Nosotros
predicamos a Cristo Jesús Señor Nuestro
Iluminación: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es
escándalo para los judíos y locura para los paganos” (1 Cor1, 23)
Introducción: «En verdad, en verdad os digo que vosotros me
buscáis no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido pan y os
habéis saciado.” (Jn 6, 26) ¿Cómo es el Cristo en quién nosotros creemos,
seguimos y servimos? ¿Por qué lo buscamos y lo seguimos? ¿Por simple curiosidad
y charlatanería? ¿Lo buscamos por lo que nos da o porque realmente creemos en
él? ¿Es realmente el Mesías o es un tapa
huecos? ¿Es nuestro Salvador o un simple parche? (cf Mc 2, 2) ¿Lo vemos como un
mesías bonachón que todo lo esperamos de él; que nos arregle con su poder
mágico todos nuestros problemas de la noche a la mañana? Y, ¿Sí no nos da lo
que le pedimos lo abandonamos y decimos que no existe? Lo que realmente quiere
de todos nosotros es que seamos protagonistas de nuestra propia historia y de nuestra
propia realización. Por eso mas que creer en él, es también creerle a él. La
experiencia de conocerlo, amarlo y servirlo, implica creer que Jesús, el
Cristo, no nos salvó con dinámicas, ni con palabras bonitas ni con apapachos,
sino con el amor que lo llevó a la muerte vergonzosa de Cruz (Flp 2, 8).
1.El Gran envío. “Dios me ha dado autoridad plena sobre cielo y tierra” (Mt 28, 18) “Como el Padre me ha enviado, yo también los envío a ustedes” (Jn 20, 21)
“Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado”.(Mt 28, 19)
Sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo” A quienes les perdonen sus pecados, Dios se los perdonará, y a quienes se los retengan, Dios se los retendrá (Jn 20, 22).
“Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice se salvará, pero el que no crea se condenará”(Mc, 16, 15)
“Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se anunciaría a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados” (Lc 24, 46)
“Por mi parte, les voy a enviar el don prometido por mi Padre. Ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos de la fuerza que viene de lo alto” (Hech 1, 8)
“ Y sepan que yo estoy con ustedes todos los
días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20).
2.Promesa cumplida. Nos dice el Concilio Vaticano: Consumada la obra que
el Padre encomendó realizar al Hijo sobre la tierra (cf.Jn17,4),
fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar
indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al
Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu.
(cf. Ef 2,18) (LG 4).Jesús resucitado dice a los suyos:“No
salgan de Jerusalén; esperen la promesa que les hice de parte del Padre; porque
Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con Espíritu Santo dentro
de pocos días” (Hch 1, 4) “Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu
Santo, él vendrá sobre ustedes para que sean mis testigos” (Hch 1, 8).
Promesa a la que responde una necesidad de todo ser humano
y de cada creyente: la necesidad de Espíritu Santo que el Padre da su Hijo en
plenitud y que Jesús da a los creyentes y discípulos. “Al llegar el día de
Pentecostés, estando todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del cielo
un ruido, semejante a una ráfaga de viento impetuoso, y llenó toda la casa
donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se
repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del
Espíritu Santo y comenzaron hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu los
movía a expresarse” (Hch 2, 1- 4).
3. Jesús es el
Apóstol del Padre, el Mensajero de la buena noticia, desde Pentecostés se convierte en el Mensaje salvador y
redentor que los Apóstoles predican con la fuerza del Espíritu Santo para que
el mundo crea que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías, y creyendo, se salve. “Como
dispensador de los “Misterios de Dios”, debo a anunciar las palabras o verdades
reveladas sobre Dios y su Obra salvadora. Lo que Dios ha hecho en favor de la
humanidad. Predicar para dar a conocer el “Misterio de Dios” que ha sido
revelado en Cristo en la Plenitud de los tiempos” (Gál 4, 4.-6) Jesús
el predicador del Padre habló de “Los misterios del reino de Dios”, “las cosas
que Dios revela a los sencillos y humildes de corazón”(Mt 13, 11; Mt 11,
25)Pedro, en nombre de la Iglesia, predica: “Escuchen Israelitas: Jesús
de Nazaret fue el hombre a quien Dios acreditó ante ustedes con los milagros,
prodigios y señales que realizó por medio de él entre ustedes como bien lo
saben” (Hch 2, 22).
