Los llevaré a una tierra que mana leche
y miel.
¿Dónde podemos encontrar esa tierra que mana leche y miel? Es más
allá del desierto y más allá del Jordán hasta legar a la tierra prometida. La
Tierra Prometida es una persona llamada Jesús de Nazareth. La leche y la miel
son la Paz, el Gozo y el Amor, etc. que brotan como Aguas Vivas del corazón que
ha creído en él (Jn 7, 38). Que ha padecido la “Obra Redentora de Jesús” y la
acción del Espíritu Santo para que Jesús viva en nuestros corazones (cf Ef 4,
17s)
La invitación de Jesús a todos los
hombres siempre ha sido y será: “Crean en mí y conviértanse” para que puedan
llenarse de mi presencia y revestirse de “Justicia y Santidad” (cf Mc 1, 15; Ef
4, 24) Esto es posible si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo que nos
conduce a Cristo (Rm 8, 14) para hacernos hijos de Dios (Ef 1, 5) y ser parte
de una Comunidad cristiana y fraterna en la cual todos somos iguales, como hermanos
hijos de un mismo Padre, hermanos entre nosotros y servidores unos de los
otros.
Todos son llamados a la Libertad. Qué para ser libres nos libertó
Cristo, sólo que confundamos la libertad con el libertinaje. Éste último nos
deshumaniza y despersonaliza, nos confunde y nos vacía. (cf Gál 5, 1. 13) Quién
escucha la Palabra y la obedece, cree en Jesús y se reviste de él, entonces lo podemos
conocer, amar y servir, según las palabras de san Juan: “El que conoce mis
mandamientos y los guarda, ese es el que me ama, y el que me ama, también, ama
a mi Padre y venimos y nos manifestamos en él” (cf Jn 14, 21) ¿Cómo se manifiesta
Jesús e nuestra vida? ¿Hemos visto sus manifestaciones en nuestra vida? O, ¿somos
de los que teniendo ojos no vemos? Por la acción del Espíritu Santo en nuestra
vida podemos reconocer nuestra pecaminosidad, ser conducidos a un juicio y
llevados en rectitud a los terrenos de Dios (cf Jn 16, 8) Él nos lleva a la
Verdad plena (Jn 16, 13) Cristo es a verdad y la verdad plena es Cristo
crucificado, muriendo por nuestros pecados y resucitando para darnos vida
eterna. (Cf Ef 1, 7; Jn 6, 39).
La primera manifestación es sacarnos de la esclavitud para llevarnos a la
Libertad. “Nos saca del pozo de la muerte y nos lleva a nuestra Patria,
a nuestro suelo”: La Comunidad cristiana (cf Ez. 37, 12) Nos llama a salir de
la esclavitud de Egipto o del exilio de Babilonia, tierra de la servidumbre en
donde no hay templo, ni rey, ni sacrificio, ni sacerdote, ni hay patria. Todo
es vacío, muerte y esclavitud (Rm 6, 20- 23) En esta acción liberadora Dios
toma la iniciativa: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” “He visto
la opresión de mi Pueblo.” “He escuchado el clamor de mi Pueblo y he bajado para
liberar a mi Pueblo” (cf Ex 3, 7) Liberarlo para llevarlo a una tierra que mana
leche y miel, que son Paz, Gozo y Amor espirituales. Dios cumple lo que
promete, enviándonos al nuevo Moisés, a Jesús, su Hijo: “Tanto amó Dios al
mundo que le envío a su propio Hijo para que todo el que crea enél, tenga vida
eterna” (cf Jn 3, 16) Jesús vino a liberarnos de la esclavitud del pecado y a
traernos el espíritu de la Libertad, al Espíritu Santo (cf Gál 4, 4-6) Jesús
muere para llevarnos a la Tierra Prometida, nos quita el corazón de piedra y
nos llena de un corazón nuevo, un corazón de carne en el que escribe su Ley del
Amor.
Nos saca de la tierra de la
esclavitud de Egipto y del exilio de Babilonia para llevarnos en camino de
éxodo hacia la tierra que mana leche y miel para hacer una Alianza con Él y
reconciliarnos con Dios y con los demás, y hacer con todo una nueva Creación.
