JESÚS ES POR EXCELENCIA EL HOMBRE SINODAL, UN
SER PARA LOS DEMÁS.
Lo primero fue hacer hombre como nosotros: "El Verbo se hizo carne" (Jn 1, 14) Hizo cola con
grandes pecadores para recibir su bautismo siendo limpio y de corazón puro. (Lc
3, 16) Llevado por el Espíritu Santo fue al desierto para preparase para la
Misión a él encargada, después de vencer al Malo y atarlo, se fue e invadió los
terrenos del Diablo para liberar a los oprimidos por él. Y desde entonces,
"Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la
Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el
pueblo."(Mt 4, 23) Sanó enfermos, limpio leprosos, levantó paralíticos,
dio vista a los ciegos, hizo hablar a los muchos, hizo oír a los sordos, liberó
a poseídos y dio vida a los muertos. Cómo señal de que el Reino de su Padre
había llegado y estaba entre los hombres. Para luego nos dice el sentido de su venida: "dar vida en abundancia" (Jn 10, 10)Antes de irse al cielo les dice a los suyos:
El evangelio de san Lucas nos detalla el programa y el camino
de Jesús: "Vino a Nazará, donde se
había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se
levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y
desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena
Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la
sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta
Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.»"(Lc 4, 16- 18)
Jesús proclamando su Palabra, con sus milagros, exorcizando
el Mal y con su estilo de vida sembraba en el corazón de las personas y de la
cultura el reino de los Cielos. Jesús vino a anunciar el Reino de Dios, a reconciliar
a los hombres, a salvar a los hombres, vino a traernos a Dios. El libro de los
Hechos dice: "cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con
poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el
Diablo, porque Dios estaba con él"(Hch 10, 38) En el evangelio de san
Marcos encontramos el decir de la gente: "Y se maravillaban sobremanera y
decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los
mudos.»" (Mc 7, 37) Jesús caminaba con Dios, hacían Unidad para liberar y
salvar a los hombres.
Jesús caminaba con su Pueblo. Todos los que eran sanados o
liberados por Jesús aprendían a caminar con él y con otros. Caminar es amar, es
servir, es darse a los demás, es caminar con otros. Así lo hizo la suegra de
Pedro que luego que la levantó se puso a servir (Mc 1, 38). Así lo hizo el
endemoniado de Geraza al que Jesús lo envío como su primer misionero a tierra
de paganos: "Pero no se lo concedió,
sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor
ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.» El
se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con
él, y todos quedaban maravillados." (Mc 5, 19- 20) Compartiendo y comunicándose con ellos su
palabra y su testimonio sembraba en sus corazones la fe (cf Rm 10. 17)
El ciego Bartimeo, el hijo de lo impuro, caminaba con Jesús
hacia Jerusalén: "Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué
quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo:
«Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el
camino." (Mc 10, 51- 52)) El que antes estaba ciego y tirado al borde
del camino, ahora, es discípulo de Jesús, camina con él y con los suyos.
Jesús
un día en Cafarnaúm hizo su primera proclamación: "Después que Juan fue entregado,
marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena
Nueva.»"(Mc 1, 14- 15) Creer y convertirse son dos palabras que tienen un
mismo significado: “Llenarse o revestirse de Cristo” o “Pasarse de la Antigua Alianza
a la Nueva Alianza. Pasarse de Judaísmo a Jesucristo. Pasarse del Paganismo a
Jesucristo. Pasarse de las tinieblas a la luz (Col 1, 13) Del pecado a la
Gracia. Jesús invita a la conversión y nos dice de qué se trata. Los profetas
había predicado la conversión como un “Volverse a la Ley y ponerla en práctica”
Jesús invita a ir a Él para revestirse y ser una comunión con él y participar
de su Gloria.
"«Venid a mí todos los que estáis fatigados y
sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»"(Mt 11, 28- 30)
Jesús invita hacer un intercambio: entregarle la carga del
pecado, la carga de la Ley con 613 preceptos para recibir el yugo de Jesús que
es suave y ligero. Lo que equivale a unirse con Jesús como una yunta de bueyes.
El yugo los une para hacer pareja y trabajen juntos. Jesús quiere uncirse
(unirse) con el que se convierta a él para caminar juntos, trabajar juntos y enseñarnos
el arte de amar, de servir y de compartir, el arte de perdonar y de sanar a los
enfermos. Por eso puede decirnos: "Yo
soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada."(Jn 15, 5)
La clave para dar fruto es la comunión con Cristo y con los suyos.
¿Qué podemos aprender de Jesús? El que camina con Jesús se convierte en su Maestro
y le pertenece para siempre. Jesús lo considera su amigo y su hermano. “Todo lo
mío es tuyo” Si tú aceptas ser de Jesús. (Cf 1 de Cor 3, 21) Jesús se entrega
todo para que aprendamos de él. Aprendemos su Palabra, sus Mandamientos.