4. San Pablo habla
del Misterio de Dios, es decir, Cristo (Col 2, 2-3) “Nosotros predicamos a
Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos”
(1 Cor 1, 23) “Cristo, el Hijo de Dios, ha muerto para perdón de nuestros
pecados y ha resucitado para nuestra justificación” (Rom 4, 25). Cristo es
nuestro Salvador y es nuestra salvación: “Cristo fue hecho para nosotros
sabiduría que procede de Dios, justificación, santificación y redención” (1Cor
1, 30). San Juan lo afirma diciendo: “Vengo para que tengan vida y la tengan en
abundancia” (Jn 10, 10). Pablo, vuelve sobre lo mismo: “No nos predicamos a
nosotros mismos, sino a Cristo como Señor Nuestro (2 Cor 4,5) Para san Pablo,
Cristo es el Misterio de Dios, en quien están escondidos todos los tesoros de
la sabiduría y del conocimiento (Col 2,2-3).
5. El anuncio de la persona de Cristo debe ser el alma y la
esencia del Anuncio cristiano. El Apóstol
Pedro en su primera predicación el día de Pentecostés, con la fuerza del
Espíritu Santo, predica a Cristo y su misterio Pascual:“Escuchen Israelitas,
Jesús de Nazaret fue el hombre a quien Dios acreditó ante ustedes con milagros,
prodigios y señales que realizó por medio de él entre ustedes, como bien lo
saben” (Hech 2, 21- 22). Dios lo entregó conforme al plan que tenía
previsto y determinado, y ustedes, valiéndose de los impíos, lo crucificaron y
lo mataron. Dios sin embargo lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte,
pues era imposible que ésta lo retuviera en su poder.” (Hech2, 23- 24) “Sepan,
pues, con plena seguridad todos los israelitas que Dios ha constituido Señor y
Mesías a este Jesús, a quien ustedes crucificaron” (Hech 2, 36).
6. Después de lo
anterior, podemos preguntarnos: ¿Quién es
Jesús para nosotros los creyentes? Jesús es el Don de Dios a la Humanidad (Jn
3, 16) Es el Salvador de los hombres (Gál 2, 20; Ef 5, 2; 5, 25) Jesús es el Maestro que "Recorría toda Galilea, enseñando en sus
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y
toda dolencia en el pueblo."(Mt 4, 23) Jesús es Señor y Cristo (Hch
2, 36) Escuchemos a san Pablo decirle a su discípulo Tito y hoy a todos
nosotros: "Aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria
del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo; el cual se entregó por nosotros a
fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese
suyo, fervoroso en buenas obras. Así has de enseñar, exhortar y reprender con
toda autoridad. Que nadie te desprecie." (Tito 2, 13- 15)
7. Y porque
somos de Jesús estamos crucificados con él, muriendo al pecado y resucitando
para Dios (Gál 5, 24) Permanezcamos en su Amor (Jn 15, 9) para que podamos dar fruto
en abundancia para la gloria de Dios. No nos bajemos de la cruz para que
tengamos vida en abundancia (Jn 10, 10) Permanecer en la cruz para que podamos
ofrecer un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Que este sea nuestro
culto espiritual (Rm 12, 1) El culto espiritual está unido a una Moral
cristiana para rechazando el mal, amemos apasionadamente el bien para que
podamos vencer con el Bien al mal (Rm 12, 21) El camino es “Despojándose del
hombre viejo y revistiéndose de Jesucristo en justicia y en santidad (Ef 4, 23-
24) Esta es tarea de todos los días y de todo el día.
Estamos en
camino, somos proyecto de Dios, no estamos hechos, sino haciéndonos, ánimo y adelante.
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