LA FE ES UN DON, NO SE COMPRA Y NO SE VENDE,
PERO, NO ES BARATA.
"Este
es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie
tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis
amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo
no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que
he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí,
sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis
fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre
en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los
otros.»" (Jn 15, 12- 17) La fe cristiana tiene algunas
características que la hacen ser auténtica y verdadera.
Es una fe Trinitaria, creemos que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y
el Espíritu Santo es Dios. Un solo Dios que se ha manifestado en tres personas
con una sola naturaleza, una sola fe, una sola vida que Cristo ha venido a
traernos los hombres. El que tiene a Cristo tiene esa vida (Jn 10, 10; 1 Jn 5,
12)
La fe cristiana es sobre todo Cristo céntrica, pues ha sido la segunda persona de la
Santísima Trinidad la que ha tomado rostro humano para darnos vida eterna y
salvarnos. (Jn 1, 14; 10, 10; Rm 4, 25) Creer en Jesús, solo ensu Nombre hay salvación
(Hch 4, 12)
La fe cristiana es también Pneumatológica, ya que el Espíritu Santo habitó en Jesús, y
todo lo que dijo e hizo fue por la acción del Espíritu Santo en Él. Ahora está
en la Iglesia, la guía, conduce y transforma para actualizar en nuestra vida la
“Obra de Jesús.” (Jn 16, 8- 13); Rm 12, 2; 8, 14)
La fe cristiana es Eclesiológica, ya que habita en la Iglesia como en su propia
casa, la santifica y la embellece con sus dones y con sus virtudes. Realiza en
la Iglesia la Unidad en Cristo, la lleva al conocimiento de Dios y a la
perfección cristiana hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto en Cristo (Rm
8, 14; Ef 4, 13)
La fe cristiana es una fe Pascual. Nace de la Pascua y permanece en ella para
pasar de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la
luz, de la esclavitud a la libertad, de la aridez a las aguas vivas, de la
enemistad a la Nueva creación (Col 1, 13; Rm 6, 20- 23; Ef 5, 7- 9; Jn 7, 38; 2
Cor 5, 17) Sin conversión nuestra fe es
estéril y vacía.
Es además una fe Mariana. Dios pudo habernos salvado por cualquier otro
camino, pero no quiso hacerlo, Él lo hizo por medio de la fe. Nos entregó a su
propio Hijo que dio su vida por todos (Gál 2, 20; Ef 5, 1- 2; Ef 5, 25) Y quiso
darnos a su Hijo por medio de María: Ella es la madre del Dios que se hizo
hombre. El sí de María nos atrae al Salvador: El Verbo se hizo carne en sus
entrañas (Jn 1, 14; Lc 2, 38; Lc 2, 42; Jn 19, 25).
Nuestra fe es además Antropológica. Jesús resucitado es el Hombre nuevo, y todo, el
que está unido a Él, es también hombre nuevo: Es un hombre justificado,
reconciliado, salvado, santificado y glorificado (Rm 8, 29; Gál 2, 16; 2 Cor 5,
17) Hombre nuevo, igual que Cristo: hijo de Dios, hermano y servidor de todos
los hombres. El destino del cristiano es el mismo que el de Cristo Jesús: Dar vida,
perdón y amor, siguiendo sus huellas y realizando sus obras. (Lc 9, 23)
La
fe viene de lo que se escucha, la Palabra que el Padre nos dirige a los hombres
(Rm 10, 17) La Palabra es Luz que ilumina nuestra tinieblas y nos conduce a
Cristo para que creamos en Él y nos salve. Quien tiene la Palabra tiene luz y
tiene vida (cf Jn 8, 12ss) La Palabra nos convence de que Dios nos ama, nos
perdona, nos salva y nos da Espíritu Santo. Transforma y cambia nuestra manera
de pensar, sentir y nuestra manera de vivir. La Palabra de Dios unida a la
acción del Espíritu Santo orienta nuestra vida hacia la Casa del Padre, hacia
la Plenitud en Cristo (Col 2, 9). Nos guía hacia la madurez humana. Nos guía al
encuentro con los demás para hacer con ellos una Comunidad, fraterna, solidaria
y servicial, para vivir con ella el “Camino sinodal,” el Camino de Cristo. El
que camina este Camino se preocupa, se reconcilia y comparte con todos, lo que
sabe, lo que tiene y lo que es. La belleza de este Camino es la Unidad, caminar
juntos, para compartir juntos. Nadie vive para sí mismo, se vive con los demás
y para los demás.
Jesús es el Camino. Es el Camino del Amor que brota y nace de la “Alianza
Nueva” que fue sellada con la sangre de Cristo Jesús que perdona nuestros
pecados y nos da el Espíritu Santo, y con Él, nos da su Amor (Rm 5, 5) para que
nos amemos a sí mismos, amemos a Dios, a los demás y a la misma Naturaleza. Amar
es darse, es entregarse, es donarse, es inmolarse y sacrificarse en la
presencia de Dios, como Jesús lo hizo al partir el pan (Lc 24, 31) La exigencia
del Amor es disminuir, es negarse a sí mismo, es morir al pecado para poder
vivir, por eso la fe no es barata, es cara, el precio ha sido pagado, el Padre
nos entregó a su Hijo. Su Hijo nos entrego su vida, derramó su sangre. Jesús
nos entregó su Espíritu para que nosotros hagamos la “Obra del Padre” y seamos,
con nuestra fe y conversión, ser capaces de vivir como hijos de Dios la fe
cara, la Gracia Cara. Sin conversión y sin seguimiento a Cristo, nuestra fe
será barata, estéril y vacía.
La
Alianza Nueva nos ha dejado un Culto Nuevo, una Ley Nueva: La Ley de Cristo que
es la Ley del Espíritu Santo: la Ley del Amor. Todo el que ama tiene fe, ha
nacido de Dios, permanece en Dios y Dios permanece en Él: "Queridos,
amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido
de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es
Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al
mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el
amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos
envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados." (1 de Jn
4, 7-10)
El precio de la fe es la Obediencia a la Palabra
de Dios. Guardar los Mandamiento de la Ley de Dios y la práctica de las
virtudes. Lo anterior significa pertenecerle a Cristo. Y el que pertenece a
Jesús está crucificado con él, muriendo al pecado y viviendo para Dios (Gál 5, 24) Es por eso Hombre nuevo,
igual que Cristo. Un ser que no vive para sí mismo, sino para Cristo y para los
demás. Un ser que ama y que sirve. Un ser capaz de extender la mano para compartir
sus dones con los demás.(Mc 3, 1- 5)
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