Todos reconciliados con Cristo. La reconciliación nos vuelve a Dios para ser
sus hijos, y hermanos entre nosotros, todo mediante la pobreza de Cristo, que
se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf 2 Cor 8,9) Su pobreza fue
hacerse hombre, padecer, sufrir y morir para con su sangre destruir el pecado
de los hombres y ser reconciliados con Dios y entre ellos y hacer de los dos
pueblos, judíos y gentiles, un sólo pueblo, el pueblo de Dios (cf Ef 2, 14- 18)
Sin enemistad y sin odio, el Cielo viene a nosotros y nosotros podemos llegar y
entrar a la Casa del Padre y comer de los frutos del Árbol de la Vida que está
en el paraíso y ser manantial de Aguas vivas, y ser la tierra que mana leche y miel.
(cf Apoc 2, 7).
Ahora, libres y reconciliados,
somos por Cristo y en Cristo una Nueva Creación (cf 2 Cor 5, 17) Somos de
Cristo, le pertenecemos a la Nueva Alianza. Ahora Cristo es nuestro Sacerdote,
nuestros profeta y nuestro rey, y nosotros con él, le pertenecemos al
sacerdocio de Cristo y podemos con Él ofrecer oraciones y sacrificios,
proclamar sus maravillas y alabanzas al Señor y podemos servir a Dios y a los
hombres para lavarles los pies (cf Jn 13, 14) y compartir con ellos lo que
somos, lo que tenemos y lo que sabemos para cumplir con Jesús su Nuevo
Mandamiento: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34)
Jesús ha hecho una Nueva Creación para hacer de nosotros una Familia, la
familia de Dios, todos somos sus hijos, todos somos hermanos y todos somos
servidores. Y por lo tanto somos coherederos con Cristo de la herencia de Dios.
(Rm 8, 17)
Por último Jesús se manifiesta “promoviéndonos.” No
promueve por que nos ama, nos ha perdonado, nos ha salvado y nos dado Espíritu
Santo. Ahora podemos decir que los que éramos enemigos de Dios ahora somos sus
amigos y sus hijos. Y Él nos promueve llamándonos a ser sus discípulos y sus
apóstoles para que trabajemos en la Viña del Señor como Misioneros para que
anunciemos la Buena Nueva a los pobres, seamos luz para los hombres y les demos
vida a los ciegos, libertad a los oprimidos y proclamemos el Año de Gracia del
Señor, tal como Jesús lo hizo (cf Lc 4, 18ss) Escuchemos las palabras de Jesús
resucitado a su Iglesia de todos los tiempos y de todos los lugares: “Mi Paz
les doy y ellos que estaban llenos de miedo se llenaron de Gozo” “Todo poder se
me ha dado en los cielos y en la tierra” “así como el Padre me ha enviado, yo
también los envió a Ustedes” Ustedes en la Nueva Alianza, sellada con la sangre
de Cristo, toda la Iglesia es Misionera y es Servidora. Por esta Alianza: “Reciban
Ustedes el Espíritu Santo” para que el divino Espíritu actualice en Ustedes y
por medio de Ustedes mi Obra redentora. “A quienes Ustedes perdonen los pecados
serán perdonados y a quien no se los perdonen les quedaran sin perdonar (cf Jn
20, 19ss) Por eso Pablo, como ministro de Cristo y de la Iglesia nos deja dicho:
“Reconciliaos” por Cristo y en Cristo en virtud de su sangre con Dios y entre
ustedes (cf 2 Cor 5, 18ss)
Dios a los
que creen en su Hijo y lo aman se manifiesta: nos hace libres, nos reconcilia,
hace de nosotros una Nueva Creación y luego nos promueve para que trabajemos en
la Unidad de la fe, en el conocimiento de Dios hasta alcanzar la estatura del
hombre perfecto, Cristo Jesús, crucificado, dando la vida al mundo (cf Ef 4,
13) Ánimo, “Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece” (cf Flp 4,13) Cristo
es nuestra Paz, nuestra Sabiduría, nuestra Justicia, nuestra Redención y nuestra
Salvación. (1 Cor 1, 30)
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