (Mc 12, 10; Lc 20, 17- 18)
Jesús entrega a sus Apóstoles de la misma
manera que el Padre se los entregó a Él: “Todo poder se me ha dado en los
cielos y en la tierra” (Jn 20, 21- 23). Los instruye en las cosas del Reino
(Hech 1, 3) y los envié a predicar con
la promesa de estar con ellos todos los días hasta la consumación de los siglos
(Mt 28, 18- 20)
La presencia de Jesús en la Iglesia se
realiza mediante la donación del Espíritu Santo, quien es llamado “El alma de
la Iglesia”, en cuanto que Él: Convoca a entrar en ella, la construye o
estructura, la santifica y la conduce.
El Espíritu Santo convoca a la Iglesia.
La predicación de Pedro. Hech 2, 14- 40; 3, 12-
26.
El diácono Esteban un hombre lleno de fe y
del Espíritu Santo. Hech 6, 8- 10)
El Espíritu Santo impulsa al diácono Felipe a
explicar las escrituras al Etiope (hech 8, 27- 39)
Pablo con la fuerza del Espíritu Santo
predica en las sinagogas diciendo que Jesús es el Hijo de Dios (Hech 9, 26- 29)
Pedro con la fuerza del Espíritu predica en
la casa de Cornelio para que se abrana las puertas de la fe al mundo pagano.
(Hech 10- 11).
Hombres y mujeres movidos por el Espíritu
Santo eran impulsados a predicar la Palabra de Dios. También hoy, el Espíritu
Santo actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él.
La Iglesia crece gracias al apoyo del
Espíritu Santo. El es el alma de la Iglesia.
El Espíritu Santo construye la Iglesia.
La cabeza de la Iglesia es Cristo (Ef 1, 22;
4, 15; Col 1, 18) y el alma que le da la trabazón y la unidad es el Espíritu
Santo quien distribuye en la Iglesia distintos dones y ministerios para la
construcción de la Iglesia ( Ef 4 ; 1 Cor 12, 27- 28; 13; Rm 12, 5- 8)
El Espíritu Santo santifica a la Iglesia.
El concepto santo es de origen bíblico y se
atribuye, en primer lugar a Dios. La santidad en Dios es su misma esencia. A
las otras realidades, ya sean personas o cosas, se les puede atribuir el
calificativo santo en medida que dicen relación a Dios, procede de Él, le
pertenecen o le están consagradas, por esta razón el pueblo de Dios es santo y
constituye una nación santa (Ex 19. 6) Todo lo que es de Dios y es para Dios es
santo: los mandamientos, el templo Jerusalén, la ciudad santa, los sacerdotes. Lo que hace referencia al
culto, asamblea santa (Ex 12, 16)
Jesús es el Santo de Dios: "«¿Qué
tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién
eres tú: el Santo de Dios.»" "Y los espíritus inmundos, al verle, se
arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»" (Mc 1, 24; 3,
11) En Él se revela la santidad de Dios a plenitud,. El es el Templo donde
habita Dios y en donde nosotros lo encontramos: "Jesús les respondió:
«Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.» 20.Los judíos le
contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario,
¿y tú lo vas a levantar en tres días?»" (Jn 2, 19- 21) La santidad de
Jesús es idéntica a la de Dios, su Padre. Íntimamente liga a su filiación
divina y a la presencia del Espíritu santo en él.
En referencia a Cristo recibimos de él la
“Gracia y la Verdad” en Cristo y por él la Iglesia, pueblo formado por los que
creen en él, llega a ser una “templo santo”, una “nación santa”, un “sacerdocio
santo” (1 de Pe. 2, 9) y a los miembros de la Iglesia en repetidas ocasiones se
les llama “santos:” "A la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier
lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de
ellos" (1 de Cor 1, 2)
Hablar de la santidad de Dios, no es para
referirse solamente a su trascendencia, incluye todo lo que Dios posee y lo que
Dios es: Amor, misericordia, libertad, perdón. Podemos decir que la santidad de
Jesús posee las mismas características de su Padre. Por eso el apóstol Pedro
dice: “Se pasó la vida haciendo el bien y liberando a los oprimidos por el
Diablo porque Dios estaba con Él” (Hech 10, 38).
De manera que la santidad de la Iglesia y de
los cristianos no puede reducirse a actos externos, que son necesarios, pero
también se ha de imitar la santidad de Dios: “Sed misericordiosos como vuestro
Padre celestial es misericordioso” “"Os doy un mandamiento nuevo: que os
améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros
los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os
tenéis amor los unos a los otros.»" “"La religión pura e intachable
ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su
tribulación y conservarse incontaminado del mundo." (Lc 6, 36; Jn 13, 34,
St 1, 27)
El agente santificador de la Iglesia es el
Espíritu Santo:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones con el Espíritu Santo que se nos ha sido dado” (Rm 5, 5). El Espíritu
Santo embellece a la Iglesia con diversos dones jerárquicos y carismáticos
dirige y enriquece con sus frutos a la Iglesia. (1 de Cor 12, 4- 11). “La guía
a la verdad plena” (Jn 16, 13) La presenta al Padre como una “hostia viva,
santa y consagrada” por los méritos de Cristo y por la acción del Espíritu
Santo. La rejuvenece y la renueva constantemente y la conduce a unión consumada
con su Esposo. “pues el Espíritu y la esposa dicen: “Ven” (LG 4; Apoc 22, 17)
La acción de Cristo y la acción del Espíritu
Santo son inseparables y no se está unido a Cristo sin la presencia y posesión
del Espíritu; por el que el culto en Cristo, es también, culto en el Espíritu. La
adoración en espíritu y en verdad consiste en adorar a Dios en Cristo por el Espíritu
Santo.
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