Aprendemos a trabajar en el Reino, a sanar, a servir, a orar, a adorar a Dios,
a perdonar y a morir también. Jesús es nuestro Descanso y nos invita a ser como
él: mansos y humildes de corazón. Por encima de todo aprendemos de Jesús cuatro
aspectos de su vida:
a) La Glorificación a su Padre. Jesús todo lo hizo para
la gloria de su Padre. Hacer la voluntad de su Padre era la delicia de su
corazón y de su vida. Por eso su entrega y su obediencia hasta la muerte (Flp
2, 8) “Mi Padre y yo somos uno, caminamos juntos, “todo lo suyo es mío y todo
lo mío es suyo”(cf Jn 17, 10) “Yo siempre hago lo que a él le agrada” “pero ha de saber el mundo que amo al Padre y
que obro según el Padre me ha ordenado." (Jn 14, 30)
b) Una vida empapada de oración. Se levantaba de
madrugada para irse a orar. (Mc 1, 35)Se pasa las noches en oración. En todo
momento estaba en comunicación con su Padre. Por eso fue la recomendación a sus
discípulos: “Vigilad y orad para no caer en tentación.” (Mt 26, 41)
c) Su entrega al servicio. Con un corazón lleno de compasión
se entregaba a los enfermos a los oprimidos y a los pecadores para servirles
con todo, hasta no tener tiempo para descansar. Esta entrega es lo que
significa aquello que dice: “El Hijo del Hombre, no tenía ni una piedra para
reclinar la cabeza” (cf Lc 9, 58- 59) Jesús caminó con los hombres, se hacía
amigo de ellos y los ayudaba hacerse sus discípulos.
d) Fue un pastor
pobre. Jesús nació pobre,
vivió pobre y murió pobre. Pablo nos lo recuerda: “Siendo rico se hizo pobre
para enriquecernos con su pobreza (2 de Cor 8. 9) El pobre de Nazaret pudo
invitar a los ricos a vender propiedades y otros bienes para compartir con los
pobres.
Pablo, discípulo de Jesús, nos advierte a no
traficar con la Palabra de Dios. El dinero puede llegar, pero, no se busca y si
llega tiene que compartirlo con los pobres como lo dice el apóstol
Santiago.(Snt 1, 27) Para Jesús pobre es aquel que nada tiene por eso puede
confiar en Dios. Puede tener bienes materiales pero no se hace esclavo de
ellos, los comparte con los más necesitados para que pueda entrar en la primera
Bienaventuranza: “Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino
de los Cielos (Mt 5, 3) El pobre de espíritu es también limpio y misericordioso
de corazón. (Mt 5, 7. 8)
Por eso Jesús el hombre sinodal, se unió con los
pobres y pecadores; los reconcilió con Dios y entre ellos; los formó y les
enseño el arte de caminar juntos y luego envió a los Doce y en ellos a toda la
Iglesia hacer “Camino como él lo había hecho: "Jesús se acercó a
ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo
os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin
del mundo.»"(Mt
28- 20)
Lo
primero es hagan discípulos míos que sean capaces de caminar juntos, para
comunicarse unos con otros, para que intercambien sus bienes o valores con los
demás. En segundo lugar Jesús dice a los discípulos y a las multitudes: “Tuve
hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber, tu frío y me
vestiste, fui forastero y me hospedaste. Extendiste tu mano para compartir con
todos los hombres: El pan, la palabra, el vestido, la casa y el camino. El
camino es el estilo de vida de Jesús. Caminamos con el Otro, con los otros, y
así vencemos a los enemigos de nuestra realización: el individualismo, el
conformismo y el totalitarismo. El que se despoja de las tinieblas y se reviste
de Jesús, se configura con él, lo reproduce y se capacita para caminar con él
(Rm 8, 29)
Lo anterior está de acuerdo con el apóstol san
Pablo que nos dice: "Por esto, misericordiosamente investidos de este
ministerio, no desfallecemos. Antes bien, hemos repudiado el silencio
vergonzoso no procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al
contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros
mismos a toda conciencia humana delante de Dios. Y si todavía nuestro Evangelio
está velado, lo está para los que se pierden, para los incrédulos, cuyo
entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean brillar el
resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios. No nos
predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como
siervos vuestros por Jesús." (2 de Cor 4, 1- 5)
Jesús siempre camina, va hacia adelante, sólo
se detiene para levantar a un caído, limpiar a un leproso o sanar a un enfermo.
Para luego dirigirnos una Palabra: “Levántate, toma tu camilla y sígueme” (Mc 2,
11) Jesús es el Misionero del Padre, siempre estaba en salida para ir a
predicar su Evangelio. "Salió de
nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al
pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice:
«Sígueme.» El se levantó y le siguió." (Mc 2, 13-14) Jesús enseño
con parábolas, pero, su misma vida es una parábola: se sienta a la mesa con
pecadores para decirnos que éstos son invitados a sentarse a la mesa con el
Padre celestial. Se hace amigo de ellos para luego ayudarles hacerse amigos de
Dios. (Mc 2, 15)
¿Cómo vivió este Hombre
su sinodalidad? Lo primero fue su Comunión con su Padre y con los hombres por quienes
se donó y se entregó por ellos. Lo segundo es la Participación: entregó su vida
por ellos, se gastó por todos y después de su muerte y resurrección les entrega
Espíritu Santo para que actualice en ellos, la Obra redentora de Cristo. En
tercer lugar encontramos la Misión. "Jesús
se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en
la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo
lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.»" (Mt 28, 18, 20)
La
Iglesia es enviada, es misionera, es servidora de la vida. Enviada a anunciar
el Evangelio para hacer a los hombres partícipes de la vida de Dios. Palabra y
Sacramentos, son los dos denarios, para quienes crean y se conviertan se sanen
y se salven (Mc 16, 16)
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